La existencia de un “estrés malo” en la docencia es evidente, y además se trata de una problemática sumamente extendida, lo que provocó la existencia de numerosas investigaciones. Una de las cuestiones más importante es la relacionada con las respuestas que debemos dar, tanto a nivel individual, grupal, como en el de las organizaciones, teniendo en cuenta siempre que es mejor prevenir que curar. La siguiente publicación se ocupa de esos temas.
Debido al elevado número de consecuencias, tanto personales
y familiares como sociales y laborales que produce el burnout, el estudio de su
tratamiento o prevención es un aspecto fundamental en la literatura científica
sobre el tema. Los resultados de investigaciones centradas en la intervención
suelen ser “imprecisos, ambiguos y
bastante contradictorios” según Polaino-Lorente. Sin embargo, proliferan
los estudios centrados en las estrategias de afrontamiento que a nivel
individual y/o grupal puedan ejercer los profesores a la hora de enfrentarse al
burnout. Este tipo de entrenamientos se realizan normalmente en talleres con
profesores que se reconocen como afectados por el síndrome (tratamiento) o en
profesionales que, sin haber vivenciado los efectos del burnout, deciden por
propia iniciativa aprender mecanismos que le permitan afrontar adecuadamente el
estrés laboral. A pesar de esto, la mayoría de especialistas reconocen las
limitaciones de estos trabajos y su eficacia reducida al limitarse las
actuaciones a un contexto en el que ya se ha producido el problema y no a su
raíz, previniendo su aparición e incluso señalando su poco rigor científico y
metodológico. Tradicionalmente, se agrupan las técnicas utilizadas en tres
categorías: individuales, grupales y organizacionales.
Estrategias de
intervención individuales
Bajo el nombre de técnicas paliativas se encuentran aquellas
que se centran en reducir la experiencia emocional del estrés causado por
diversos factores que se tienen en cuenta actuando sobre ellos. Las más
utilizadas en el ámbito educativo son las de corte cognitivo-conductual aunque
también encontramos técnicas psicodinámicas y las centradas en el ejercicio
físico. Las técnicas conductuales se centran en enseñar a desconectar del
trabajo y separar la vida personal y familiar de la laboral, utilizando
técnicas para mejorar la ejecución del trabajo intentando llegar a la mayor
efectividad en el mínimo tiempo posible. Algunos autores proponen
entrenamientos basados en la retirada de la atención, programas de refuerzos,
time out, control de contingencias, autoreforzamiento y evitación o la
utilización de contingencias adecuadas, análisis de tareas, reforzamientos
progresivos y control de problemas en clase. Dentro de las técnicas
psicológicas de orientación cognitivo-conductual, la desensibilización
sistemática, ha sido una de las técnicas más utilizadas junto al counseling y
el asesoramiento técnico, el entrenamiento en asertividad, la relajación,
práctica de simulación con técnicas de aprendizaje de destrezas sociales para
la formación de profesores de secundaria, habilidades relacionales y
comunicacionales, habilidades de coping, asertividad, trabajo en equipo y
reconstrucción de pensamiento e ideas sobre la enseñanza y los programas de
evitación y afrontamiento ante la depresión (Pozo, 2000). En esta línea, Cheek
y Lau demuestran que la utilización de terapia cognitivo-conductual junto a la
musicoterapia arroja mejores resultados frente al burnout que la terapia
cognitivo-conductual sola.
Dentro de la orientación cognitiva destacan las técnicas de
identificación de distorsiones cognitivas y el entrenamiento en reatribución
cognitiva, reestructuración cognitiva, la inoculación de estrés,
autoinstrucciones, entrenamiento en autoverbalizaciones y autoeficacia, el
entrenamiento en solución de problemas, autocontrol, terapia racional-emotiva
de Ellis, detención de pensamiento, técnicas de resistencia y habilidades de
afrontamiento. Otras técnicas cognitivas son la intervención centrada en las
demandas emocionales y enseñar a identificar las primeras fuentes de burnout a
la vez que se entrena en estrategias de afrontamiento.
Respecto a la orientación psicodinámica, aunque sin lugar a
dudas son las técnicas menos utilizadas, cabe destacar el trabajo de
Andrianopoulos sobre psicoeducación y asesoramiento. También, aparecen en la
literatura técnicas de tipo físico que actúan sobre los efectos fisiológicos
del estrés y del burnout (insomnio, taquicardia, inquietud psicomotora y otras
respuestas psicosomáticas propias de la ansiedad), como por ejemplo la
propuesta de Travers y Cooper de hacer ejercicio físico, yoga, relajación y
viajes.
Uno de los aspectos más relevantes de las técnicas señaladas
anteriormente es que la gran mayoría de ellas no se han utilizado de forma
sistemática ni científica con colectivos de profesores, es más, algunas
técnicas psicológicas que se presentan aparecen en la literatura como
potenciales reductoras de estrés y ansiedad acogiéndose a los resultados
obtenidos con poblaciones clínicas; sin embargo, no se han realizado estudios
serios en los que se apliquen de forma individual o grupal en el ámbito
docente, quizás por las dificultades metodológicas que implica su realización.
Estrategias de
intervención grupal
Centradas principalmente en la búsqueda de apoyo social, ya
sea a nivel familiar, amigos o compañeros, los grupos de apoyo, la escucha, el
apoyo técnico y emocional influyen en gran medida, en la prevención y tratamiento
del burnout. De esta forma, exponer los problemas de un profesor a un grupo de
compañeros de profesión resultaba una experiencia reconfortante, se sentían
comprendidos, intercambiaban opiniones y se daban consejos. Los docentes
observaban que su problema lo tenían también otras personas, incrementando su
compañerismo y la fuerza suficiente para afrontar situaciones y enfrentarse a
los problemas diarios en el aula. Las estrategias de intervención grupal no
dejan de ser las mismas técnicas presentadas en el apartado anterior, solo que
aplicadas en grupo a un conjunto de profesores. Esta forma de trabajo adopta el
formato de pequeños seminarios ofertados principalmente por las propias
instituciones educativas. Su problema fundamental es que se trata de actuaciones
puntuales en las que no se suele hacer un seguimiento al profesor ni hablar de
aspectos específicos que afecten de forma individual al docente. Tan solo, se
suelen enseñar técnicas como la relajación, resolución de problemas, debates en
grupo sobre los principales problemas, etc.
Estrategias
organizacionales
Bajo esta denominación se encuentran todas aquellas
estrategias que desde la administración educativa se pueden desarrollar para
paliar algunas de las fuentes de estrés. Son medidas generales cuya
implantación minimizaría los efectos del burnout y actuaría como prevención del
mismo. Una de ellas es aumentar la formación de los profesionales. Es evidente
que si un profesor antes de incorporarse a su función docente tuviera una
formación adecuada sobre estrategias y comportamientos que le puedan ayudar a
enfrentarse con la multitud de problemáticas que pueden sobrevenir en un día
normal de trabajo, su respuesta ante situaciones problemáticas o generadoras de
estrés aumentaría. Los métodos de selección han sido otras de las propuestas a
realizar por la administración; de esta forma se propone introducir profundos
cambios en la selección y formación del profesorado. Si la selección se hace
con una estrategia multidimensional mejorará, esto es, aplicando no solo
criterios centrados en los conocimientos sino también en otros aspectos como la personalidad. Un
tipo de actuaciones propuestas por algunos especialistas son los programas de
asistencia al empleado, en donde un equipo de profesionales asesora y atiende
de forma personalizada todos los problemas del trabajador. Otras medidas
organizacionales son la reducción de la carga de trabajo en general (Pines y
Aronson, 1981), de la carga lectiva y jornada laboral, aumentar la
participación de los trabajadores en la toma de decisiones, fomentar redes de
apoyo entre los compañeros, ocio, desarrollo personal y profesional y aumentar
las recompensas y reconocimientos al profesor, así como su salario. Incluso
Maslach propone informar sobre el síndrome de burnout como una estrategia para
su prevención.
A pesar de que las características organizacionales, tal y
como hemos señalado anteriormente, están consideradas como un factor
determinante en la aparición del burnout , su modificación o cambio se hace
prácticamente inviable sin apoyo de la administración educativa. Esta situación
conlleva que estas propuestas no se hallan desarrollado por impedimentos
organizativos de la política educativa. En definitiva, son propuestas que
pueden mejorar la función docente pero se precisan pruebas piloto en algunos
centros o modificaciones importantes en la administración pública para que
pudieran desarrollarse y así demostrar empíricamente su efectividad.
Prevención
Anteriormente, hemos comentado algunas estrategias de tipo organizacional
utilizadas como medidas de prevención. Sin embargo, por la importancia que se
atribuye a ésta, resaltamos algunos aspectos que enfatizan su utilización. Son
muchos los autores que centran su atención en la prevención como aspecto
fundamental para solucionar los efectos que produce el burnout. El trabajo en
prevención afecta a decisiones políticas y económicas existiendo un
posicionamiento poco realista de la administraciones respecto a la situación
actual de la educación.
No se responde a las demandas de incrementar los pocos medios
materiales y humanos actuales, existiendo un bajo reconocimiento de los
estudios científicos que corroboran con datos las consecuencias negativas de
estos déficit. Esta situación implica una baja actuación por parte de los
poderes públicos en la prevención de este fenómeno. De manera mayoritaria está
considerada como la actuación más importante según la literatura sobre el tema.
Siguiendo las líneas de actuación propuestas por Kelchtermans y Strittmatter
para la prevención del burnout en profesores, es necesario una actuación de
base desde la administración pública centrada en el reconocimiento público de
la labor docente, la vuelta a una imagen positiva del profesor, el balance
entre las políticas educativas y la realidad, así como la autonomía de los
centros. Otros aspectos destacados son la provisión de recursos personales y
materiales para poder adaptarse a los cambios que generan las necesidades
sociales y políticas, analizar la carrera profesional y vida laboral del
profesor (remuneración económica, posibilidad de promoción, etc.) y revisar las
funciones de la escuela y de los profesores. También destacan la participación
de los profesores en las decisiones de los centros y en las políticas
educativas, potenciar el trabajo en grupo así como mantener adecuadas
relaciones interpersonales entre los compañeros y crear servicios de apoyo y
asesoramiento al profesorado.
Extraído de
Estrés y burnout en profesores
Juan Antonio Moriana Elvira y Javier Herruzo Cabrera
(Universidad
de Córdoba, España)
International Journal of Clinical and Health
Psychology ISSN 1697-2600
2004, Vol. 4, Nº 3, pp. 597-621
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