El burnout afecta severamente a las personas, y como se trata de un síndrome proveniente de una ocupación, es un problema para la organización toda, ya que afecta su funcionamiento ¿En qué medida el burnout debe preocupar a la organización?
Intentamos ahondar en la descripción del constructo burnout
desde la vertiente organizacional, ya que ha sido en este contexto donde se han
originado y desarrollado las diversas líneas de investigación. Hay acuerdo casi
unánime en fijar 1974 como el a ño de origen del estudio sobre el burnout, y
citar a Freudenberger como el autor que inició dicho estudio, aunque Corcoran
(1985) fija el inicio un poco antes (Freudenberger, 1971). También en 1974
aparece otro autor que reflexiona sobre el síndrome (Ginsburg) que, sin
embargo, ha sido escasamente citado, tal vez porque a diferencia del primero no
tuvo un desarrollo científico tan prolífico.
De lo anterior se deduce que hace poco más de veinte años
que se comenzó a investigar sobre el constructo burnout, habiéndose registrado
un desarrollo considerable de la investigación al respecto. Gillespie (1980)
reflejaba la necesidad urgente de incrementar el conocimiento del síndrome por
los altos costos que supone a nivel individual y organizacional, de ahí que
Burke (1992) señalara que el interés por la experiencia de burnout psicológico en
los contextos organizacionales siga creciendo. Así, mientras Roberts (1986) cifraba
en más de 300 las referencias sobre burnout en el periodo 1980-85, Garcés de Los
Fayos, Teruel y García Montalvo (1993) la incrementan en más de 1000, siendo el
ámbito organizacional sobre el que versan la mayoría de trabajos (más del 97%
de los mismos); incluso, Kleiber y Enzman ya habían citado por encima de las
2500 referencias, sólo en el periodo comprendido entre 1974 y 1989. No es
extraño, por tanto, que García Izquierdo señale que el burnout es un problema
característico de los trabajos de "servicios humanos", es decir de
aquellas profesiones que deben mantener una relación continua de ayuda hacia el
"cliente": médicos, profesores, enfermeras, asistentes sociales, psiquiatras,
psicólogos, policías, etc. Por esta razón, como veremos a lo largo de este capítulo,
una de las características propias del síndrome es el "desgaste
emocional" que dicha interacción va produciendo en el trabajador. Y puesto
que se parte de una situación estresante, la mayoría de autores verán en el
burnout un sinónimo de estrés ocupacional, cerrándose la posibilidad a
comprender el síndrome en otros contextos, si bien algunos autores ya indicaron que el burnout no tenía que ser
necesariamente producto del estrés ocupacional.
En este sentido, Walker (1986) valorando cuál ha sido el recorrido
teórico del constructo observa que el síndrome descrito por Maslach continuó
con la concepción del mismo como una enfermedad importante y acabó como
enfermedad ocupacional. Sin embargo Walker, que acepta el inicio del estudio
del burnout en ciencias sociales a cargo de Freudenberger, matiza que
anteriormente Grahan Greene (1960) ya había utilizado el término burnout para
describir el estado de "vaciamiento existencial" que una persona
sentía como consecuencia del padecimiento de una enfermedad incurable.
Este dato no supone una mera constatación histórica, sino la
constatación de la amplitud teórica del concepto que pretendemos investigar. No
debemos olvidar que en los años 60 se había utilizado el término para referirse
a los efectos que provocaba en la persona el abuso crónico de las drogas. De
hecho, aceptando que una persona pueda sufrir burnout sin la presencia de unos
antecedentes organizacionales, estamos aceptando que, en principio, cualquier
individuo sea cual sea su situación personal y organizacional podría verse
afectado por este problema. De hecho, Starrin, Larsson y Styrborn indican que
en los años sesenta el término burnout se había utilizado para describir los
efectos crónicos del abuso de drogas, hasta que Freudenberger le da la nueva
connotación al constructo. Una connotación que est á ligada a la condición
psicoanalítica de Freudenberger y su pretensión de caracterizar al burnout como
un nuevo síndrome clínico. Sin embargo, esto no nos debe hacer caer en el uso
indiscriminado del término burnout para describir diferentes problemas
relacionados con el trabajo o con cualquier otro contexto (Maslach).
Lógicamente, aceptar la apertura en la concepción del
concepto conlleva el riesgo de destruir su utilidad, pero también es cierto que
el interés en su investigación proviene del hecho de tratarse de un problema social
antes que de una cuestión teórica (Maslach y Jackson, 1984). Estas autoras
precisan muy bien los objetivos de su estudio: el burnout es un problema que
afecta a muchas personas y se necesita saber más acerca de él. Con el anterior planteamiento
conseguimos reducir tanto la prevalencia como la incidencia (Burke y
Richardsen, 1991) de un problema que afecta cada vez a más profesiones (hasta 25
campos profesionales cita Silverstein, 1986), y consecuentemente a más
personas. En la Tabla se observan los datos epidemiológicos aportados por
diferentes estudios.
Datos epidemiológicos
acerca del burnout
Estudio Resultados
Kyriacou (1980) 25%
en profesores
Pines, Aronson y Kafry (1981) 45% en diversas profesiones
Maslach y Jackson (1982) 20-35%
en enfermeras
Henderson (1984) 30-40%
en médicos
Smith, Birch y Marchant (1984) 12-40% en bibliotecarios
Rosse, Johnson y Crown (1991) 20% en policías y personal sanitario
García Izquierdo (1991a) 17%
en enfermeras
Jorgesen (1992) 39%
en estudiantes de enfermería
Price y Spence (1994) 20%
en policías y personal sanitario
Deckard, Meterko y Field (1994) 50% en médicos
Estas cifras son indicativas de que podemos encontrarnos
ante un problema de gran magnitud, que conlleva consecuencias personales y laborales
negativas y que justifican por sí mismas que el desarrollo investigador haya
crecido de manera considerable en estos pocos más de veinte años.
Estos altos porcentajes estarían en sintonía con el
planteamiento de Freudenberger (1977) según el cual el burnout sería
"contagioso", ya que los trabajadores que padecen el síndrome pueden
afectar a los demás de su letargo, cinismo y desesperaci ón, con lo que en un
corto periodo de tiempo la organización, como ente, puede caer en el desánimo
generalizado. Savick (1979) también admitía esta posibilidad de contagio
indicando que "el burnout es similar al sarampión" en cuanto a sus
efectos epidémicos. En esta misma dirección, Seidman y Zager aceptan la
posibilidad de contagio del burnout entre los trabajadores de una misma
organización. Smith, Bybee y Raish indicaban incluso que el contagio era
especialmente virulento cuando la causa del síndrome está en la dirección organizativa,
o cuando el agravamiento de la situación tiene que ver con carencia de
comprensión y se está poco dispuesto a pactar con los problemas que van surgiendo.
Por último, recientemente Olabarría plantea que el burnout se puede presentar
de forma colectiva, a modo de contagio.
A pesar de todo lo anterior, la conceptualización del
burnout sigue siendo un obstáculo para la investigación. Hay
que tener en cuenta que independientemente de que el síndrome sea similar al
estrés laboral o, por contra, consecuencia de éste, el primer problema que
encontramos es la imprecisión y ambigüedad del concepto estrés; además, como
señala este autor, actualmente no existe consenso para definir estresor
ocupacional (antecedente del burnout). No es extraño, por tanto, que mientras Meier
(1984) mantuviese que el constructo burnout demostraba cumplir los criterios de
validez convergente y discriminante, Moreno, Oliver y Aragoneses (1991)
plantearan que la validez del constructo era muy criticada. As í, podemos
encontrar que mientras Pines, Aronson y Kafry (1981) defendían la concepción
del burnout como fenómeno social, Freudenberger había partido del planteamiento
más individualista y clínico de la depresión, ya que este autor consideraba que
la depresión era uno de los síntomas más característicos del burnout. En este
sentido, Davidoff (1980) establece que puesto que la semejanza entre burnout y
otros constructos es tan grande, quizás estemos utilizando un nuevo término
para definir antiguos problemas.
Oswin y otros se plantean que es probable un solapamiento
entre los constructos depresión y burnout. Es posible, como señalan Oliver,
Pastor, Aragoneses y Moreno (1990), que sea necesario fragmentar un constructo
tan amplio como estrés para ayudar a conceptualizar los diversos fenómenos
asociados, como el burnout. Tal es la relevancia que está adquiriendo la
investigación acerca del síndrome que, como indica Neveu, en 1990 se celebró en
Cracovia la
Conferencia Europea de Burnout Profesional, continuación de
la que se celebró dos años antes en Helsinki, y en la que se establecieron dos ejes
sobre los que se articula la investigación sobre burnout: Maslach y Jackson
que, como más adelante veremos, son los autores que están influyendo de forma
decisiva en el estudio de este fenómeno.
Pretendemos ahondar en los diversos aspectos conceptuales y
metodológicos relacionados con el síndrome, intentando aclarar, en la medida de
lo posible, el constructo que estamos analizando. Partimos para ello de la
afirmación que realizan Burke y Richardsen en su amplia revisión, y que muestra
la complejidad del constructo: "existe
un acuerdo general en que el burnout ocurre a un nivel individual, es una
experiencia psicológica interna envuelta de sensaciones, actitudes, motivos y
expectativas, y es una experiencia negativa que da lugar a problemas de distrés
y disconfort".
Extraído de:
TESIS SOBRE EL BURNOUT
Por: Enrique J. Garcés de Los Fayos Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario