El estrés laboral “malo”, que puede llegar a convertirse en “Burnout” afecta a muchos, y la proporción es mayor en algunos ámbitos, por eso es importante conocer cuáles son sus causas, a quienes afecta en mayor medida. En los siguientes párrafos se ofrece una respuesta relacionada con el fenómeno en el ámbito educativo.
Sin lugar a dudas, el tema que más interés ha suscitado
desde un principio en este ámbito han sido las variables que están relacionadas
con la etiología del fenómeno estrés y burnout en profesores. A continuación se
describen las más estudiadas y las principales conclusiones a las que se han
llegado. Clásicamente se distingue entre variables personales socio-demográficas,
como la edad, el sexo, etc. y variables personales relacionadas con las
actitudes o personalidad del sujeto.
Variables
socio-demográficas
Son muchos los estudios que centran su atención en el
análisis de variables demográficas y su relación con el estrés y el burnout. La
mayoría de ellos encuentra pequeños porcentajes significativos de varianza en
diversas subescalas que evalúan burnout, pero para gran parte de estas
variables encontramos resultados contradictorios entre los distintos autores;
su abordaje rara vez es experimental, ni longitudinal.
– Sexo. Maslach
señaló que las mujeres experimentan mayor y más intenso cansancio emocional que
los hombres; sin embargo, Schwab e Iwanicki y Gil-Monte y Peiró encontraron
mayor varianza en despersonalización, siendo los hombres los que tiene mayor
sentimiento negativo hacia los estudiantes. Estos resultados se contradicen con
los de Maslach y Jackson, que encuentran diferencias en un mayor cansancio
emocional y menor realización personal en mujeres. Otras autoras centran su
atención en el doble rol ejercido por la mujer en el trabajo y en la casa como
fuente de estrés. Pero, sin lugar a dudas, siguen siendo una mayoría los
autores que no encuentra evidencia suficiente de diferencias significativas
respecto a la variable sexo.
– Edad. Los
resultados sobre esta variable son contradictorios puesto que la relación
establecida entre la edad y el burnout ha sido tanto lineal, como curvilínea,
habiéndose encontrado también ausencia de relación. Estos resultados deberían
ser matizados porque la relación que se establece entre el síndrome de burnout
y la edad, se asociaba al tiempo de experiencia en la profesión, la maduración
propia por la edad del individuo y con la pérdida de una visión irreal de la
vida en general. Por ejemplo, se presentan evidencias que señalan que los
profesores más jóvenes experimentan niveles
Ginkel y Borg y Falzon informaban que los docentes más
experimentados, que llevaban más de veinte años en la profesión, tenían una
respuesta de estrés mayor que la de sus compañeros. Sin embargo, Malik, Mueller
y Meinke no informaban sobre diferencias significativas respecto a la edad.
– Estado civil y
relaciones familiares. El estado civil y las relaciones establecidas dentro
del ámbito familiar han sido dos características ampliamente estudiadas. Los
profesores solteros, experimentaban mayor burnout que los casados, mayor
cansancio emocional y despersonalización, aunque otros estudios no arrojaron
los mismos resultados. Como ha disentido Maslach, el hecho de tener hijos puede
funcionar como un factor de protección ante el burnout puesto que se
relacionaría con la supuesta maduración que acompaña al ser padre, la mayor
experiencia en resolver problemas en los que están involucrados niños y el
apoyo emocional recibido por parte de la familia. De esta forma, se ha planteado la
cuestión de llevarse a casa algunos aspectos relacionados con el trabajo, lo
cual ha sido considerado negativo para las relaciones interpersonales del
profesor dentro de la familia y, por tanto, una fuente de estrés. Sin embargo,
autores como Cooke y Rousseau puntualizan que esta situación también puede
aportar algo positivo, ya que puede darse una oportunidad para recibir apoyo,
consejo o simplemente desahogo, al tener la posibilidad de exponer asuntos del
trabajo en el seno familiar.
– Nivel impartido.
En líneas generales, parece que a medida que vamos subiendo en el ciclo
educativo, a excepción de los profesores de Universidad, los índices de burnout
se incrementan, siendo los profesores de Secundaria los más afectados, sobre
todo en cuanto a la despersonalización y a la realización personal. Gold y
Grant explicaban estos resultados en Secundaria, por el menor grado de interés
y motivación que presentan los alumnos. Sin embargo, otros autores, señalaron
un mayor nivel de burnout en los primeros ciclos educativos. Un estudio
detenido de estas investigaciones nos lleva a corroborar que sin lugar a dudas
el colectivo más afectado es el de secundaria. En esta línea, diversos autores
inciden en los problemas de conducta encontrados en jóvenes y adolescentes,
planteando el dilema de la educación obligatoria y los límites de edad, el
fallo de los sistemas disciplinarios y los alumnos que se enfrentan al profesor
de secundaria.
– Tipo de centro.
El tipo de centro en donde se desarrolla la función docente tiene grandes
implicaciones en la percepción de estrés por parte del profesorado. Si
diferenciamos estos, por encontrarse en núcleos urbanos, rurales o por ser
centros denominados suburbanos (tradicionalmente denominados marginales), todas
las investigaciones apuntan en la misma dirección: existen mayores índices de
burnout en los centros suburbanos que en los dos anteriores. Parece ser que el
comportamiento de los alumnos sería el factor principal, ya que se trata de
personas que frecuentemente pertenecen a minorías marginadas y a familias
multiproblemáticas.
Variables de
personalidad
Son muchas las variables y características de personalidad
de los profesores relacionadas con el estrés y síndrome de burnout. Algunas no
son estrictamente variables de personalidad, pero suelen ser encuadradas dentro
de éstas, al referirse a aspectos individuales modulados por la forma de
comportarse de cada individuo.
Respecto al locus de control, la mayoría de las referencias
de la literatura científica señala que los profesores con más locus de control
externo tienen mayor tendencia a sufrir burnout; incluso se indicaba una
correlación significativa entre el locus de control y las escalas de burnout
del MBI. En cuanto a las investigaciones realizadas sobre la autoconciencia,
autocontrol y autoeficacia, una mayor autoconciencia, mayor nivel de
autocontrol y de autoeficacia suponen un factor protector ante el burnout; por
otro lado, niveles altos de burnout correlacionan con puntuaciones bajas en
estas variables. Tan solo Pines señalaba que solo las personas muy motivadas y
con una alta autoeficacia corren el riesgo de padecer burnout mientras que las
poco motivadas y con una baja autoeficacia tan solo experimentan estrés, fatiga
e insatisfacción. Otra de las variables estudiadas ha sido el patrón de
conducta tipo A (PCTA), tradicionalmente asociada al burnout como moduladora o
facilitadora de la experiencia de estrés. En el ámbito educativo ha estado
asociado con la aparición de trastornos neuróticos y somáticos causados por el
estrés que no presentan profesores que no tienen este tipo de conducta,
obteniéndose una correlación significativa entre el burnout y el PCTA. Sin
embargo, Rudow y Buhr no encontraban relaciones significativas entre este
patrón de conducta y la experiencia de estrés. Por otro lado, recientes
investigaciones señalan una elevada relación entre el PCTA, el burnout y los
problemas de salud mental de profesores con baja laboral de tipo psiquiátrico
en comparación con docentes sin baja, señalando a este patrón de conducta como
un factor de riesgo de padecer baja. La autoestima del profesor, ha sido otra
característica relacionada con el burnout. En la mayoría de estudios aparece
una correlación significativa entre docentes con baja autoestima y presencia de
mayores niveles de burnout de forma que la autoestima va disminuyendo a medida
que avanza el síndrome del quemado. Finalmente, otras variables como los
pensamientos irracionales, el neuroticismo y la falta de empatía también han
sido relacionadas por algunos autores con el aumento de los índices de estrés y
burnout en profesores.
Variables propias del
trabajo y organizacionales
En gran parte de la literatura sobre variables
organizacionales se realizan estudios de diversos aspectos propios del trabajo
y se correlacionan con alguna medida de burnout, siendo la más utilizada el MBI
de Maslach y Jackson.
Todos los factores relacionados con la sobrecarga laboral
están íntimamente relacionados con el cansancio emocional. Los trabajos
administrativos que cada vez más desarrolla el profesor y los conflictos de rol
también provocan un aumento en los niveles de estrés y en los inicios de
cuadros de burnout. Respecto a la ambigüedad de rol, a pesar de que la mayoría
de investigaciones arroja resultados en la misma línea, hay autores como
Friesen y Sarros que no encuentran diferencias significativas en su relación
con el burnout. En cuanto al número de alumnos, esta característica se ha
relacionado tradicionalmente con un mayor nivel de estrés; sin embargo, Petrie
señalaba como no significativa la relación entre número de estudiantes en el
aula y estrés, atribuyendo éste más al comportamiento del grupo de alumnos que
a su tamaño. Esta misma situación ocurre con el bajo apoyo y problemas con el
grupo de administradores educativos e inspectores de educación, que si bien la
mayoría de estudios los señalan como variables relacionadas con el burnout ,
Cecil y Forman no encuentran resultados significativos. Para el resto de variables
si existe un consenso que señala altas relaciones con el estrés y burnout que
padece el profesorado.
Ciclos de estrés del
profesorado
Debido a las características propias del trabajo de los
profesores y a la variabilidad de actividades a lo largo del curso académico,
es normal encontrar momentos en los que los docentes se encuentren más
estresados. La incorporación al trabajo después de las vacaciones, los períodos
de exámenes, etc. hacen del trabajo docente una situación dinámica en la que no
siempre se realiza el mismo trabajo y en las que la época del curso puede
predeterminar momentos vivenciados de forma muy dispar entre el profesorado. De
esta forma, los resultados obtenidos parten de las investigaciones pioneras de
Hembling y Gilliland que indican cuatro momentos especialmente estresantes para
los profesores de Primaria (septiembre, diciembre, marzo y junio) y dos para
los de Secundaria (septiembre y junio). Sin embargo, otros autores no coinciden
con estos resultados. En esta línea, Kinnuen afirmaba que la respuesta al
estrés y sus ciclos dependía más de la personalidad del profesor que
estrictamente del período escolar. Por otro lado, un estudio norteamericano
realizado por la Organización de Maestros Unidos del Estado de Nueva York apuntaba
a la primera semana del curso escolar como la más estresante del año.
Finalmente, Travers y Cooper, tomando muestras de sangre y cuestionarios sobre
estrés durante las primeras semanas de curso escolar, evidenciaban niveles
extremadamente bajos de hidrocortisona y estrés percibido a grandes niveles.
Extraído de
Estrés y burnout en profesores
Juan Antonio Moriana Elvira y Javier Herruzo Cabrera
(Universidad de Córdoba, España)
International Journal of Clinical and Health
Psychology ISSN 1697-2600
2004, Vol. 4, Nº 3, pp. 597-621
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