sábado, 20 de febrero de 2010

Autocontrol emocional

"El hombre que ha puesto sólo en sí mismo todo lo que lleve a la felicidad o próximo a ella, y no permanece dependiente de la condición de los demás, … éste se halla preparado para la vida óptima; éste es sabio, valeroso y prudente".


SÓCRATES



"Siempre que me sentía demasiado tenso para jugar bien, lo mejor que funcionaba era recordar simplemente que lo peor -la cosa peor que realmente podía pasarme- era perder un maldito partido de tenis"



ROD LAVER, ex jugador de tenis



A MODO DE INTRODUCCIÓN…

No cabe duda de que nuestras emociones son el motor que nos mueven a actuar. Cada emoción nos predispone de forma diferente hacia la acción. Cada emoción nos señala una dirección, según la experiencia acumulada en el pasado y que ha servido para resolver adecuadamente los innumerables desafíos a que se ha visto sometido el ser humano a lo largo de la historia. Nuestro bagaje emocional responde a una necesidad de superar situaciones y retos, por lo que tiene un extraordinario valor de supervivencia.


De hecho las emociones se han ido grabando en el código genético de la especie humana, integrándose en el sistema nervioso en forma de tendencias innatas y automáticas. Cualquier planteamiento que reste importancia y protagonismo a las emociones está muy alejado de la realidad.



El miedo que nos lleva a apartarnos de una situación de peligro o a proteger a un hijo constituye uno de los legados emocionales con que nos ha dotado la evolución. Así pues, las emociones han sido sabias referencias a lo largo de la evolución de la especie humana. Sin embargo, los continuos cambios a los que nos ha ido sometiendo el progreso han hecho que la sociedad, a lo largo de los tiempos, se haya visto obligada a fijar normas externas destinadas a contener la desbordante marea de excesos emocionales que brotan de lo más íntimo de las personas.



A pesar de todas las limitaciones impuestas por la sociedad, la razón se ve desbordada de tanto en tanto por la pasión, algo intrínseco a la condición humana cuyo origen hay que buscarlo en el sistema nervioso, la arquitectura de nuestra vida mental. Nuestras reacciones no son el fruto exclusivo de un juicio racional o de nuestra historia personal, sino que también parecen arraigarse en nuestro remoto pasado ancestral. Y ello implica necesariamente la presencia de tendencias que, en algunas ocasiones, pueden ser realmente peligrosas para nosotros mismos o para los demás. Con frecuencia, pues, nos vemos obligados a afrontar los retos que nos presenta el mundo actual con recursos emocionales adaptados a las necesidades de un pasado muy remoto.



Así pues, los impulsos emocionales impregnan nuestras conductas. No podemos arreglárnoslas sin ellos aunque podemos hacer mucho por controlarlos. El autocontrol, especie de conversación interior incesante, es el componente de la inteligencia emocional que impide que seamos prisioneros de nuestros sentimientos o emociones, cuando éstas tienden a impedirnos lograr nuestros propios objetivos. ¿Por qué para los profesores/as, como para cualquier persona, es tan importante el autocontrol emocional? En primer lugar, quienes controlan sus sentimientos e impulsos, las personas razonables, son capaces de crear un ambiente de confianza y honestidad. El autocontrol tiene un efecto contagioso. En segundo lugar, el autocontrol es importante por razones de competencia o eficacia. Sabemos que el profesorado convive con los conflictos, surgidos de su relación con el alumnado, la convivencia con los otros profesores/as, y la atención con los padres de los alumnos. A ello se debe añadir la situación de cambio que se está viviendo en el sistema educativo, y la continua renovación de las jóvenes generaciones. Quienes dominan sus emociones pueden adaptarse mucho mejor a las situaciones de cambio, y actúan de forma eficaz en las situaciones de conflicto.



En las dificultades cotidianas resulta conveniente aprender a controlar adecuadamente algunas emociones negativas como son el enfado, la ira, la ansiedad, el temor, el desánimo o la apatía, a fin de ser más eficaz consigo mismo y con los demás, impidiendo que dichas emociones bloqueen o limiten nuestras propias habilidades y capacidades.



Frecuentemente nosotros nos convertimos en nuestros peores enemigos. Nuestras tendencias a reaccionar y a pensar de determinada manera cuando surgen las dificultades y los conflictos pueden perjudicarnos, alejándonos de la consecución de nuestros propios objetivos, contribuyendo a que dichas situaciones de conflicto se compliquen aun más, incrementando nuestro propio malestar, e incluso deteriorando la relación con las personas implicadas en el conflicto. El autocontrol emocional es la habilidad para controlar o reorientar impulsos y estados de ánimo perjudiciales. Refuerza la tendencia a pensar antes de actuar y reservarse los juicios previos.



 



Autor

José Carrascosa Oltra
Fuente
http://www.edu.gva.es/per/docs/rlestres_2.pdf


Edita:

GENERALITAT VALENCIANA
CONSELLERIA DE CULTURA Y EDUCACIÓN.
Dirección General de Ordenación, Innovación Educativa y Política Lingüística.
Servicio de Formación del Profesorado.


 

viernes, 12 de febrero de 2010

Conflictos, Sugerencias y recomendaciones prácticas

1. Entender y tolerar la existencia de los conflictos.

El conflicto es algo inherente a la condición humana. Vivimos con nuestros conflictos. Personalmente, ¿quién no tiene algún que otro conflicto consigo mismo?. Teniendo en cuenta que las personas somos seres sociales, que vivimos en relación unas con otras, aun es más fácil de entender la existencia de conflictos, ya que es normal que surja la discrepancia, la rivalidad, el malentendido, etc…Así pues, el conflicto vive en torno a nosotros.


Muchas personas tienen la expectativa de no tener problemas. En cambio, vivir sin conflictos, es algo irracional, que va contra la lógica de la razón al ser imposible que se cumpla. Dicha expectativa hace a las personas que piensan así más vulnerables ante los propios conflictos. Los que aspiran a vivir sin problemas no toleran ningún tipo de conflicto. Cualquiera, por pequeño que sea, lo viven con gran intensidad. Suelen actuar de forma impulsiva para salir de ellos cuanto antes. O bien, tienden a evitarlos, no haciéndoles frente y esperando que sea el tiempo el que dicte su ley.


"El conflicto es algo natural. El reto es aprender a navegar en el mar de los conflictos".


La realidad nos debe llevar a aceptar que el conflicto vive con nosotros. La relación con otras personas suele ir acompañada de pequeños malentendidos, rivalidades, desconfianzas, discrepancias, intereses contrapuestos, lo que entraña la aparición de conflictos. La propia existencia va acompañada de dudas, inseguridades, autoreproches, lo que también entraña una cierta dosis de conflicto.


Siendo realistas, aceptaremos la existencia de los conflictos como algo natural. Que surja un conflicto no nos alterará excesivamente, si entendemos que es normal, que es algo que está ahí. En todo caso nuestra actitud debe ser aprender a navegar en el mar de los conflictos, sabiendo llevar el timón para mantener el control de nuestro barco y poder llevarlo a donde nos propongamos. Los conflictos están ahí y debemos aprender a hacerles frente para buscarles soluciones y tomar decisiones, siempre con absoluta naturalidad.


2. Una oportunidad para crecer.

El conflicto implica una situación de crisis, en cuanto a lo que supone de cambio o ruptura de una situación. Además del malestar o coste personal que suele ir asociado a un conflicto, éste nos brinda oportunidades de crecer como individuo o persona. Cuando el conflicto surge en el seno de un grupo también ofrece la oportunidad de crecer como grupo, profundizando en las relaciones personales entre sus miembros y mejorando la cohesión interna del grupo.


Es verdad que el conflicto conlleva un coste personal en forma de malestar, estrés o desequilibrio. Cuando uno no es eficaz ante los conflictos puede verse apartado de sus propios objetivos, las metas que uno se había planteado, puede bloquear las expectativas, reducir la motivación, producir frustración, reduce el rendimiento, y hasta puede complicar las relaciones personales.


En cambio, cuando se tienen las ideas claras en torno a los conflictos o situaciones problemáticas y, sobretodo, se dispone de estrategias para afrontarlos y darles solución, la aparición de un conflicto puede verse, además, como una oportunidad de la que se pueden aprender muchas cosas a nivel personal. Estimula la reflexión o capacidad de análisis. Incrementa la motivación, ya que suele mover al individuo a actuar para buscar soluciones. Estimula la creatividad. Potencia el desarrollo de un montón de habilidades, de razonamiento, de negociación, de comunicación, sentido práctico, etc…


Además, si el conflicto surge en el seno de un grupo, puede potenciar las relaciones personales, ayuda a cambiar las dinámicas establecidas en las interacciones establecidas entre sus miembros, contribuye a incrementar la cohesión interna, y hace aflorar las habilidades de liderazgo.


"Me gusta sentir el vértigo que produce el conflicto. Me mantiene vivo, me estimula y me ayuda a crecer"


3. Sentirse fuerte ante los conflictos.

El conflicto no tiene por qué suponer una situación de ruptura, de desastre, o de gran malestar. Ya vemos que el conflicto es algo normal, que está ahí, que continuamente van surgiendo nuevos y los tenemos que ir gestionando,. Ya sabemos que nos puede ayudar a desarrollar nuestras propias habilidades. Si además, uno siente que dispone de estrategias para buscar y aplicar soluciones a los conflictos, éstos se perciben de una forma menos amenazante.


Tener una actitud positiva ante los conflictos se traduce en tener menos conflictos y vivirlos de forma mucho más llevadera. En el segundo punto de este capítulo se han expuesto las ideas que caracterizan una actitud positiva ante los conflictos, cómo hacerse fuerte ante ellos.


Se trata de agudizar un sentido práctico ante los problemas, de forma que contribuyamos a que surjan menos, y a que cuando se presenten se mueva en nosotros un resorte que nos lleve exclusivamente a la búsqueda de soluciones, frenando esos pensamientos perturbadores y recurrentes relacionados con el problema, que nos generan mucho malestar y que no nos conducen a la posibilidad de aportar soluciones.


Hay que ocuparse de los problemas solo para trabajar en la búsqueda de soluciones y en la toma de decisiones. En ello hay que invertir el tiempo necesario, no más del necesario. No se debe actuar de forma impulsiva tratando de que la situación de conflicto cese cuanto antes y como sea.


Tampoco debemos atenderles continuamente de forma que los tengamos presentes continuamente en nuestro pensamiento, lo que genera gran malestar, complica aun más las situaciones, y distorsiona por exceso la percepción del propio conflicto. Hay que buscar un tiempo para abordar los problemas y buscarles soluciones.


"Los problemas hacen que me supere y dé lo mejor de mí mismo"

Hay que ser muy realista al analizar la situación problemática. Cuándo un problema no se puede resolver o cuando son otros los que tienen en sus manos las soluciones hay que entenderlo y aceptarlo. La clave está en centrarse en lo que uno puede hacer por cambiar la situación de conflicto, más que en lo que se debería hacer. En todo caso la clave de la resolución de los conflictos o problemas está en tomar decisiones. Decidir no está exento de dificultades. No puede haber plenas garantías de acertar, de que es óptima la decisión tomada antes de actuar. Cualquier solución acarrea algún inconveniente, lo que debe preverse con anterioridad para entenderlo cuando surja y no echar marcha atrás. Por último, recordar que un problema puede ser resuelto de diferentes formas, o sea que existen varias soluciones igualmente válidas. Abordar los conflictos con esta actitud reduce en gran medida el malestar personal y acerca a la resolución más eficaz.


4. Actuar guiado por la lógica de la eficacia más que dejarse llevar por la lógica emocional.

Ante un conflicto lo interesante es buscar una solución válida, que cambie la situación problemática o que resuelva la situación de conflicto y también el malestar personal que conlleva dicha situación.


En muchas ocasiones la tensión o el malestar asociados al conflicto nos envuelve y arrastra en nuestras acciones. Parece que se instala de forma casi permanente en nuestro pensamiento, hasta el extremo de que nos cuesta atender a otros asuntos como son nuestras obligaciones. Le dedicamos mucho tiempo en nuestro pensamiento al conflicto.


A la vez, la preocupación, la ansiedad, el desánimo, la tristeza, o el enfado se apoderan de nosotros. ¿Qué consecuencias tiene esta forma de vivir el conflicto?. Añadimos mayor malestar, no cambiamos en nada la situación de conflicto mientras no se actúa, llegamos a perder la perspectiva de que dicha situación podría resolverse, y nos predisponemos fatal de cara a conflictos similares posteriores. Luego, como estrategia es muy poco eficaz. Quizás es bastante lógico responder así, desde un punto de vista más emocional. Pero es muy poco eficaz


"Ser práctico consiste en lograr que todo lo que uno pueda pensar y hacer ante un conflicto contribuya exclusivamente a resolver la situación problemática, y no añada mayor malestar personal ni contribuya a complicar más la situación. Se trata de ir al grano".


Ante un conflicto es necesario que se mueva en nosotros la inquietud por buscar soluciones. Nos ha de guiar, pues, la lógica de la eficacia, decidir y hacer algo que contribuya resolver la situación de conflicto, a recuperar la armonía y el equilibrio. No se trata de permanecer impasibles en las situaciones de dificultad, sino más bien controlar las emociones negativas de forma que no nos impidan actuar de forma eficaz.


5. Mantener la serenidad o la calma.

Aunque en una situación de conflicto es lógico que surjan respuestas emocionales como el enfado, la ansiedad, el desánimo, o la tristeza, es necesario controlar el grado con que surgen y se manifiestan. Un ligero enfado, ansiedad, desánimo, … es razonable ante una situación de dificultad o conflicto, permite un procesamiento o percepción objetiva y ajustada a la realidad de dicha situación, y no nos impide actuar de forma eficaz.


Cuando las emociones negativas nos desbordan bloqueamos los mecanismos racionales que nos permiten analizar con realismo la situación de conflicto, llevándonos a decisiones poco fiables ya que suelen complicar aun más las cosas. Los buenos estrategas mantienen la serenidad en las situaciones de mayor dificultad o contrariedad. No se trata de permanecer impasible y renunciar a la capacidad de sentir o de emocionarse. Ni mucho menos. Se trata de controlar las emociones negativas de forma que no obstaculicen la aplicación de una estrategia de resolución de problemas.


La eficacia suele ir precedida del control emocional. Perder el control suele estar reñido con la eficacia. Más bien es una fuente de conflicto, que viene a complicar las situaciones problemáticas.


"¿Busco resolver un problema o trato de desahogarme, diciendo o haciendo lo que mis emociones me dictan?. ¡Cuidado!. Ser eficaz suele estar reñido con dejarse llevar exclusivamente por las emociones del momento"


6. Utilizar una estrategia de resolución de conflictos o de toma de decisión. Ponerse en marcha para buscar una solución válida.

Lo interesante ante una situación problemática o de conflicto es actuar de forma eficaz. Es decir, lo importante es hacer cosas que contribuyan a encontrar una solución y por tanto ayuden a cambiar la situación. Todo pensamiento o todo el esfuerzo cuando surge la situación de conflicto debería ir dirigido a cómo actuar para resolver dicha situación.


A continuación dispone Vd. de una estrategia eficaz y fiable para afrontar los problemas, conflictos o dificultades y tratar de darles una "buena" solución. Se trata de una TACTICA o un PLAN que acerca a la resolución efectiva de los problemas o conflictos. Las consecuencias de utilizar una estrategia de solución de problemas o de toma de decisión, como la que se sugiere a continuación, son las siguientes:

aumenta las posibilidades de dar con una "buena" solución dentro de lo posible


 ofrece muchos argumentos para poder justificar ante los demás la decisión tomada lo que facilita que sea entendida, independientemente de que sea compartida o no


 en el peor de los casos, si la decisión tomada no se revela eficaz suele quedar el "consuelo" de que habiendo valorado todos los aspectos relacionados con el problema, uno ha tomado la mejor decisión de entre las posibles e, incluso, volvería a tomar probablemente la misma decisión si volviese a plantearse la situación de idéntica manera.


 ayuda a aprender a pensar en las situaciones de conflicto, y así resolverlos de forma racional.


6.1. ¿CUÁL ES EL PROBLEMA?. ¿Qué está pasando?.

Lo más inmediato es identificar el problema de forma concreta, operativa, real, atendiendo únicamente a los hechos. Lo que nos debe interesar en un primer momento es solo lo que está ocurriendo, los hechos que dan forma a la situación conflictiva, haciendo hincapié en los datos concretos y operativos, sin recurrir a descripciones ambiguas, ni juicios de valor, y mucho menos aun remontarse al pasado lejano. Descripciones de este estilo crean una especie de niebla que nos impide identificar correctamente el problema, nos confunde complicando aún más la situación, y nos aleja de una solución eficaz.


6.2. ¿QUÉ ALTERNATIVAS POSIBLES DE SOLUCION EXISTEN?. ¿Qué puedo hacer?

Identificado el problema, una de las claves está en generar el mayor número de soluciones posibles. No hay que entrar a valorar nada hasta el momento. Se trata de generar o imaginar cuantas más posibles soluciones mejor. Incluso deben contemplarse aquéllas que en principio puedan parecer disparatadas. Un elemento clave en la solución de problemas está en la capacidad de generar alternativas de solución. Se trata de ser creativo en la búsqueda de soluciones. Cuantas más posibles soluciones se contemplen ante un problema mayores oportunidades existen de dar con una idónea.


6.3. ¿QUÉ OCURRIRÍA SI PUSIESE EN PRACTICA CADA UNA DE LAS SOLUCIONES POSIBLES?. ¿Qué pasará si hago…?

Es la hora de anticipar las consecuencias concretas de llevar a cabo o aplicar cada una de las alternativas posibles de solución. Para ello hay que coger por separado cada una de las soluciones posibles, olvidándose de las demás, y tratar de imaginar qué ocurrirá si se llevase a la práctica las acciones que implica cada alternativa de solución. Es un ejercicio de anticipación realista del futuro en el que uno suele acertar en un alto porcentaje de las situaciones que se producirán. Hay que anticipar las consecuencias que se darán de forma inmediata, y las que se producirán a medio y largo plazo. También hay que anticipar las consecuencias propias, las que le afectarán a uno mismo, y las ajenas, las que puedan afectar a aquellas personas que uno aprecia y estima.


Estas consecuencias deben valorarse como agradables o dolorosas en función de uno mismo, traduciéndose en ventajas e inconvenientes, en pros y contras. Este ejercicio conviene que se haga por escrito cuando la situación conflictiva sea de importancia y se hayan de valorar muchos aspectos e implicaciones derivadas, plasmando en un folio las diferentes consecuencias que se imaginan.


Hasta el momento no se ha valorado nada. Únicamente se han ido enunciando cosas:


1) los hechos que concurren en la situación problemática,

2) las posibles soluciones, y

3) las consecuencias que se darán si se pusiese en práctica cada una de las soluciones posibles.


"Para identificar un problema solo necesitamos conocer los hechos, lo que ha ocurrido, y no tanto lo que pienso o siento sobre lo que ha ocurrido"


¡HA LLEGADO EL MOMENTO DE TOMAR LA DECISIÓN!.

¿Qué alternativa es la más atractiva, es decir la más deseable y posible?.


Para tomar la decisión no hay que hacerlo directamente buscando sin más la mejor opción posible. A la hora de tomar la decisión lo más prudente y fiable es hacerlo de una forma racional.


Se deben valorar y comparar entre sí cada una de las diferentes soluciones posibles. Hay que buscar aquéllas que son más deseables y posibles. Para ello se puede observar gráficamente dónde hay más datos anotados, en las ventajas o en los inconvenientes. Si se desea afinar un poco más sobre la idoneidad de cada alternativa de solución, se puede otorgar una puntuación ponderada a cada ventaja y cada inconveniente, sabiendo que no todas las ventajas son igual de atractivas ni todos los inconvenientes son igual de desagradables. Dicha puntuación se puede otorgar según el siguiente criterio: 1, poco atractivo / poco desagradable ; 2, bastante atractivo / bastante desagradable; y 3, muy atractivo / muy desagradable.


Una vez analizadas y comparadas entre sí las diferentes alternativas hay que descartar las menos atractivas (menos deseables y posibles). Lo recomendable es llegar a una elección por exclusión.


De entre las dos o tres alternativas que hayan quedado tras el descarte se escoge aquélla más atractiva. Es conveniente dejar en la "recámara" la alternativa que en segundo lugar ha resultado más atractiva, por si al ejecutar la decisión tomada se comprueba que no ha sido una "buena" decisión. Cuando la mejor solución, de entre las posibles, aparece clara no tiene ningún sentido dudar. Mucha gente a la hora de decidir o llevar a la práctica las decisiones suele dudar de forma sistemática. Ello suele ser debido a la trascendencia de la decisión y al consiguiente temor a equivocarse, por lo que se trata de un temor irracional.


6.5. HAY QUE EJECUTAR O LLEVAR A LA PRÁCTICA LA DECISION TOMADA. ¡Ha llegado el momento de actuar!.

Es muy importante este último paso ya que en muchas ocasiones "buenas decisiones nunca llegan a aplicarse. Hay que ser consecuente con la decisión tomada y planificar todas las acciones necesarias para que ésta salga según lo previsto.


Uno no se puede "traicionar", no llevando a la práctica aquella decisión que cree que es la mejor de entre las posibles, aunque en ocasiones haga falta una cierta valentía para ello. Para ello se ha de implementar el plan de acción derivado de la decisión tomada.


6.6. POR ÚLTIMO, VERIFICO SI LA DECISIÓN HA SIDO EFICAZ O HA LLEVADO A RESOLVER EL CONFLICTO. ¡Valoro la eficacia de mi decisión!.

Tras actuar o llevar a la práctica la decisión tomada, es el momento de evaluar la eficacia de las acciones que conlleva. Hay que observar y evaluar hasta qué punto ha cambiado la situación problemática y se ha resuelto el conflicto.


"Cuando se toma una decisión bien meditada hay que mirar hacia adelante y actuar en consecuencia. La duda en el momento de actuar, tras haber decidido, suele responder al temor. Es momento de dejarse guiar más por la cabeza que por el corazón".


En el supuesto de estimar que la decisión ha sido eficaz se tomará nota para resolver situaciones conflictivas similares de forma idéntica. En cambio, cuando se estime que la decisión no ha sido eficaz, que no ha servido para resolver la situación de conflicto, se echará mano de la alternativa de solución guardada en la recámara por si la decisión elegida fallaba, o sea la valorada en segundo lugar como más atractiva.


7. ¿Qué hacen o cómo actúan los expertos?

La mayoría de psicólogos están de acuerdo en que la solución efectiva de un conflicto requiere un amplio repertorio de conocimientos, habilidades o estrategias acerca de la situación problemática en que se genera o surge. Con la palabra experto nos referimos a aquella persona que habitualmente resuelve bien cualquier tipo de conflicto en una situación similar. Los expertos en resolver conflictos propios de una situación determinada, además de tener claras unas ideas, conceptos, y actitudes, cuentan con un buen repertorio de habilidades y destrezas especialmente válidas al respecto.


Se trata de observar y analizar cómo piensan y cómo actúan esas personas conocidas que no suelen encontrar conflictos en las situaciones que a uno le desbordan, y cómo las abordan para resolverlas de forma efectiva. De este tipo de análisis podemos obtener mucha información que nos servirá de guía para afrontar los conflictos.


"Viendo y analizando cómo lo hacen aquellas personas que superan los conflictos aprendo a superarlos, ya que encuentro pistas para hacerlo".


John Anderson (1993) desarrolló la teoría ACT (American College Testing Program). En una primera etapa, cuando al parecer no hay experiencia previa en la solución de un tipo de conflicto, el novato suele recurrir a buscar una analogía para usarla como referencia, ¿qué funcionó antes en una situación similar?. Conforme la persona va adquiriendo más experiencia práctica, el conocimiento que guía la solución de los problemas cambia de qué a cómo. Ya no interesan tanto qué situaciones similares ha vivido anteriormente, sino cómo ha respondido anteriormente. De la analogía de una situación se pasa al conocimiento de un procedimiento o proceso.


 


Autor

José Carrascosa Oltra

Fuente

http://www.edu.gva.es/per/docs/rlestres_2.pdf

Edita:

GENERALITAT VALENCIANA

CONSELLERIA DE CULTURA Y EDUCACIÓN.


Dirección General de Ordenación, Innovación Educativa y Política Lingüística.


Servicio de Formación del Profesorado.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Modelos de resolución de problemas

Con el fin de actuar eficientemente en los conflictos, cuando éstos surgen es conveniente razonar, utilizar la cabeza, más que dejarse llevar por las emociones del momento, tratando de andar pasos en la dirección de darle una solución. Es muy interesante someterse a la disciplina de algún método.

Seguidamente ofrecemos algunos modelos, de forma esquemática, en los que se aprecian las fases y contenidos que rigen el análisis del conflicto y la toma de decisiones para su resolución.


Solución de problemas (D´Zurilla y Goldfried)

Distinguen cinco pasos fundamentales en la solución de los problemas. Las personas deben aprender o entrenarse en recorrer estos cinco pasos para resolver un problema:


1. Orientación general

Aceptar la existencia del problema

Identificar las situaciones conflictivas.

Evitar la tendencia a reaccionar impulsivamente o a no reaccionar de ningún modo


2. Definición y formulación del problema


Describir la situación problemática con toda riqueza de detalles, de forma operativa, atendiendo a los hechos, evitando juicios de valor, opiniones o impresiones subjetivas


Formular metas positivas que supongan una alternativa a la situación conflictiva. Estas metas tendrán que ver con la escala de valores.


Analizar el conflicto. Observar la discrepancia entre la situación concreta y las metas u objetivos personales. Analizar los impedimentos y los obstáculos que dificultan conseguir las metas.


Estructurar el problema u ordenar toda la información recogida y analizada.


3. Creación de alternativas.

Debe generarse el mayor número posible de soluciones posibles, incluso las disparatadas.


Debe evitarse toda crítica o valoración anticipada de las posibles soluciones.

Hay que buscar y buscar, ingeniárselas para generar soluciones posibles.


4. Tomar una decisión.

Valorar cada alternativa de solución por separado. Anticipar todas las consecuencias que se darían en caso de llevarse a cabo. Anticipar las consecuencias inmediatas, a medio y a largo plazo. Y las consecuencias personales y ajenas, referidas a aquellas personas que uno aprecia.


Procesar cada consecuencia como ventaja o inconveniente en función del efecto que tenga sobre uno mismo. Esta anticipación de consecuencias hay que realizarla con gran realismo, tratando de anticipar todo tipo de consecuencias.


Analizar y comparar la información obtenida para cada alternativa de solución sobre las consecuencias que surgirían en caso de llevarse a cabo. Se trata de acercarse a aquella que reúna las consecuencias más deseables y más posibles, y que exija un esfuerzo accesible. En primer lugar se van descartando las alternativas de solución menos atractivas o deseables, hasta quedar con las dos o tres más interesantes. Hay que ir a lo seguro. Elegir mediante descartes.


Por último, se elige las más atractiva de todas de entre las dos o tres que quedaban, dejando una de ellas en la recámara por si la primera no fuese tan interesante como parece a la hora de aplicarla.


5. Verificación

El conflicto no está resuelto sin no vamos más allá del plano cognitivo. Lo tenemos resuelto en nuestra mente, pero no hemos hecho aun nada que ayude a cambiar la situación. El paso posterior es ponerse manos a la obra en la dirección de la decisión tomada.

Es el momento de implementar un plan de actuación que responda a la decisión tomada. Se trata de organizar las acciones y los recursos que ayuden a poner en práctica la decisión tomada.

También es el momento de organizar los propios pensamientos, el diálogo interno, para dirigirlo en el sentido de la decisión tomada.


El miedo o la duda a actuar en este momento, tras todo el proceso de resolución de problema o de toma de decisión, es irracional o ilógico. No sirve de nada tener claro lo que se debe hacer si no se hace.


Método ASD / ASDISI


MÉTODO A S D


1.- ANALIZAR

2.- SOLUCIONAR

3.- DECIDIR

MÉTODO A S D I S I

1.- ANALIZAR

2.- SOLUCIONAR

3.- DECIDIR

4.- IMPLEMENTAR

5.- SEGUIMIENTO

Evaluación continua.

Control del proceso.


6.- INFORME FINAL


 


Autor

José Carrascosa Oltra

Fuente

http://www.edu.gva.es/per/docs/rlestres_2.pdf

Edita:

GENERALITAT VALENCIANA

CONSELLERIA DE CULTURA Y EDUCACIÓN.

Dirección General de Ordenación, Innovación Educativa y Política Lingüística.

Servicio de Formación del Profesorado.

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