Como
decíamos al comienzo de este artículo, uno de los síndromes más
característicos, dentro de las fases avanzadas del estrés laboral, es el
síndrome de Burnout, también conocido por “síndrome del profesional quemado” o
de “desgaste profesional”, fue acuñado originariamente por Freudenberger
(1974), un psicólogo clínico familiarizado con las respuestas al estrés de los
miembros de una institución de cuidados alternativos de salud, si bien su categorización
y difusión se debe principalmente a Cristina Maslach, una investigadora de
psicología social, a partir de la segunda mitad de los setenta, cuando
estudiaba las formas de afrontamiento con el arousal emocional en el trabajo.
El término
Burnout procede del mundo del deporte y expresaba la situación que vivían los
deportistas cuando no obtenían los resultados deseados a pesar de sus grandes
esfuerzos y entrenamientos. También se utilizaba este término, de manera
coloquial, para referirse a los efectos del abuso crónico de drogas.
Desde hace
ya bastante tiempo, una importante cantidad de autores, se han interesado por
el concepto de estrés. Ya hemos señalado a Freudenberger (1974, 1977, 1980) y a
Maslach y Jackson (1981 a, b; 1982; 1986), ambos autores estudian el síndrome
de burnout como una respuesta a un estrés emocional crónico caracterizado por
agotamiento físico y psicológico, actitud fría y despersonalizada en la
relación con los demás y sentimiento de inadecuación a las tareas que se deben
de realizar.
Parece ser
que lo sufren, especialmente, personas cuyas profesiones versan sobre todo en
la atención y ofrecimiento de servicios humanos directos y de gran relevancia
para el usuario: enfermeros, profesores, policías, cuidadores, etc.
Hasta hace
poco, hablábamos de un síndrome no recogido en las clasificaciones
psicopatológicas internacionales, aunque objeto de numerosas investigaciones
(Olabarría, 1995). El Burnout es un estrés crónico (distrés) experimentado en
el contexto laboral, es decir, formando parte de un proceso (Meir, 1983;
Álvarez y Fernández, 1991 a, b), siendo este síndrome el último eslabón o la
última secuencia de la cadena; sin embargo, es necesario diferenciar el Burnout
de otros síndromes o nociones y de hecho son muchos los autores que hacen
hincapié en que se trata de una forma de estrés ocupacional, con entidad
propia, estudiado en la población laboral de servicios directos a otras
personas (Ribera, Cartagena, Reig, Romá, Sans y Caruana, 1993; Pines, Aaronson
y Kafry, 1981, etc.).
En este
trabajo de investigación ya se ha concretado el estrés, con la definición de
Lazarus, como una relación particular entre el individuo y el entorno que es
evaluado por este como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en
peligro su bienestar.
Una
exposición crónica a los estresores laborales, puede llevar a los profesionales
que trabajan en contacto directo con las personas, a sufrir un síndrome de desgaste
Burnout, síndrome caracterizado por: agotamiento emocional, es decir el vaciado
de recursos personales junto con la sensación de que ya no se tiene nada que
ofrecer psicológicamente a los demás; despersonalización, como desarrollo de
una actitud negativa e insensible hacia las personas con quienes se trabaja; y,
disminución del sentido de realización personal o percepción de que los logros
profesionales quedan por debajo de las expectativas personales suponiendo una
autocalificación negativa (Maslach y Leiter, 1997).
A partir de esta conceptualización del
síndrome de Burnout, se han realizado múltiples estudios (Maslach y Pines,
1977; Hingley y Harris, 1986; Brookings, Bolton, Brown y McEvoy, 1985; Bartz y
Maloney, 1986, etc.), tanto para precisar su contenido como para buscar las
causas, determinar indicadores y predictores y prevenir tal desgaste; sin
embargo, debido a que no hubo mucho énfasis inicial en el desarrollo de teorías
sobre el síndrome, no surgió un marco teórico conceptual en el que integrar y
evaluar los distintos hallazgos y soluciones propuestas; así por ejemplo, el
burnout, puede se conceptualizado, desde una perspectiva clínica y una
perspectiva psicosocial (Gil-Monte y Peiró, 1997; Olmedo, 1997).
Desde una
perspectiva clínica, se entiende como estado, consecuencia del estrés laboral.
Desde este enfoque se dirigieron los primeros trabajos de Freudenberger (1974)
y de Pines y Aaronson (1988). Desde una perspectiva psicosocial, puede ser
abordado como un proceso que se desarrolla por la interacción de
características del entorno laboral y de orden personal, con manifestaciones
bien diferenciadas en distintas etapas. En esta orientación caben los trabajos
de Maslach y Jackson (1981), Golembiewski y cols. (1983), Leiter (1988),
Schaufeli y Dierendonck (1993), Gil-Monte y cols. etc.
Extraído
de
Profesión
docente y estrés laboral: una aproximación a los conceptos de Estrés Laboral y
Burnout JOSÉ ANTONIO AYUSO MARENTE Universidad de Cádiz, España
Fuente
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