sábado, 3 de julio de 2010

El profesor entusiasta es el candidato perfecto para acabar desmotivado"

Beatriz Rabasa, autora de 'Cómo dar clase sin quemarse'

Para Beatriz Rabasa, los profesores que se implican más, que acaparan todas las actividades del centro, que se sienten imprescindibles y que se crean excesivas expectativas con sus alumnos, son los primeros en terminar quemados.


Profesora de Secundaria de Matemáticas y abogada especializada en mediación familiar, Beatriz Rabasa ha pertenecido, durante más de diez años, al Consejo Escolar Valenciano y al Comité de Seguridad y Salud Laboral como delegada de prevención de riesgos laborales, de ahí su preocupación por la salud de los docentes. Es autora de El profesor quemado (el síndrome burnout) y ahora llega con un nuevo libro que complementa al primero: Cómo dar clase sin quemarse.

¿La conflictividad de los alumnos sigue estando presente con fuerza o suelen ser los padres los que plantan cara a los profesores?
Yo creo que esos casos puntuales son los que han trascendido a los medios de comunicación, pero no se observa un incremento sustancial de agresiones de los padres hacia los profesores. Lo que sí se detecta es que cada vez hay más padres que consideran que ellos son conocedores de las capacidades de sus hijos y que el profesor está equivocado a la hora de evaluarles. El profesor se siente así deslegitimado. Hace unos pocos años cuando venía un padre, su actitud era distinta, ya que reconocía la autoridad del profesor al menos en cuanto a conocimiento se refiere. Sin embargo, últimamente confían más en la palabra de su hijo.

¿Exageramos demasiado los medios de comunicación aunque realmente el clima no sea tan conflictivo?
En los medios siempre se tiende a esa exageración que no responde a la realidad. Hay algunas agresiones puntuales, pero lo importante es que sigue existiendo una gran conflictividad de baja intensidad. Y es verdad que ahora está apareciendo una cierta conciencia social y se están articulando medidas y protocolos de actuación, pero no ha descendido de forma significativa ese clima de dejación y esas conductas disruputivas.

Y es precisamente esta conflictividad de baja intensidad la que más quema al profesor.
En todos los centros se conocen casos de profesores que son los que se exigen más a sí mismos, que se preparan las clases concienzudamente, pero que llega ese domingo por la tarde y tienen una gran ansiedad para afrontar el día siguiente y que llaman por teléfono al centro y dicen que se encuentran indispuestos. Luego se sienten culpabilizados ante esa angustia para enfrentarse a los alumnos. El problema es que sigue existiendo un gran desconocimiento de lo que es el síndrome burnout. Muchos dicen que tienen depresión pero realmente es una problemática de un estrés que ha llegado a un niveles tales que el organismo no puede dar más de sí.

¿Y la solución al burnout? Porque supongo que el cambio también dependerá de uno mismo y del entorno.

Dentro del ámbito laboral hay que saber decir que no en un momento determinado. Hay profesores que se implican en todas las actividades del centro, se sienten imprescindibles, organizan actividades extraescolares, y tienen un problema para decir que están saturados en un momento determinado. Y todos esos proyectos suponen una carga de trabajo enorme. También es importante saber organizarse en el trabajo, ya que muchas veces se llevan los exámenes a casa, por lo que las horas laborales se incrementan muchísimo. Tampoco es bueno ponerse unas metas excesivas, ya que muchas veces se considera que los alumnos nuevos van a ser maravillosos, se crean unas expectativas excesivas, que van a dar todo el temario, y a los pocos meses comprueban que los problemas continúan.

¿Esos son los profesores que más se desmotivan?
Claro, porque se fijan unos objetivos inalcanzables. Esto no significa caer en el pasotismo, dar sus clases y ya está, porque tampoco van a ser felices. Pero hay que implicarse de forma moderada. El perfil del profesor entusiasta, que llega al centro y que quiere acaparar todas las actividades y que tiene una creencia en las posibilidades de los alumnos de una manera desmedida, es el candidato perfecto para al cabo de un tiempo acabar desmotivado y hundido.

¿Piensa que los profesores van a estar más protegidos si se les concede el estatus de autoridad pública?
El hecho de que se conceda el estatus me parece bien, –lo tienen concedido otros países como Finlandia–, pero no supone que automáticamente el sistema gane en calidad educativa. Es una herramienta más, pero no ha tenido una incidencia respecto a la disminución de esos conflictos, no existe una relación causa-efecto. La verdad es que supone un plus de penalidad, interesante para que cuaje en la sociedad la idea de que el profesor merece un respeto, pero no sé hasta qué punto supone un freno para el agresor una sanción que en lugar de uno a tres años sea de dos a cuatro.

¿Y qué le parece la prologanción de la escolarización obligatoria hasta los 18 años?
Pues creo que incluso es excesiva hasta los 16 años, ya que algunos alumnos están contando los días para cumplir esa edad y no ir a clase. Me parece un desastre prolongar simplemente para maquillar los resultados y disminuir las tasas de paro. Lo sorprendente es que parece una ocurrencia del ministro, que lo lanzó como un globo sonda, pero el Consejo Escolar del Estado ya respaldó esta propuesta con un notable grado de consenso en el pleno del pasado 4 de junio.


 


 


Fuente:

http://www.magisnet.com

Por Adrián Arcos


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