Un efecto
secundario de la cuarentena es el burnout, un sentimiento de estar
agotado que está afectando a docentes, directivos, alumnos y familias.
La escritora, periodista y autora
del libro Can't Even: How Millennials Became the Burnout Generation
(el cual saldrá a la venta en septiembre), Anne Helen Petersen,
describe el “burnout” como algo más allá de agotamiento físico o
psicológico, es el sentimiento de estar exhausto de la vida misma pero a pesar
de ese agotamiento, seguir adelante, sin descansar.
Una de las
características del burnout (también conocido como “síndrome del
trabajador quemado” o “síndrome de desgaste profesional”) es no tener sensación
de logro al terminar algo estresante como un examen final o proyecto importante
en el trabajo. Es estar constantemente buscando obtener esa sensación de logro
sin poder alcanzarla, ya sea por ansiedad, carga de trabajo o distracciones.
Josh Cohen, psicoanalista especializado en burnout, lo describe de la
siguiente manera: “Te sientes burnout cuando has agotado todos tus
recursos internos, pero no puedes liberarte de la compulsión nerviosa de seguir
adelante".
Los efectos que suelen acompañar
este síndrome son ansiedad, insomnio, conflictos interpersonales, bajo
desempeño laboral, menor creatividad, renuncias y enfermedades.
Según Petersen, “parte de la
razón por la que las personas trabajan todo el tiempo es que les aterroriza lo
que sucedería si no lo hicieran. Y lo que les aterroriza es la precariedad, no
tener ningún tipo de respaldo ni ningún tipo de red de seguridad", comentó para la publicación EdSurge.
Aunque se considera el burnout
como una condición que afecta principalmente a los Millennials, el
síndrome no es nuevo. El burnout fue diagnosticado por primera vez en
1974 por el psicólogo Herbert Freudenberger, quien asignó este síndrome a casos
de colapso físico o mental causado por exceso de trabajo o estrés. Aunque su
traducción literal es “agotamiento” el burnout va más allá, ya que es
sentirse exhausto pero no detenerse, seguir así por más tiempo, años
incluso.
Burnout en los docentes: el problema de estar siempre
presentes
Ser docente durante una pandemia,
con las escuelas cerradas indefinidamente, no es tarea sencilla. No solamente
tuvieron que adaptarse al aprendizaje remoto de emergencia al inicio de
la pandemia, sino que con el alargamiento de la cuarentena ahora deben ser
flexibles y estar disponibles en línea siempre.
Un ejemplo es el caso de Chrissy Romano Arrabito, maestra de
segundo grado en Nueva Jersey, Estados Unidos. Su día comienza por la
mañana, enviando videos de buenos días a todos sus alumnos y acaba la jornada
laboral a las diez de la noche, horas que utiliza para contestar llamadas de
madres y padres de familia que trabajan durante el día (muchos de ellos son
trabajadores esenciales), y hasta esa hora pueden buscarla para resolver sus
dudas. Aunque estar disponible durante todo el día es admirable, es necesario
que las maestras y maestros puedan tomarse el tiempo para cuidarse a sí mismos.
Lo que sucede es que, al estar en
sus casas todo el día por la cuarentena, muchos padres o administrativos tienen
la expectativa de que al estar en casa, los docentes no tienen razón para no
estar disponibles para ayudar a sus alumnos, madres o directivos.
“La parte más agotadora del
trabajo es que siento que estoy poniendo todo este esfuerzo sin saber realmente
si vale la pena"
Otro punto importante es que se
espera que los docentes se transformen en expertos en educación a distancia de
la noche a la mañana debido a la cuarentena. Esta presión también afecta su
salud mental. Además, a diferencia de otras profesiones, los docentes muchas
veces también actúan como cuidadores, especialmente aquellos que trabajan en
niveles preescolar, primaria y secundaria, lo que resulta en agotamiento
físico, mental y emocional ya que puede haber alumnos que los preocupen por su
situación socioeconómica o familiar y los quieran cuidar.
Debido a la pandemia, ahora los
docentes están lejos de sus estudiantes, lo que puede desatar ansiedad al no
saber cómo están e impotencia al no poder ayudarlos. Provocando que los
docentes busquen estar siempre disponibles para sus alumnos, contestando
correos o llamadas hasta altas horas de la noche, como lo hace Chrissy
Romano.
Aunque esa cercanía y esas
emociones son importantes para el desempeño académico, estas actitudes,
sentimientos y actividades, provocan burnout o estrés crónico,
resultando en docentes menos motivados, menos comprometidos y, en el peor
de los casos, los puede llevar a abandonar la profesión.
¿Cómo
evitar el burnout en la docencia?
El Yale Center for Emotional
Intelligence junto con sus colegas del Collaborative for Social Emotional and
Academic Learning, conocido como CASEL, detectaron dos posibles factores que
ayudan a proteger el bienestar emocional del maestro y evitar que sufran de burnout
o ansiedad.
Para empezar, los docentes deben
ser más abiertos con sus emociones. Muchas veces reportan mayor satisfacción
laboral y menor ansiedad o agotamiento del que realmente tienen, por lo que sus
líderes no detectan algún problema ni les brindan el apoyo que necesitan.
Aprender a nombrar y expresar sus emociones con precisión, según CASEL, ayuda a
comprender sus causas y consecuencias, lo que ayuda a regularlas de manera
efectiva.
En segundo lugar, contar con un
líder o administrador con habilidades emocionales desarrolladas ayuda a mejorar
la relación docente-alumno, facilitando un mayor compromiso con el aprendizaje.
Por eso es importante tener un enfoque en la salud mental de los educadores y
sus administradores para que estén preparados psicológicamente para el regreso
a clases.
Burnout en educación superior: lecciones para los
líderes
La academia y la educación
superior son extremadamente propensas a detonar el burnout ya que es una cultura donde
se trata la enseñanza e investigación como pasiones que se deben de seguir a
cualquier costo.
Debido a la pandemia, profesoras
y profesores perdieron su estructura y tuvieron que adaptarse a las
clases en línea, incluso muchos profesores que no habían tenido la experiencia
de dar una clase en línea, se vieron frustrados y agotados a la hora de
adaptarse a las plataformas online, lo que puede hacerlos más propensos
al burnout. Incluso el verano, una época donde los docentes y
administrativos aprovechan para desconectarse y descansar, ha sido muy
diferente debido a la pandemia. Muchos docentes y administrativos han interrumpido
sus vacaciones para atender juntas y comités para hablar del panorama del
siguiente curso escolar, ¿será presencial, híbrido o en línea?, y qué conlleva
cada uno de estos panoramas.
Tal fue el caso de una administradora
que no quiso compartir su nombre al ser entrevistada en EdSurge, por temor a
perjudicar su institución, quien confesó lo agotadora que ha sido esta
experiencia. “La parte más agotadora del trabajo es que siento que estoy
poniendo todo este esfuerzo sin saber realmente si vale la pena". Ella
también mencionó que es importante tomar en cuenta el burnout a la hora
de planear el siguiente ciclo escolar ya que esto podría perjudicar a los
docentes física y emocionalmente. Además, no abordar el tema puede producir una
alta rotación de personal que abandonen la institución por otra que se preocupe
más por la salud mental de sus empleados.
Aunque todavía hay mucho trabajo
por hacer en este tema. Ya se está empezando a reconocer la importancia de la
salud mental en las instituciones educativas. Según una encuesta del Consejo
Americano de Educación, los líderes de las universidades que entrevistaron
ponen la salud mental, tanto del personal como los alumnos, como una de las
cinco preocupaciones más urgentes durante la pandemia, sólo falta traducirlas a
acciones.
Soluciones
que los directivos pueden tomar para evitar el burnout
Hacer que el ambiente laboral se sienta más humano
Muchos de los detonantes del
síndrome del empleado quemado son sistémicos y complicados de solucionar para
cualquier directivo, sin embargo, hablar del tema de manera abierta y poner en
claro las expectativas que hay sobre el siguiente año escolar. Esto ayudará a
que conozcan qué se espera de ellos y evitar estrés de más. Igualmente, es importante
que los líderes compartan sus propias luchas. Compartir sus experiencias
ayudará a crear conexiones significativas con el personal y generar
confianza.
Simplificar y reducir la carga de trabajo
Los administradores deben
priorizar las tareas esenciales y poner en pausa aquellas que no son tan
importantes. Es una época de cambios e incertidumbre, es momento de tomar la
experiencia de los meses anteriores y evaluar qué merece quedarse y qué
no.
Adoptar flexibilidad
Es importante descubrir las
necesidades de los docentes para cumplir con su trabajo pero no presionarlos
con romper récords; hacerles saber que lo importante es la salud y es salir
adelante. Para esto, es crucial reconocer las fortalezas de cada docente y
ayudarlos a crear planes de enseñanza personalizados.
Las
madres y padres también sufren de burnout
La cuarentena ha hecho que muchas
familias se enfrenten a muchos desafíos. Para empezar, no sólo tuvieron
que aprender a trabajar desde casa sino que al mismo tiempo convertirse en
educadores de sus hijos y acompañarlos en sus clases. Conforme se fue
exteniendo la pandemia y se acercaba el final de clases, muchos padres les
aterraba pero al mismo tiempo emocionaba la idea de salir de vacaciones ya que
significaba alejarse de las clases en línea para poder enfocarse más en su
trabajo u otras actividades pero también pensar en cómo mantener a sus hijos
ocupados mientras ellos trabajan.
Ahora les toca enfrentar un nuevo
desafío: muchas empresas están empezando a pedir a los empleados que regresen a
las oficinas. Poco a poco, son más los padres y madres de familia que tienen
que volver a la oficina, pero las escuelas siguen cerradas hasta nuevo aviso en
muchos países, como es el caso de México.
El segundo volumen de la encuesta
Stress in the Time of COVID-19 (“Estrés en
tiempos de COVID-19”), realizada por la Asociación Americana de Psicología,
reveló que el 69 % de los padres esperaban con ansias el fin del año escolar
pero al preguntarles sobre sus planes el 60 % dijeron que “no tienen idea de
cómo mantendrán a su hijo ocupado todo el verano". Este tipo de
situaciones, sumado a la preocupación de contraer la enfermedad o de perder el
trabajo, termina por llevar a madres y padres al punto de burnout.
El primer volumen de la encuesta reveló que un 46 % de los padres
con hijos menores de 18 años contestaron que su nivel de estrés es alto, en
comparación a sólo un 28 % de los adultos sin hijos que respondieron lo
mismo.
Otro factor que los lleva al burnout
es la preocupación por la salud mental de sus hijos. Robin G. Nelson, profesora
en la Universidad de Santa Clara dijo que al inicio no estaba preocupada por el impacto
emocional que la pandemia iba a dejar en su hijo de ocho años, pero ahora, a
meses desde que esta inició, confiesa que “es difícil mantenerlo feliz,
motivado y bien desde que terminó la escuela porque ya no puede ver a sus
amigos y maestros (ni siquiera virtualmente por las vacaciones) de manera
regular”.
Un estudio publicado en el journal Clinical Psychological
Science, divide el burnout de madres y padres en tres categorías
generales: agotamiento, desapego, e ineficacia.
Tres categorías del burnout en las familias
1. Agotamiento. Se refiere a las familias agotadas por la demanda natural e incesante
de la maternidad y paternidad, especialmente durante la pandemia que pone a
muchas personas en modo de supervivencia, causando cansancio y estrés,
perturbando su sueño y dejándolos más exhaustos. Además, varias veces postergan
irse a dormir como un intento desesperado de cansarse y usar el agotamiento
como anestesia para dormir. El agotamiento puede provocar sentimientos de culpa
o estrés en los padres, lo cual perjudica aún más el sueño.
2. Desapego. Cuando
las madres y padres sufren de burnout, pueden sentir que operan en
“piloto automático” por lo que no son capaces de disfrutar de las interacciones
cotidianas con sus hijos. Esto resulta en que se sientan alejados de ellos y
que piensen que no son buenos padres. Lo peligroso es que puede convertirse en
un círculo vicioso.
3. Ineficacia. Por
último, tanto madres como padres pueden sentirse ineficaces. Esto se refiere a
escenarios como involucrarse más en la educación de sus hijos al asegurarse que
tomen las clases en línea o cualquier situación que se sienta que no hay
solución. Sienten que intervenir sólo terminará en fracaso, lo que los deja
frustrados y sintiéndose ineficaces e inadecuados.
De estos tres factores, el que
puede resultar más peligroso para la salud mental de los hijos es el desapego.
Sin embargo, el burnout y estas tres categorías pueden ser tratadas con
apoyo profesional, el de sus familias y sus empleadores.
Las escuelas deben prestar
atención a no sólo al burnout de los estudiantes, sino también en el del
personal académico y administrativo, además de tomar en cuenta que este
síndrome también puede afectar a las familias, quienes también forman
parte de la comunidad educativa. Crear grupos de apoyo, no sólo para los
alumnos quienes también se han visto afectados por este síndrome sino también
para las familias y los docentes será fundamental en estos tiempos de
incertidumbre que estamos viviendo.
Por Paulette Delgado
Fuente
https://observatorio.tec.mx/edu-news/burnout-docencia-familias