miércoles, 11 de julio de 2012

Sobreviviendo al desgate cotidiano

El “estrés malo” está en las escuelas, y se quedará ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo enfrentarlo? En el siguiente artículo, Joaquín Rocha, Psicólogo, Especialista en Educación para la Comunicación, nos aconseja sobre el tema.



El burn out es una patología de orden psicológico que afecta el equilibrio emocional, físico y cognitivo de un persona. Casi siempre se da en el área laboral por eso muchos autores lo consideran producto de exigencias y presiones de las empresas y organizaciones sobre los individuos. Aunque también se da en familiares o amigos que deben cuidar a una persona enferma o con deterioro.

Es también llamado síndrome de desgaste profesional, síndrome del trabajador degastado, síndrome del quemado entre muchas otras denominaciones. Todas denominan lo mismo: un padecimiento psicosomático como respuesta a un estrés prolongado con gran sobrecarga emocional.

Se manifiesta en aquellas situaciones donde los individuos son exigidos en forma excesiva y no encuentran solución a todo los que se les presentan. Muchas de las veces estas exigencias se han vuelto un hábito inconsciente y socialmente valorado.

Los más afectados son los profesionales de la salud y los de la educación.

El psiquiatra Herbert Freudenberger, el primero en describir este síndrome, lo define “como una sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada, que resultaba de una sobrecarga por exigencia de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador”. Este autor afirmaba que la “adicción al trabajo” era la principal causa.

La logoterapista Dides Lliana Hernández Silveria* sostiene que el común denominador, entre los pacientes que padecen este síndrome, “está referido a que fueron perdiendo lentamente la confianza en si mismos ante la falta de sentido en la vida más allá del ámbito laboral o hallaron hechos decepcionantes e insuficientes. Son personas que se les cuestiono y subestimó la tarea de su vida o cuyo objetivo en la vida fue maltratado.*

Frente a esto se hace necesario, aquel que padece o está a los comienzos del burn out, la búsqueda de estrategias que produzcan un andamiaje que le faciliten minimizar los efectos negativos del síndrome tales como la perdida de empatía, depresiones o enfermedades psicosomáticas.

Varios autores, entre los que se encuentran Viktor Frankl, coinciden en que lo que produce este deterioro no es lo que sucede sino como se toma o se enfrenta a lo que sucede.

En primer lugar es importante un manejo apropiado en la resolución de conflictos y en la asertividad. El respeto por uno y el hacerse respetar respetando al otro es vital.

De esta manera comienzan a diluirse los sentimientos de desamparo, fracaso e impotencia.

Tomarse un tiempo para la relajación y encontrar espacios para el encuentro con otros/as que estén en las mismas condiciones actúa como una excelente prevención y cura. Ayuda a la reconstrucción de la autoestima y a la desaparición del cansancio, dolores osteomusculares, cefalea y hasta insomnio que acompañan al proceso de degaste de este síndrome.

Se debe tener en cuenta el proponerse objetivos cuya consecución sea factible. Adoptar flexibilidad frente a los cambios y producir modificaciones en la rutina cotidiana para encontrar un equilibrio entre la vida personal y la profesional.

Darse cuenta y pedir ayuda a tiempo es condición para la apropiación de una sanidad.

Avivar el descubrimiento y la búsqueda de sentido, como una oportunidad, un camino diferente de la vida, es siempre un desafío. Son pacientes agotados y desganados, llenos de insatisfacción y un gran sentimiento de inutilidad, requieren estimulo constante y poder objetivar logros. Por, sobre todo, necesitan orientación y valoración del sentido en la vida.”*

El autoconocimiento personal es base para resolver las dificultades y problemas que se presentan diariamente como así también la búsqueda de recursos para poder adaptarse a los tiempos que a cada uno le toca vivir.

Se debe tener siempre presente que una buena salud psíquica y física depende de cada uno y de lo que haga para conservarla.




* Dides Lliana Hernández Silveria – El común denominador. Estrategias de abordaje cognitivo en adultos con deterioro. 1° ed.- Buenos Aires: San Pablo, 2011



 Autor
Joaquín Rocha Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación 
Joacorocha05@yahoo.com.ar 

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