¿Qué competencias debemos desarrollar, para prevenir el “Malestar docente”? Son de diversos tipos, El Dr. Hue señala al Autoconocimiento y la Autoestima como alguna de ellas, y nos explica en que consisten:
Autoconocimiento
Decía Voli “al
profesor le ayudará especialmente el análisis personal de uno mismo desde la
perspectiva de los cinco componentes básicos de la autoestima: seguridad,
identidad, integración, finalidad y competencia”. Y completaba Rovira “El miedo desaparece con el conocimiento, con
el autoconocimiento, cuando nos redefinimos fruto de ese conocernos”. Todo
proyecto y, especialmente, todo proyecto personal debe iniciarse con una
revisión de la situación de partida sobre la que determinar las actividades
subsiguientes. En tal sentido, el método de pensamiento emocional propone a los
docentes una reflexión sobre su propia existencia, sobre su propia profesión,
sobre su propia vida de relación. Para ello, el método propone la reflexión
diaria, al inicio y al final de la jornada, el aprovechamiento de tiempos de
silencio, y, a ser posible, el uso del diario como elemento de reflexión y de
mejora. Las teorías de Schön sobre la reflexión en la acción se plasman en el
método de pensamiento emocional en forma de diario o en forma de autobiografía
como nos dirá Damasio “Las autobiografías
están hechas de recuerdos personales, son la suma total de todo cuanto han sido
vivencias y experiencias de nuestra vida”.
El método nos propone un conjunto de ejercicios y de
técnicas entre las que podemos destacar la técnica del Mapa Emocional. Esta
técnica consiste en dibujar un gráfico elaborado con rectángulos, que
representan las emociones, los sentimientos o los rasgos de personalidad y
líneas de flecha, que indican acciones y relaciones. Está técnica toma de los
mapas conceptuales de Novak la disposición plástica y la idea de la cartografía
emocional de Soler y Conalga a la que se añade el autoconocimiento emocional.
Otra técnica es la denominada como el Árbol vital. Muchas
veces los docentes pensamos que nos hemos equivocado. Por este motivo, es
importante que analicemos a través de un gráfico, esos puntos de inflexión y
que reconozcamos que en todo momento que no nos equivocamos. La felicidad, el
bienestar viene determinado por nuestras creencias (Cardenal) y ellas se ven
condicionadas por la percepción de los errores cometidos.
En cualquier caso, el autoconocimiento es la puerta del
método de pensamiento emocional y la base del bienestar docente que se deriva
de su puesta en práctica.
Autoestima
La segunda de las competencias emocionales se refiere a la
valoración personal, a la
autoestima. En mi práctica profesional he advertido cómo un
buen número de maestros, profesores de educación secundaria y de universidad
tienen un bajo concepto de sí mismos. La profesión docente juega continuamente
con la evaluación y los docentes somos personas acostumbradas a evaluarnos, a
compararnos con criterios de excelencia o incluso, de perfección. Precisamente,
esta palabra perfección y perfeccionismo sale con frecuencia en las actividades
formativas. Parece como si los docentes tuviéramos la obligación de ser
perfectos. El método de pensamiento emocional, veremos en el punto cuarto,
tiende a la calidad, a la excelencia, pero en ningún caso, a la perfección. Las
personas que queramos ser perfectas nunca lo conseguiremos y, además,
desarrollaremos malestar en nosotros y en los que nos rodean. Un profesor
perfeccionista se muestra generalmente insatisfecho y provoca la insatisfacción
entre sus alumnos.
“La autoestima es un
sentimiento profundo que hunde sus raíces en la infancia y que tiene relación
con la percepción que hacemos de la estima que los demás tienen de nosotros”
(Hué). A la hora de hablar de cómo se forma la autoestima del profesorado
Esteve señala que en el plano social son tres los indicadores: el sentimiento
de ser aceptado por sus compañeros; el sentimiento de ser aceptado por sus
alumnos en su papel de profesor; su integración en el centro educativo. Es
evidente que al hablar de valoración nos referimos a un modelo o norma con la
que nos comparamos. Por esto, es tan importante la reflexión personal sobre
nuestras capacidades y defectos y asumir un nivel importante de valoración
positiva de nosotros mismos. La valoración de nuestras competencias es siempre
subjetiva y viene determinada por la influencia de nuestro entorno,
especialmente, nuestro entorno infantil (Díaz-Aguado).
El optimismo, esa capacidad de analizar siempre el lado
positivo de las cosas y de los acontecimientos es una percepción subjetiva que
es aprendida en los primeros años de la vida. Ahora bien, la autoestima y el optimismo se
pueden modificar, y, en ese sentido, el método de pensamiento emocional nos
presenta un conjunto de actividades para que los docentes que tenemos una
autoestima baja o que tenemos un estilo de pensamiento pesimista consigamos
cambiarlo. El primer paso que nos propone el método de pensamiento emocional es
la valoración adecuada de nuestras capacidades y competencias. Valoración
adecuada, significa, que debemos ser objetivos en la evaluación de las mismas,
pero entendiendo que son en sí mismas un valor. “La mayor parte de nosotros hemos sido educados en la creencia de que
elogiarnos a nosotros mismos es un acto de inmodestia, de tontería y de humillación”
nos decía Steiner.
Con frecuencia no valoramos de forma suficiente las cosas y
habilidades que poseemos. Entre los ejercicios que propone el método de
pensamiento emocional en un curso de formación del profesorado se encuentra el
ejercicio del diez. Consiste, en conseguir que mirándonos a los ojos, todos los
participantes, uno a uno diga a los demás la frase: ¡Yo valgo 10! Al principio,
se observa, casi todos son remisos a decir esa nota tan alta referida a uno
mismo, pero cuando se establece un clima de respeto y de apoyo mutuo, todas las
personas logran afirmar que su valor es de 10. Eso no significa que todos los
docentes tengamos las mismas competencias y capacidades, sino que todas las
personas, por el mero hecho de serlo tenemos un conjunto de valores que
alcanzan esa nota. Todos tenemos vida, y además, en la mayor parte de los casos
contamos con la vista, el oído, unas piernas, y, además, tenemos un nivel de
vida con alimentación sana y diaria, vestido, cobijo, salud, etc. que debemos valorar.
Otro ejercicio que se propone es conocer el valor de las
diferentes partes del cuerpo en el caso de que fueran vendidas. Es decir, se
propone a los participantes en la sesión formativa que vendan alguna parte de
su cuerpo, como una falange o una mano y que le pongan un precio. Ninguna
persona, en esta sociedad occidental a diferencia de sociedades poco
desarrolladas es capaz de vender por ninguna cantidad alguna parte de su
cuerpo. Esto significa que tenemos suficientes elementos para sentirnos dichosos,
alegres, contentos, felices. Tenemos suficientes motivos para manifestar
nuestro bienestar, nuestro bienestar docente y veremos, además, cómo nuestro
alumnado reacciona positivamente a una actitud positiva por nuestra parte.
Torrabadella en este sentido, nos indica que la reacción de los demás va a
depender fundamentalmente de nuestra propia consideración personal.
Si nosotros mismos no somos capaces de valorarnos,
difícilmente nuestros alumnos tendrán una valoración alta de nosotros. Además,
todos hemos comprobado cómo en el aula los alumnos muchas veces se muestran
inmisericordes con los defectos de los profesores poniendo motes, haciendo
gracias, o despreciándonos. Sin embargo, estos mismos alumnos cuando el
profesor muestra sus competencias y sus defectos, y sobre todo, muestra su
lucha diaria por conseguir mejorar en sus defectos, valoran en muy alto grado a
este profesor. De ahí, la importancia de que los docentes desarrollemos la
confianza en nosotros mismos, confianza definida así por Simmons y Simmons “La persona con confianza en sí misma se
aprecia a sí misma de verdad, es consciente de sus cualidades y de sus
capacidades positivas, pero también es capaz de reconocer sus defectos, sus
incapacidades y sus insuficiencias”.
Extraído de:
Hué, C. (2012).
Bienestar docente y pensamiento emocional. Revista Fuentes, 12, 47-68.
Sobre el autor:
Licenciado en
Psicología y Pedagogía por la Universidad Complutense
de Madrid en 1974 y 1975 respectivamente, y Doctor en Ciencias de la Educación
por la Universidad de Barcelona en 1994.
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