viernes, 16 de agosto de 2013

Variables predictoras del burnout.

Debemos conocer al “estrés malo”, para poder afrontarlo adecuadamente. Lo primero es saber qué lo origina, o sea ¿Qué variables predicen al burnout? ¿Cuáles son las propias del individuo? ¿Y las que provienen de la profesión? ¿Cuáles son las ambientales? ¿Cuáles son las predominantes?


Por variables predictoras entendemos aquellas variables que anteceden a la ocurrencia del burnout y pueden ayudarnos a comprender mejor el origen del mismo. Las formas de acceder a la identificación y análisis de las mismas pueden ser diversas que van desde planteamientos eminentemente teóricos hasta los estrictamente empíricos. En este sentido, lo más habitual es utilizar un instrumento de medida del burnout, junto a otros instrumentos que evalúen las posibles variables predictoras. Por esta razón las escalas, inventarios y cuestionarios utilizados han sido variados y han medido locus de control, ambigüedad y conflicto de rol, patrón de personalidad tipo A, características de personalidad "clásicas", como la ansiedad, la extroversión, el neuroticismo, etc..., distintas variables sociodemográficas, compromiso organizacional, y estresores laborales diversos, entre otras.

El listado es amplio y nos permite entender que las variables a analizar se han enfocado desde varias perspectivas: variables más relacionadas con aspectos puramente personales del individuo, con características propias del contexto laboral, o con aspectos relacionados con circunstancias externas al trabajo. Lógicamente, situarse en una perspectiva u otra es una cuestión simplemente teórica, en tanto que nosotros entenderemos que las posibles causas del burnout se encuentran relacionadas con el individuo, con el trabajo, con la familia, con los amigos, ... y esto, obviamente, condiciona el plantemiento de esta investigación.

Para hacer más fácil la descripción de las mismas, dividimos las variables en tres categorías que se relacionan con los tres planos desde donde puede enfocarse su estudio, según se haya considerado más importante una categoría u otra; en concreto, las tres categorías son:
·      Intrapersonales. Son variables propias del individuo y hacen referencia a aspectos de su personalidad, sus sentimientos y pensamientos, sus emociones, sus actitudes, etc.
·      Profesionales u organizacionales. Son variables intrínsecas a la organización que pueden por sí mismas generar situaciones aversivas, o bien juegan un papel importante en la interacción continua trabajador-puesto de trabajo.
·      Interpersonales o ambientales. Son variables no relacionadas con el contexto laboral y sí con otros ámbitos que pueden originar fricciones importantes: familia, amigos, estilos de vida, etc.

De hecho, Helliwell, en su formulación del origen del burnout, ya dejaba claro que era necesaria una perspectiva amplia, en cuanto a contextos influyentes en la aparición del burnout, para comprender el síndrome y planteaba la siguiente ecuación:

Génesis del burnout=susceptibilidad individual+Sobrecarga laboral y/o crisis vital.

Los resultados apuntan a que el burnout es más consecuencia de la situación laboral que de las variables de personalidad, que es un planteamiento coincidente con el original de Maslach. Las características situacionales y de personalidad están subyaciendo al estrés y al burnout. Garden, que no rechaza la importancia de las variables organizacionales, hace especial hincapié en las de personalidad, ya que es a través de éstas como se filtran y valoran cognitivamente los diversos eventos y situaciones aversivas.

Existen diferentes causas de burnout según los diversos "tipos" de personas, siguiendo la tipología jungiana, pues esto podría permitir algún orden a las diversas variaciones que se pueden hallar en los límites de la personalidad humana. Su planteamiento le hace considerar la "enantiadromía" (emergencia de una oposición inconsciente en el curso del tiempo) como parte de los procesos del burnout. Las características de este fenómeno ocurrirían cuando la tendencia de un extremo se hace dominante sobre el otro y domina la vida consciente. Esto implica que el burnout tiene un propósito, que es lograr mantener el balance psíquico (aspecto este que también señalaría Loehr, en el contexto deportivo, como veremos en un próximo capítulo). Esta teoría está en consonancia con Freudenberger consideraba que el burnout tiene una función homeostática.

Burke y Richardsen, sin restarle importancia a las variables de personalidad y tras la revisión que realizan sobre diversos trabajos, encuentran una gran disparidad en las características de personalidad que se han ofrecido relacionadas con el burnout: unos han planteado empatía, sensibilidad, delicadeza, idealismo y orientación hacia los demás; otros, sin embargo, han señalado características tales como ansiedad, obsesión, entusiasmo y susceptibilidad a identificarse con otros, lo que les hace concluir en el sentido de la gran dificultad que conlleva entrar en el terreno de las variables de personalidad para identificar un "patrón tipo" del individuo con burnout.

En esta misma línea, Moreno y Oliver plantean que los factores personales, aun jugando un papel importante en la aparición del síndrome, no son tan importantes como los organizacionales que se muestran como causa principal en la configuración del burnout. Otros plantean que el burnout no puede explicarse exclusivamente a partir de los rasgos de personalidad particulares. De igual forma, Huebner mantiene que el síndrome emerge como una función compleja en la que se interrelacionan estresores ambientales y diferencias individuales de personalidad.

Un planteamiento intermedio, que recoje la realidad de la investigación acerca de las variables predictoras del burnout, que resaltan la importancia tanto de las variables individuales como de las organizacionales. Quizás sea esta la línea a retomar, ya que la mayoría de los estudios acerca del síndrome se han planteado desde una perspectiva situacional, siendo necesario reivindicar la incidencia que las variables de personalidad tienen, sin lugar a dudas, en la aparición del síndrome. De hecho este autor concluye que la correlación entre las dimensiones fundamentales de personalidad (neuroticismo, extraversión, entre otras) y el síndrome es inequívoca.

Por último, como indican Maslach y Jackson, no todas las variables asociadas al burnout tienen la misma capacidad predictora del síndrome, sino que las variables estarán relacionadas, de manera diferente, con cada una de sus dimensiones.

Teniendo en cuenta todos estos aspectos y, a partir de la revisión teórica realizada sobre algunos de los trabajos, describimos a continuación aquellas variables que más se han analizado como descriptores del burnout. Aparecen divididas en tres categorías, lo que no implica que unas variables sean independientes de las otras, ya que a veces los autores ofrecen correlaciones de diversas variables pertenecientes a diferentes categorías. La categorización pretende dotar de mayor claridad a la exposición.

Variables intrapersonales predictoras de burnout.
Locus de control externo. Diversos autores encuentran correlaciones significativas entre locus de control externo y aumento del burnout. Cuanto menos control de la situación cree tener el individuo mayores posibilidades habría de que apareciera el síndrome, sobre todo ante situaciones ambiguas, difíciles o novedosas, en las que la persona cree tener poca o ninguna posibilidad de controlar.

Indefensión aprendida. Paradigma de la indefensión aprendida para explicar el burnout; dicho paradigma estaría relacionado, entre otras cosas, con el nulo control de la persona sobre la situación o evento aversivo.

Interés social. El interés activo en fomentar el bienestar humano. Conforme decrece el interés social en la persona aumenta la probabilidad de padecer burnout.

Personalidad resistente. Este patrón de personalidad se caracteriza por un sentimiento de compromiso hacia sí mismo y el trabajo, por una percepción de control del ambiente, así como una tendencia a acercarse a los cambios de la vida con una actitud de desafío antes que de amenaza, que suponen las tres dimensiones que configuran este tipo de personalidad (compromiso, control y desafío). Las personas con este tipo de personalidad previenen o reducen la incidencia del burnout. Otros trabajos han redundado en esta relación, de tal forma que el burnout correlacionaría negativamente con las tres dimensiones de la personalidad resistente.

Sexo. Se considera esta variable no tanto porque por sí misma determine la existencia o no del síndrome, como por el hecho de que a la variable sexo van ligadas una serie de características relacionadas con el trabajo, que le predisponen especialmente; as í las mujeres presentan más conflicto de rol, sintomatología depresiva, conflictos familia-trabajo, entre otras, por lo que serán más propensas a presentar el síndrome. También Maslach y Jackson estarían de acuerdo con esta variable, aunque precisan que la mujer presenta puntuaciones más elevadas en la dimensión agotamiento emocional, pero más bajo en reducida realización personal; anteriormente Maslach y Jackson habían comprobado que las mujeres eran más propensas que los hombres a las dimensiones agotamiento emocional y reducida realización personal, mientras que los hombres lo eran en la dimensión despersonalización.

Edad. La edad aparece como una variable que puede mediatizar en el proceso del síndrome en el contexto laboral, de tal manera que a mayor o menor edad tambi én se debe encontrar una correspondencia en experiencia y madurez y en la forma de afrontar las diferentes presiones que afectan al individuo. Gould plantea que cuanto más joven es el trabajador mayor incidencia de burnout hallaremos.

Demandas emocionales. A mayores demandas mayor probabilidad de padecer el síndrome. Normalmente estas exigencias estarían asociadas con peticiones laborales excesivas, sin embargo no siempre ocurre así. Aquí el aspecto fundamental es el hecho de percibir el individuo que se le hacen dichas demandas emocionales que él considera abrumadoras.

Estrategias de afrontamiento inadecuadas. Lo que supone que el individuo está empleando unas estrategias de afrontamiento que no son acertadas para hacer frente a la situación, que hace que aumente la posibilidad de padecer burnout. Algunos puntualizan que las estrategias de tipo escapista aumenta la probabilidad de sufrir burnout, mientras que las de control la disminuyen. En concreto, Kushnir y Melamed manifiestan que es la disminución de los recursos de afrontamiento la característica clara de los individuos que padecen el síndrome.

Autoeficacia. La autoeficacia es entendida como la percepción que tiene el individuo de sentirse eficaz con las tareas que realiza, fundamentalmente con aquellos aspectos donde se requiere "comprobar" la valía personal del individuo. Si existe crisis de autoeficacia mayor probabilidad habrá de sufrir burnout.

Patrón de personalidad tipo A. Este patrón caracteriza a los individuos con altos componentes de competitividad, esfuerzo por conseguir el éxito, agresividad, prisa, impaciencia, inquietud, hiperrresponsabilidad... . Este patrón de personalidad predispone claramente al burnout.

Autoconcepto. Planteado como el concepto personal general que la persona tiene de sí mismo; aquí incluiríamos el concepto que el individuo tendría acerca de su actuación profesional. Un autoconcepto negativo de sí mismo predispone al burnout, de ahí que para encontrar conductas no asociadas con burnout el individuo tenga que presentar un autoconcepto positivo.

Expectativas personales. Se refiere a aquellas expectativas que el individuo tiene hacia cualquier evento vital. Según Cordes y Dougherty (1993), conforme las expectativas de la persona no se cumplan aumentará el riesgo de padecer burnout.

Variables predictoras de burnout del contexto organizacional.
Negativa dinámica del trabajo. Que es fruto de interacciones mal conducidas con compañeros o supervisores, de planteamientos directivos descendentes poco claros, de un mal establecimiento de los roles a desempañar, etc...). Este tipo de dinámica predispone al burnout.

Inadecuación profesional. Una de las posibles causas del burnout esta inadecuación (no adaptarse el perfil profesional y personal del individuo al perfil del puesto de trabajo que desempeña), no tanto por sí mismo como por el hecho de tener que seguir trabajando en un puesto con el que objetivamente no está adecuado profesionalmente. Esta variable estaría relacionada con la identidad profesional.

Exigencias del trabajo. Referidas a las exigencias del trabajo que sobrepasan las racionalmente aceptables, y que suelen ir acompañadas de exceso de tareas que no son agradables. A más exigencias y por tanto mayor responsabilidad en sus actuaciones habituales, mayor probabilidad de aparición del síndrome, sobre todo si estas exigencias van acompañadas de falta de tiempo.

Realización en el trabajo. Conforme la realización en el trabajo es menor, Garden (1987) plantea la existencia de mayor grado de burnout. En este contexto, la realización en el trabajo se entiende como realización real que es valorada mediante m étodos objetivos y percepción de la realización que entra dentro de la subjetividad del trabajador.

Interacción trabajador -cliente. En tanto que dicha interacción da lugar a fricciones y conflictos cotidianos, aparece como una variable predictora del burnout.

Conflicto y ambigüedad de rol. La ambigüedad de rol tiene más relación con la incontrolabilidad de ese rol que el trabajador desempeña, y con la necesidad de conocer mejor cuáles son sus funciones en el puesto de trabajo. El conflicto de rol está relacionado con el conflicto existente entre lo que el trabajador espera del desempeño de su puesto de trabajo y lo que los otros (compañeros y supervisores) esperan que desempeñe. Lógicamente, a mayor ambigüedad y/o conflicto de rol mayor probabilidad de aparecer burnout. Varios señalan que la falta de claridad de rol provoca un impacto significativo en la dimensión reducida realización personal.

Participación en la toma de decisiones. Esta participación condiciona aspectos tales como seguridad personal, responsabilidad, realización personal, ya que permite al individuo tomar decisiones que van a tener una repercusión en el trabajo. A menor posibilidad de tomar decisiones, mayor probabilidad de padecer burnout.

Recompensas. La falta de recompensas (tanto las económicas como las sociales, consecuentes a un trabajo bien realizado, o a una trayectoria profesional relevante) predicen la aparición del burnout.

Apoyo organizacional. Entendido como apoyo recibido en la dinámica propia del trabajo por parte de los supervisores y/o compañeros. A menor apoyo mayor predicción de burnout, también mantiene este planteamiento, pero señala que se da más en los hombres que en las mujeres. La falta de empatía por parte de quienes pueden ofrecer apoyo como una variable predictora del burnout.

Expectativas en el trabajo. Tienen que ver con el hecho de que se cumplan en el trabajo aquellas metas que la persona se forjó hacia él, que exista el éxito constatable que el individuo persigue. Conforme disminuye la probabilidad de que se cumplan las expectativas, mayor es la opción de que aparezca el síndrome. Las expectativas están íntimamente relacionadas con la valoración que el trabajador hace de los problemas que se presentan en su contexto laboral. En este sentido aquellos individuos que valoran más negativamente las situaciones problemáticas del trabajo, presentan una mayor predisposición al agotamiento emocional.

Relaciones con los compañeros. Dichas relaciones son decisivas en la dinámica que se genera y, por tanto, en cuanto al clima laboral resultante. Cuanto más aversivo es este clima, más probabilidad hay de que aparezca burnout. Esto ocurrirá, pero principalmente con la dimensión despersonalización.

Rigidez organizacional. Esta rigidez se da en aquellas organizaciones excesivamente normativas en las que prácticamente todo está previamente definido, y las posibilidades de improvisar o de tomar decisiones están muy restringidas. En este tipo de organizaciones es más frecuente el burnout.

Estresores económicos. Cuando existe inseguridad económica (contrato inestable, ausencia del mismo, insuficiencia económica, previsiones negativas sobre el futuro del puesto de trabajo, etc...) aumenta la vulnerabilidad al burnout.

Satisfacción laboral. La satisfacción laboral está provocada por los diversos componentes del trabajo, e influyen en el individuo que lo desempeña. Cuando esta satisfacción no se encuentra en el trabajo aparece el síndrome.

Adicción al trabajo. El término se ha aplicado a aquellos individuos que presentan un absoluta dedicación al trabajo, por encima de otras actividades familiares o personales. Nagy y Davis describieron a estas personas como m ás propensas a padecer burnout.

Desafío en el trabajo. Se refiere a la circunstancia que a veces se da en los trabajadores, dentro del contexto laboral, de tener que estar continuamente demostrando su capacidad para desarrollar adecuadamente el desempeño laboral. A más desafío más burnout, en concreto, mayor despersonalización y menor realización personal.

Autonomía en el trabajo. La autonomía en el trabajo es la libertad de acción, dentro de unas normas establecidas por la organización, de que dispone el individuo para desarrollar adecuadamente su trabajo. A menor autonomía más burnout, especialmente la dimensión de agotamiento emocional.

Compromiso con el trabajo. Cuando un trabajador puede comprometerse con su trabajo y con la organización que lo representa, dedicando sus esfuerzos e ilusiones para lograr un aumento de su realización laboral, existe menos posibilidades de que aparezca el síndrome. Niveles altos de burnout podrían, por tanto, estar asociados con un bajo compromiso en la ocupación.

Variables predictoras de burnout del contexto ambiental.
Apoyo social. Este factor está centrado fundamentalmente en el apoyo que la persona recibe de familiares y amigos, en relación a su desempeño laboral y las circunstancias que su trabajo le deparan. A menor apoyo social más posibilidades de padecer el síndrome. Las relaciones familiares y/o de pareja positivas confieren a la persona cierta inmunidad a padecer el burnout.

Relaciones interpersonales. Son las relaciones mantenidas con familiares y amigos, fundamentalmente, que condicionan que el ambiente habitual de la persona sea agradable o no. Conforme aparecen ambientes más aversivos aumenta la frecuencia de padecer burnout. Sarros, indica que es especialmente en la dimensión despersonalización donde más se aprecia esta variable.

Comunicación. Cuando los flujos comunicativos se deterioran más en el ambiente social del individuo, la aparición de burnout aumenta. Donde más incidencia tiene es en la dimensión reducida realización personal.

Actitudes de familiares y amigos. Está muy condicionada por las relaciones interpersonales pero, en este caso, se refiere al sentido positivo o negativo de las actitudes que familiares y amigos tienen hacia la persona. Ante actitudes más aversivas más burnout.

Satisfacción vital. Esta variable describe la sensación de felicidad y agrado que el individuo presenta con su estilo de vida y las interacciones que se producen como consecuencia de él. A menor satisfacción vital más burnout, en concreto mayor nivel de agotamiento emocional.

Exigencias vitales. Las demandas intensas y los requerimientos de un compromiso completo en los diversos aspectos de la vida (matrimonio, familia, amistades, etc...) pueden derivar en burnout.

Problemas familiares. El hecho de que ocurran problemas familiares que estén distorsionando el funcionamiento normal de la dinámica del hogar, predispone a la persona a sufrir burnout.

Recursos de afrontamiento familiares. Cuando la familia facilita la puesta en marcha de diversos recursos para afrontar las situaciones que pueden dar lugar a burnout, la persona presenta menor vulnerabilidad a su padecimiento. Estos recursos de afrontamiento son independientes de los que puede poseer el individuo en su contexto laboral.

Cultura. El burnout no afecta de la misma manera a individuos pertenecientes a una cultura u otra, debido fundamentalmente a que ésta marca no sólo la forma de entender el desempeño laboral, sino también la manera de entender las relaciones sociales y los diferentes apoyos que la persona puede recibir. De ahí que estos autores concluyan que la cultura puede ser un mediador relevante en la incidencia del burnout.

Si bien el anterior listado no es exhaustivo sí nos permite acercarnos a la realidad actual acerca de la situación de las investigaciones que analizan las variables predictoras del burnout. Así, podemos acordar a modo de conclusiones que:

-Las variables más analizadas son las que se encuadran en el contexto laboral, teniendo en cuenta los diversos aspectos que pueden condicionar el desarrollo habitual del desempeño del trabajo. En este sentido, se asume la importancia de estas variables por encima del resto ya que no hay que olvidar que el burnout se ha conceptualizado fundamentalmente en el contexto laboral. Por otra parte, la mayoría de trabajos estudiados parten de la presunción de que las diversas variables laborales condicionan, por sí mismas, determinadas reacciones en los individuos que, en determinados casos, podrían conducir al padecimiento del burnout.

-También las variables intrapersonales han sido objeto de estudio, puesto que es indudable que a pesar de que los eventos organizacionales pueden ser suficientemente estresantes, la valoración cognitiva que hace el individuo de dichos eventos es imprescindible para que ocasione en la persona sentimientos que pueden conducir a burnout. Lógicamente, la valoración cognitiva está mediatizada por las características de personalidad del individuo y, por tanto, la concepción predictora intrapersonal del individuo adquiere un papel relevante. Un aspecto significativo es que los estudios se han centrado en el análisis de características de personalidad (locus de control, patr ón de conducta tipo A, autoconcepto, autoeficacia...), habiendo sido muy escasamente estudiadas variables personales m ás clásicas como neuroticismo, estabilidad emocional, extraversión, psicoticismo, etc.

-Las variables ambientales se han considerado en algunos estudios, aunque el número de investigaciones ha sido menor. Parece claro que la relación que un individuo mantiene con los miembros relevantes de su entorno (familiares y amigos, básicamente), el apoyo afectivo y social que reciben de estas personas, las actitudes que el individuo percibe de los demás, entre otras circunstancias, son variables que pueden ocasionar situaciones suficientemente aversivas y, por tanto, potencialmente generadoras de burnout.

-Un último aspecto a resaltar es el que hace referencia a la mutua influencia que las tres categorías de variables mantienen en el origen del fenómeno burnout. Prácticamente ningún trabajo cuestiona que, para comprender la complejidad del síndrome, hay que pensar con una perspectiva amplia de posibles predictores. En este sentido, la conjunción de una confluencia de variables organizacionales, ambientales y personales parece una premisa aceptada por la mayoría de autores.



Texto basado en una investigación de:
Enrique J. Garcés de Los Fayos Ruiz
- Profesor de la Universidad de Murcia (Facultad de Psicología), desde 1994
- Doctor en Psicología por la Universidad de Murcia en 1999
- Autor de diferentes libros, artículos y participaciones en Congresos nacionales e internacionales.

1 comentario:

Manuel Mata dijo...

Un análisis muy completo sobre el burnout y el estrés en las organizaciones en el entorno laboral.
Muy interesante esta aclaración: "los factores personales, aun jugando un papel importante en la aparición del síndrome, no son tan importantes como los organizacionales que se muestran como causa principal en la configuración del burnout."
Esto significa que hay mucho por hacer dentro de las empresas para evitar el síndrome del "burnout" y el estrés perjudicial, tanto para el trabajador como para la productividad de la compañía.

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