La profesión docente, a través del tiempo, ha pasado por
cambios constantes, estos han sido marcados por la forma en que la sociedad
entiende su papel, por las necesidades políticas de la nación o por las
ideologías que los propios profesores conciben como las más adecuadas para su
labor, en ocasiones estos tres rubros dejan de estar en sintonía y se crean
tensiones.
Estas tensiones pueden derivar en diversos malestares:
estrés, depresión y entre ellos el Síndrome de Quemarse por el Trabajo (SQT),
que es quizá uno de los más importantes por las delicadas consecuencias que
puede acarrear, no sólo al individuo que lo padece sino a todo el sistema
educativo.
Antecedentes teóricos
El Síndrome de Quemarse por el Trabajo no es un problema
nuevo, sin embargo, hoy en día éste se encuentra de forma más frecuente y
preocupante entre los profesionales, principalmente de las áreas de la salud,
educación, servicios sociales, entre otras, que tienen en común la atención o
el servicio directo a otras personas.
Este síndrome conocido internacionalmente como Burnout tiene
una corta vida en la investigación educativa. En 1974, el término fue acuñado
en primer lugar por Herbert Freudenberger (1980), quien mostró gran interés al
observar el agotamiento físico y mental que experimentaban tanto él como sus
compañeros de trabajo en una clínica psiquiátrica. Otra pionera en el estudio
del Síndrome fue Cristina Maslach (1982), quien tomó el término por la forma en
que coloquialmente se nombraba en Estados Unidos a las personas que padecían
abuso crónico de alguna droga y también era usado por los abogados para
referirse a manifestaciones similares al fenómeno investigado en ambientes de
pobreza.
El término ha sido difundido y consolidado como un síndrome
tridimensional derivado de un estrés emocional crónico, considerado así a
partir de estudios realizados por Maslach y Jackson (en Guerrero & Rubio,
2005). Aunque el concepto varía entre los diferentes autores que lo han
trabajado, la base para la conceptualización del Burnout generada por Maslach
permanece.
Actualmente y después de diversos estudios se ha llegado a
diversas definiciones, este trabajo estuvo basado en la que desarrolló Gil-Monte
(2001):
…una respuesta al estrés laboral crónico integrado por actitudes y
sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el
propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente
agotado. Esta respuesta ocurre con frecuencia en los profesionales de la salud
y, en general, en profesionales de organizaciones de servicios que trabajan en
contacto directo con los usuarios de la organización.
De este modo el Síndrome de Quemarse por el Trabajo se
relaciona con los procesos organizacionales del centro de trabajo así como las
tareas propias del trabajo realizado.
El SQT para ser llamado así debe presentar las tres
dimensiones que lo caracterizan:
a) Desgaste Psíquico que se refiere a la aparición de
agotamiento emocional y físico;
b) la Indolencia que es la manifestación de actitudes
negativas de indiferencia y cinismo hacia los clientes de la organización;
c) Ilusión por el trabajo (ausencia de ella), definida como
el deseo del individuo de alcanzar las metas laborales porque supone una fuente
de placer personal.
En algunos casos esto se agrava con la presencia de
sentimientos de culpa por el comportamiento y las actitudes negativas
desarrolladas en el trabajo, en especial hacia las personas con la que se
establecen relaciones laborales, su aparición es posterior a las otras tres
dimensiones. Esta cuarta dimensión, ya había sido contemplada por estudiosos
del tema entre ellos, Maslach y Freudenberger, sin embargo, es Gil Monte quien
la sistematiza ante diversos estudios y observaciones del fenómeno y la incluye
como parte del SQT y advierte que ésta puede o no presentarse en los
individuos, ya que su aparición puede estar predispuesta por los valores
sociales y la ética profesional del individuo (Gil-Monte).
Extraído de:
El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout) en
educación basica
Adriana Mercado Salas
Verónica Silvia Noyola Cortés
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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