martes, 26 de diciembre de 2017

ESTRÉS LABORAL DOCENTE. METÁFORA

El actor de teatro clásico.
El profesor español José Manuel Esteve (1987) en su obra “El malestar docente”  empleo la imagen de un actor de teatro para explicar los primeros síntomas de la crisis internacional de los sistemas educativos que se había gestado a finales de la década de 1970.  Describiendo una escena en penumbra, donde el actor

“…vestido con ropajes de época, recita un monólogo en versos de rima consonante, cuando, sin previo aviso, los encargados del decorado dejan caer a su espalda un telón de fondo con la imagen del pato Donald y sus tres sobrinos, los encargados de la iluminación encienden tres rayos láser que cruzan el escenario, y los responsables de la tramoya sitúan en el escenario un maniquí vestido con una minifalda de cuero y el pelo teñido de naranja y verde. Nuestro actor, que aún no se ha dado cuenta de los cambios, continúa recitando en verso, y lo único que advierte es que el público se ríe de él; su primera reacción es de desconcierto: ¿por qué se ríen? La obra de teatro es buena, él es un gran actor, hasta ayer había obtenido siempre éxitos clamorosos, el público debería estar en silencio sobrecogido con la intensidad del drama; pero mira hacia el patio de butacas y lo único que ve es un barullo de comentarios diversos y grupos de espectadores que se ríen abiertamente”.
La metáfora advierte que el cambio social ha transformado profundamente el trabajo de los profesores, su imagen social y la valoración que la sociedad hace de los sistemas educativos.  El autor señala la necesidad de la formación de docentes para enfrentar el cambio, y convocar al análisis del cambio social y educativo como la primera tarea que deben asumir para desempeñar un trabajo educativo de calidad.
En el escenario actual, los medios de comunicación, no sólo compiten por la atención del alumno, además introducen nuevas informaciones y escenarios que los alumnos absorben indiscriminadamente si no cuentan con la guía  y la vigilancia adecuadas. Los medios de comunicación desde el inicio del sexenio actual han contribuido a deteriorar la imagen social de los docentes con el beneplácito del sector empresarial, de las autoridades de gobierno y educativas, y la contemplación de quienes deberían defender los derechos laborales (las organizaciones sindicales).
Es la “guerra del gobierno contra los docentes”, de la que nos han alertado diversos estudiosos de la Reforma Laboral en Educación. Es decir, han cambiado el escenario de trabajo para los maestros. Primero, desprofesionalizando su tarea, convirtiéndola en una “ocupación”, reduciéndolos a sujetos de evaluación y agentes operacionalizadores de lo que promocionan como nuevo  modelo educativo. Posteriormente, volviéndolos víctimas de su propia actuación, ya que el reglamento de condiciones de trabajo los obliga a “abstenerse de denigrar los actos del gobierno o fomentar por cualquier medio la desobediencia a su autoridad”. Como lo ha referido el Dr. Manuel Gil Antón: esta reforma asume al maestro como un infante (sin voz) y ha convertido al magisterio en infantería (que sólo debe obedecer órdenes).
Nos enfrentamos a la configuración de un escenario que actúa como caldo de cultivo para sobredeterminar el estrés laboral docente en las instituciones escolares, para lograr más (aprendizajes) con menos (recursos), asumiendo la rentabilidad de una labor donde los maestros producen más, si trabajan bajo presión y la amenaza.


Por: Fidel Quiñones Marín
Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/estres-laboral-docente-metafora-2/


jueves, 14 de diciembre de 2017

MALESTAR DOCENTE

Estrés, profesores internados en clínicas de reposo, síndrome de de “Burn- Out”  ¿sensacionalismo o realidad?.
Investigaciones recientes sostienen que la docencia hoy en día debe ser asumida como una profesión de riesgo en tanto se constituye en uno de los colectivos profesionales más afectados por la depresión, el estrés y el  síndrome denominado “burn-out” (estar quemado). Un tema que en la prensa nacional con mayor frecuencia lo encabezan titulares como: “La salud mental de los maestros”, “Profesores internados en clínicas de reposo”, o “Los maestros se están enloqueciendo”.

Esta última afirmación, llevó a la Universidad de Los Andes a adelantar un estudio sobre los maestros de Bogotá con el propósito de analizar factores que afectan su bienestar psicosocial y su desempeño laboral. En este trabajo se identificaron diferencias entre la salud física, emocional y psicológica de los docentes; sin embargo, no se encontraron niveles de perturbación significativos y, por el contrario, se identificó una tendencia hacia el bienestar y un alto uso de estrategias para enfrentar dificultades de forma exitosa.
¿Se trata de prensa sensacionalista? ¿Un asunto sobredimensionado por los grupos sindicales? Lo cierto es que el tema está tan extendido dentro del magisterio que los mismos docentes lo consideran normal, como algo propio de la actividad que desarrollan.
Emilio Tenti,  reconocido sociólogo experto en temas de política educativa y condición docente presenta un indicador que podríamos asociar al malestar docente: solo el 35% de los docentes mexicanos, el 45% de los argentinos y el 53% de los brasileros, aspiran a seguir trabajando como docentes en el aula.
El tema que desde luego requiere prudencia en los análisis dado que sus causas admiten un sin número de explicaciones que van desde la sociología, pasando por la psicología, hasta la política educativa, y cuyo peso específico cambia según los contextos, se asocia principalmente a las condiciones de trabajo del sector docente en las que existe una distancia enorme entre el ideal y la realidad de su práctica, a menudo decepcionante, dado el estado de algunas instituciones educativas, la falta de recursos pedagógicos, la exigencia de atender a muchos estudiantes por curso, el desinterés de aprender de los alumnos y las condiciones de pobreza de los jóvenes y sus familias. A esto se suma que sobre ellos recae la culpa por los malos resultados de los estudiantes.
Sin embargo, desde hace algunos años se ha venido consolidando una tendencia a superar la visión de sobrevalorar el peso de los resultados de los alumnos en pruebas estandarizadas, dando importancia a trabajar sobre otros asuntos como la actitud de los docentes respecto a las nuevas generaciones, el impacto de los cambios tecnológicos sobre la autoridad de los docentes para trasmitir conocimientos, el déficit de sentido de la transmisión de contenidos intergeneracionales, el lugar subalterno de la escuela para trasmitir conocimientos socialmente significativos. Todo esto expresa que el modelo educativo tradicional está agotado y por ende las estrategias para evitar el fracaso escolar requieren ser renovadas de manera conjunta con los maestros.
En Colombia claramente damos un paso atrás de ésta tendencia e ingresamos al círculo de países que paga por resultados; el Ministerio de Educación Nacional decreta en febrero de 2015, el Día de la Excelencia cuyo propósito es que cada colegio responda por la resultados académicos de sus alumnos medido en las Pruebas Saber, y otros indicadores de progreso, eficiencia y ambiente escolar. Si el colegio mejora recibirá un premio: “Desde el vigilante hasta el rector tendrán un salario adicional”. Maestros, sindicatos y líderes de opinión han manifestado su voz de protesta sobre las implicaciones de poner en marcha un decreto sin consultarlo con los maestros, y el riesgo de continuar reproduciendo desigualdades pues es probable que los mejores mejoren y sean ellos quienes reciban los incentivos.
Otro fenómeno asociado a la figura del docente, documentado por el PNUD se refiere a los actores sociales más influyentes en la definición de expectativas de futuro de los jóvenes. Los profesores se encuentran en los lugares más bajos de la escala en comparación con la familia, los amigos y la experiencia de vida.
En síntesis, la situación actual de los docentes parece ser muy distinta a la de décadas anteriores, los jóvenes ya no los reconocen como “modelo”, proyectan su vida a partir de otros patrones sociales, los gobiernos orientan sus políticas a contracorriente de las nuevas tendencias y sin consultar a la comunidad educativa; estas nuevas condiciones  generan malestar, crisis de autoridad pero al mismo tiempo la posibilidad de entender el nuevo sentido de la acción docente.


Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/malestar-docente

LUZ AMPARO MARTÍNEZ

Licenciada en Educación, Magíster en Investigación Educativa, y Magíster en Tecnología de la Educación. Fue Directora del Premio Compartir al Maestro; Gerente del Proyecto Nacional de Bilingüismo en el MEN; Directora de Evaluación y Acompañamiento de la Secretaría de Educación del DC; Decana Facultad de Educación de la Universidad de La Salle en Bogotá; autora de estudios sobre informática educativa y rol del docente en la calidad educativa.


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