jueves, 28 de noviembre de 2013

Estrés laboral y burnout en la profesión docente


¿En qué medida la docencia es más riesgosa para desarrollar trastornos psiquiátricos? ¿A qué causas se atribuye esto? ¿Qué factores son considerados un obstáculo en el desarrollo profesional docente? ¿Y cuáles son los facilitadores? ¿Qué factores disponemos de protección contra el burnout?
 


Se ha constatado que el riesgo de los docentes a desarrollar trastornos psiquiátricos es superior que el de otras profesiones: dos veces mayor que los oficinistas, dos y media que los profesionales de la salud, y tres que los obreros de los servicios públicos. Abraham, en un estudio longitudinal realizado en París, encontró estados depresivos en 35% de docentes y en 20% de no docentes, en consecuencia considera a ésta, como una población psíquicamente en peligro. Es alarmante el número de suicidios en docentes franceses, el incremento de los diagnósticos de alteraciones psíquicas en docentes en Japón, y en Italia, se constata que la población docente, en su mayoría femenina y de edad mediana, se encuentra en riesgo por el estrés. En una muestra internacional de docentes de Uruguay, Chile, Ecuador, México, Argentina y Perú, el 65.4% manifestó percibir el dolor de espaldas como principal causa de malestar, el 45.7% relató sufrir angustia, el 44.4% presentar dificultades para concentrarse y el 9.9% consumió fármacos para dormir.

En las décadas de los 70s y 80s del pasado siglo, el interés investigativo se centró en los estresores propios del ejercicio del magisterio y posteriormente éstos se convirtieron en antecedentes del burnout. En la literatura aparecen alternativas de sistematizar las condiciones de trabajo que pueden ser potencialmente estresantes para esta labor, su exhaustividad es relativa por la amplia variedad de las mismas. Al igual que en otras profesiones de servicio, en los docentes, a las exigencias mentales y físicas, se le añaden las emocionales y relacionales, con la inherente mediación del contexto histórico y cultural.

Blase, en 1982, mencionó la incidencia combinada en docentes de factores primarios (recursos materiales, condiciones de trabajo y la violencia en las escuelas) y secundarios o contextuales (contradicciones y transformación del papel del maestro y de los agentes tradicionales de la integración social, los cambios en la actitud de la sociedad respecto a los docentes, la incertidumbre frente a los objetivos del sistema educativo y el deterioro de la imagen del profesorado).

Jarvis identificó tres áreas: los factores intrínsecos a la enseñanza (sobrecarga de funciones y la disciplina de los estudiantes); los factores cognoscitivos, que afectan la vulnerabilidad individual (eficiencia personal) y los factores sistémicos, que operan en el nivel institucional y político (clima organizacional y la ayuda entre colegas).
Más recientemente, se habla de obstáculos y facilitadores de la labor del docente. Los obstáculos son factores del ambiente laboral, que restringen el desempeño: sobrecarga mental y emocional, provocada por las demandas cognitivas, la indisciplina de los estudiantes y las exigencias de implicación emocional en relaciones interpersonales con los alumnos, familiares y colegas, las cuales pueden ser fuentes de conflictos; los facilitadores son condiciones organizacionales que contribuyen a disminuir los obstáculos: la autonomía y el apoyo social que reciben de sus colegas. En Cataluña, Martorell revela cuatro grupos de estresores laborales de un colectivo docente: el entorno físico de trabajo, la biosomática o ambiente ergonómico, la dimensión institucional, administrativa y organizativa, y la dimensión de la propia tarea.

La enseñanza es una actividad intelectual que compromete los procesos cognitivos. Salanova identifica en esta actividad altos niveles de concentración, precisión y atención diversificada, que supone estar pendientes de muchas cosas a la vez y recordarlas. Conjuntamente, el desarrollo cultural y tecnológico le impone exigencias crecientes, a un ritmo que no necesariamente se corresponde con la preparación profesional y los recursos intelectuales que poseen los docentes.

No obstante, la tarea docente trasciende la labor instructiva. Al docente le corresponde el afrontamiento de múltiples realidades complejas: la motivación del alumnado, los vínculos interpersonales con cada estudiante y su familia, la disciplina en la clase, los problemas de los estudiantes en medios familiares disfuncionales; los conflictos escolares, las situaciones de violencia en las escuelas y los conflictos de autoridad, el incremento del alumnado en el aula sin una infraestructura apropiada en condiciones de hacinamiento, el clima organizacional tenso producto de un proceso de irradiación de la tensión del equipo de dirección hacia los subordinados y viceversa y la configuración estructural burocrática de la escuela, que condiciona problemas de gestión y falta de apoyo. Es comprensible que los conflictos, la sobrecarga y la ambigüedad de roles, sean reconocidos como los estresores más frecuentes en esta labor, en especial la falta de tiempo por exceso de trabajo, aunque actúan sinérgicamente con otros.

En un estudio en docentes de Guanajuato, se ubica como causa de estrés el ambiente físico y ergonómico en las aulas. En tal sentido, los profesores están expuestos a un nivel de ruido muy superior al que requieren para sus tareas, donde al de los estudiantes se suma el del exterior. El espacio disponible y la conservación de los edificios, la calidad constructiva y el ambiente cromático, se han identificado también como estresores. En un estudio de 1460 docentes chinos, el Departamento de Salud Pública precisa como causa de estrés el ambiente físico de trabajo y la sobrecarga de roles. Suelen incluirse otros aspectos relacionados con la conformación del ambiente ergonómico como: la calidad del mobiliario del docente, su disposición espacial, hacinamiento, calidad de las luminarias, su distribución, y la ausencia de confort climático.

En 885 docentes de 53 centros escolares venezolanos, de los niveles de enseñanza básica y nivel medio, se encuentra que los factores laborales que provocan mayor estrés son: el volumen de trabajo, los factores relacionados con los alumnos, el salario inadecuado y el déficit de recursos materiales y escasez de equipos y facilidades para el trabajo. Con otro método, en 295 docentes de aula, del área metropolitana de Caracas, se reporta altos niveles de estrés por diversos factores, entre los que se destaca el reconocimiento por el salario y beneficios, y la inseguridad en el entorno de la escuela.

El estudio del estrés laboral carece de una tipología única y la metodología utilizada para su evaluación no es homogénea. En los docentes no es una excepción, esto limita comparar los resultados, aunque pueden identificarse algunas regularidades, sin embargo, resulta singular que en esta ocupación también se explican fenómenos disfuncionales relacionados con el estrés y no reconocidos como burnout.

Blase enuncia un ciclo degenerativo de la eficacia docente, proceso en el cual por el resultado de la acción combinada de factores primarios y secundarios aparece una discrepancia entre el esfuerzo realizado y los logros obtenidos, lo que condiciona una actuación ineficaz con los estudiantes, disminuye la satisfacción, la implicación personal en el trabajo y la motivación, reforzando la ineficacia y retroalimentando el ciclo. Actualmente la autoeficacia emerge como un protector del burnout para este sector.

Polaino explica la génesis de la conducta ansiosa de los profesores, causa de la disminución de la egoimplicación en la tarea, por la acción de los factores del contexto social sobre los específicos del ejercicio de la docencia, y para Esteve, la relación entre el alumno y el profesor es el núcleo del llamado malestar docente, resultado de insuficientes recursos pedagógicos para afrontar los factores primarios y secundarios en el ejercicio del magisterio. Asimismo plantea que cuando los resultados no satisfacen las expectativas, el docente comienza a agotarse, a disminuir su implicación, motivación y esfuerzos. Identificó además, el burnout con el agotamiento, resultante del malestar docente que acaba “quemando a los docentes”. La causa, se la atribuye a la falta de tiempo para atender a las múltiples responsabilidades que se acumulan, aunque reconoce las diferencias individuales en este proceso por el mecanismo de egoimplicación - inhibición que desarrollan los docentes. Sobre esta base existen estrategias de intervención. Coincidentemente, el conflicto entre las expectativas del docente y la realidad se ha identificado como la razón principal para el estrés laboral y el burnout.

Para Fariñas uno de los mecanismos responsables del burnout en los maestros es el llamado didactismo: simplificación por parte de los docentes de las soluciones a los problemas complejos de la educación actual con actitudes rígidas, que devienen en hábitos y rituales profesionales. El didactismo es un fenómeno condicionado histórica y culturalmente ante las demandas compulsivas de la escuela, la solución para disminuir la ansiedad que esto genera son las conductas simples y estereotipadas, pero los enajena de la esencia de su actividad y limita, incluso deforma, el proceso de autoeducación del propio docente.



Extraído de:
“Estrés laboral y síndrome de burnout en docentes cubanos de enseñanza primaria”
Tesis presentada en opción al Grado Científico de
Doctor en Ciencias de la Salud
Autora: M. Sc. Arlene Oramas Viera
Tutor: Dr. C. Nino del Castillo Martín
Asesor: Dr. C. Jesús Eladio Sánchez García
La Habana, Cuba 2013

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