¿Qué factores
inciden en la aparición del síndrome de burnout en la docencia? ¿Qué estresores
se pueden observar en el ámbito laboral docente? ¿Influyen en todos los
docentes de la misma manera? ¿Qué diversos efectos podemos apreciar?
Existen múltiples estudios e investigaciones sobre el
burnout en los docentes. En la literatura científica se han establecido
diversas causas que contribuyen a la aparición y mantenimiento del burnout en
el colectivo docente. En líneas generales se puede decir que estas son: los
factores personales, como la falta de autoestima, el locus de control, la
introversión, la tendencia a la neurosis etc., la relación directa con los
alumnos, que tienen escasa motivación por el aprendizaje y problemas de
disciplina, y finalmente los factores organizacionales, entre los que se pueden
citar la escasez de recursos, la falta de reconocimiento profesional, el no
tener apoyo de compañeros y directores, el exceso de trabajo y las presiones de
tiempo.
Desde un primer momento se ha considerado que la autoestima
o los rasgos de personalidad son factores personales cuya ausencia se asocia a
la aparición y mantenimiento del burnout, pero más recientemente, la aparición
del constructo de inteligencia emocional ha puesto de relieve la importancia
que el conocimiento y la regulación de las emociones pueden tener en el
bienestar social, personal y laboral de las personas. La inteligencia emocional
es la capacidad para procesar la información que nos proporcionan las
emociones, por lo que las personas emocionalmente inteligentes son aquellas que
saben atender a las emociones que se originan en su entorno, comprenden las
posibles causas y consecuencias de esas emociones y, en consecuencia,
desarrollan estrategias para regularlas o manejarlas, por lo que este
constructo influye en padecer o no y en afrontar de una mejor manera el
burnout.
Otro concepto importante proveniente de la psicología
positiva que estudia la capacidad de los trabajadores para ilusionarse con lo
que hacen en sus tareas, este concepto recibe el nombre de “engagement” que se
define como un estado motivacional positivo y persistente relacionado con el
trabajo, e integrado por las dimensiones de vigor, dedicación y absorción, y en
el que muchas investigaciones se han centrado en los últimos años. De esta
manera, la dimensión de vigor, se refiere a la persistencia en la labor que se
lleva a cabo a pesar de los contratiempos y dificultades, al igual que a los
altos niveles de energía y al esfuerzo empleado, la de dedicación, hace
referencia a altos niveles de entusiasmo, inspiración e implicación y a orgullo
y reto en las tareas, y la dimensión de absorción, se refiere a altos niveles
de concentración y de felicidad en el desarrollo de la actividad laboral.
En los últimos años ha habido numerosos autores que han
analizado y defendido la necesidad de investigar el burnout en el profesorado,
y todos han constatado que este no es cuestionable en el caso de la docencia,
puesto que en estos profesionales que se dedican a la enseñanza se desarrollan
problemas somáticos y psicológicos que dañan notablemente su labor académica y
afectan de una manera importante a las relaciones con los alumnos y a la
calidad de la enseñanza.
Hoy en día sabemos que el síndrome de burnout no es
específico del profesorado pero existen diferentes estudios que demuestran que
el burnout es un problema más importante en la profesión docente que en otras
profesiones con similares demandas académicas y personales. Estudios realizados
durante los últimos años muestran un elevado índice de burnout en el
profesorado. El síndrome de burnout ocupa un lugar destacado y prioritario en
la investigación básica, encontrando diversas investigaciones centradas en el
colectivo docente tanto de primaria como en general. A continuación citaré
varias conclusiones de estas investigaciones sobre las causas y consecuencias
del burnout en los docentes de primaria y en el profesorado en general.
Arís recoge cuatro grupos de síntomas que caracterizan este
síndrome de burnout en los profesores, estos son los conductuales, dándose
problemas de relación con los demás y absentismo laboral, los emocionales,
produciéndose un distanciamiento afectivo de las personas que tiene que
atender, los defensivos con actitudes cínicas ante los alumnos y negación de
emociones y los psicosomáticos con molestias gastrointestinales, cefaleas,
insomnios y dolores musculares. Este síndrome hace que los profesores no rindan
adecuadamente empeorando así la calidad de la enseñanza.
Según Esteve la escasez de instalaciones, las condiciones de
trabajo y la falta de recursos materiales, influyen en el síndrome de burnout
del docente. También Bogler recoge varios factores que influyen en la
satisfacción y en las condiciones laborales de los profesores como la formación
que estos poseen, la promoción profesional, los incentivos económicos que
reciben y el reconocimiento social. Por otro lado Cordeiro, indica ciertas
características que los docentes que padecen depresión e insatisfacción suelen
presentar, que son las siguientes: suelen tener más de 50 años y estar
separados, divorciados o viudos y llevar alrededor de 15 años ejerciendo la
docencia como funcionarios propietarios definitivos, manifestando animadversión
por su profesión y sin talante innovador .
Salanova se centra en las fuentes de estrés que los
profesores consideran más importantes, las cuales son: la cantidad de trabajo,
que llega a desbordarles, bien sea por exceso de tareas o por la falta de
tiempo. La sobrecarga de carácter emocional, debida a la implicación a nivel
personal con los alumnos, padres y sociedad en relaciones que pueden ser
conflictivas. La ambigüedad, en el sentido de que el profesorado no tiene claro
cuál es su rol como docente, y qué esperan de él no solamente el centro
educativo si no también los alumnos, los padres y la sociedad en general. Otra
fuente de estrés es el conflicto de rol o grado en el que el profesor percibe
instrucciones contradictorias respecto a cuáles son sus cometidos laborales.
También encontramos la falta de apoyo social no solamente por parte del centro
si no también por parte de los compañeros. Otra fuente es la falta de
coordinación entre los compañeros para llevar a cabo el trabajo en equipo.
También influye la falta de disciplina, desmotivación y apatía que presentan
los alumnos, y por último los obstáculos técnicos como averías en las instalaciones
y problemas en el material didáctico.
Por otro lado Guerrero y Vicente indican un gran número de
estresores que se dan en el ámbito escolar como son la ambigüedad de rol, el
nivel de participación en la toma de decisiones, las condiciones de trabajo, la
desvalorización del contexto escolar, la evaluación de los docentes, la
relación que tienen con el alumnado, la falta de promoción, el apoyo por parte
de la organización, la autoestima, la orientación vocacional, la falta de
disciplina, la apatía, los bajos resultados en las evaluaciones de los alumnos,
los abusos físicos y verbales, la baja motivación del alumnado, las presiones
temporales, la baja autoestima y estatus social, los conflictos con los
compañeros, los cambios rápidos en las demandas curriculares, los sistemas de
premios y la autonomía en el ejercicio de la actividad profesional entre otros.
Entre las variables que influyen en el síndrome de burnout
en los docentes hay que tener muy presentes las relaciones personales y los conflictos
interpersonales. Estas relaciones personales serían del docente con el
alumnado, con los padres, con los compañeros y con la dirección del centro.
Otros factores a tener en cuenta son los organizativos,
entre ellos los cambios rápidos y continuos que se producen en la educación, la
mala distribución horaria y el estilo directivo, sin olvidarnos de los factores
del propio individuo. Aparte de todas estas variables, debemos citar ciertas
causas externas que provocan estrés como son falta de iluminación, falta de
seguridad, temperaturas extremas y hacinamientos, aunque estos factores se
tienen en cuenta en la prevención de riesgos laborales y pueden eliminarse
fácilmente.
Salanova, Llorens y García-Renedo indican que también hay
que tener en cuenta que por parte de un amplio sector de la población se espera
del profesor que forme, oriente y eduque a los alumnos pero a la vez que
ejerza, en muchas de las ocasiones, la función de los padres, por lo que esta
responsabilidad junto con las elevadas exigencias cada vez más complejas tanto
por los cambios y reformas de los planes de estudio y de la reestructuración
del sistema educativo como por parte de los alumnos y familiares están
convirtiendo la docencia en una profesión de alto riesgo para el desarrollo de
ciertos síndromes. Por otro lado señalan que los síntomas que presenta el
profesorado que padece burnout son: una baja motivación hacia el trabajo, el
desarrollo de actitudes cínicas hacia los estudiantes y hacia el trabajo,
agotamiento, malestar psicológico y sensación de baja competencia, que a largo
plazo pueden llegar a provocar problemas de depresión y ansiedad llevando al
profesorado a un bajo rendimiento en su trabajo, a absentismo laboral, a un
mayor número de bajas laborales y a una disminución en la calidad de la
enseñanza y consecuentemente en el aprendizaje del alumnado. Otro factor que
también influye de una manera importante en el desarrollo del burnout es el
alumnado, siendo los alumnos jóvenes con problemas conductuales y con baja motivación
los que desencadenan el síndrome con mayor frecuencia en sus profesores.
Según Pines las consecuencias psicológicas que se dan en el
profesorado que padece burnout son variadas, entre ellas están: aislamiento,
autoculpa, actitudes negativas hacia uno mismo y hacia los demás, sentimientos
de inferioridad e incompetencia, falta de autorrealización y baja autoestima.
Moriana y Herruzo señalan como consecuencias personales problemas
gastrointestinales, dolores de espalda y cuello, la incapacidad para
desconectarse del trabajo, los problemas de sueño y el cansancio. Por otro lado
Marrau nos indica un dato importante y es que no hay métodos que nos permitan
realizar un diagnóstico de alteraciones orgánicas incipientes al igual que
tampoco se puede conocer en qué grado la sobrecarga de trabajo supera el nivel
de tolerancia del docente, debido a que cuando éste presenta problemas de salud
no los adjudica directamente a su trabajo.
También hay que destacar que no todos los estresores
influyen de igual manera en los docentes, ya que estos estresores están
modulados por características personales, como la experiencia, la edad o la
personalidad, el no dominar técnicas de relajación y respiración, el no disponer
de técnicas de resolución de conflictos y de ciertas habilidades como la
asertividad, la empatía, el control emocional o el optimismo, también los
estresores están modulados por la falta de habilidades en la comunicación con
los demás y por el nivel de inteligencia emocional, es decir por un conjunto de
herramientas que el docente puede poseer o no. Existen otras características de
la personalidad que también influyen en el desencadenamiento y desarrollo del
burnout, como baja motivación, pocos recursos o deficientes estilos de
afrontamiento, falta de empatía, predominio del locus de control externo, baja
autoestima y autoconcepto, falta de autocontrol y autoeficacia, nivel de
expectativas elevado y poco realista, disminución de una personalidad resistente
y sentido de coherencia, patrón de conducta tipo A, tendencia a pensamientos
irracionales, una personalidad caracterizada por la inestabilidad emocional y
el neuroticismo.
Como estamos viendo el burnout en los docentes es un tema
muy estudiado, en parte debido a que los profesores, no solamente de primaria
si no de todos los niveles, tienen que hacer frente a demandas muy exigentes y
a condiciones laborales que suponen una alta implicación emocional en su
trabajo, por lo que el profesorado en su día a día a nivel laboral percibe un
desequilibrio entre las demandas de su trabajo y los recursos personales y
organizacionales que tiene, pudiendo llegar a desencadenar el síndrome de
burnout a largo plazo.
Un nuevo marco conceptual dentro de las ciencias sociales,
conocido como psicología positiva, mencionado brevemente anteriormente, ha
proporcionado un enfoque innovador para analizar los recursos personales y
actitudes positivas del trabajador. Su propósito es la consecución y
mantenimiento del bienestar personal que conllevaría también el bienestar
laboral. Este marco se centra en el análisis de las características de las
personas que logran desarrollar un buen funcionamiento individual y colectivo
en las organizaciones, ya que las personas tenemos diferentes estilos de
pensamiento, competencias sociales y emocionales, sistemas de creencias y
rasgos de personalidad que moderan el efecto negativo de los estresores
organizacionales, llegando a aumentar o disminuir el impacto que el estrés
laboral ejerce sobre la salud psicológica, social y física del individuo. Por
lo que estas características personales pueden influir en gran medida en el
desencadenamiento o no del burnout y en la sintomatología asociada que pueden
padecer los docentes.
Teniendo en cuenta lo anterior diversas investigaciones
muestran que los recursos personales del profesor juegan un papel importante en
la explicación de sus niveles de estrés laboral por lo que a continuación las
expondré junto con los principales recursos personales individuales en relación
con el síndrome de burnout y con el bienestar de los docentes. Uno de estos
recursos personales es la autoestima, que es un proceso afectivo autoevaluativo
en el que la persona realiza una valoración positiva de sí misma. Las investigaciones
al respecto relacionan bajos niveles de autoestima con las tres dimensiones del
burnout, pudiendo ser esta un síntoma asociado a su desarrollo o un antecedente
del síndrome. Otro de los recursos personales es la autoeficacia percibida, que
es el conjunto de creencias que tiene cada persona de las propias capacidades
de planificación y la puesta en práctica de cursos de acción que se necesitan
para alcanzar objetivos propuestos. En varias investigaciones la autoeficacia
percibida ha mostrado su potencial predictivo en el desarrollo del síndrome de
burnout y específicamente en el colectivo docente. El optimismo disposicional
es otro de los recursos personales con los que puede contar el profesor y este
se define como las expectativas generalizadas hacia la ocurrencia de resultados
positivos en el futuro. Varias investigaciones señalan un menor riesgo de
padecer síntomas de burnout en las personas más optimistas. Dentro de los
recursos personales encontramos las habilidades emocionales y más concretamente
la inteligencia emocional que es una habilidad para percibir, asimilar,
comprender y regular las emociones propias y las de otras personas. Varios
estudios han comprobado que los trabajadores con mayores habilidades
emocionales tienen menores niveles del síndrome de burnout. Aunque hay que
señalar que existe un debate sobre la validez de este constructo y su
aportación a la literatura psicológica ya conocida por lo que se demanda que
las investigaciones empíricas en el ámbito de la IE controlen el grado de
influencia que tienen otros factores psicológicos en las dimensiones de salud y
bienestar general para verificar que los resultados a los que se llega se deben
a estas nuevas dimensiones emocionales y no a un posible solapamiento con otros
constructos similares.
Teniendo en cuenta todo lo mostrado anteriormente se puede
decir que las causas del síndrome burnout son variadas, que influyen muy
diversos factores como son los personales, organizacionales y sociales, en la
aparición y desarrollo de este; que hay un gran interés en el estudio del
síndrome en la población docente tanto de primaria como de otros niveles ya que
es una de las profesiones en las que más se da el burnout; y que presenta
consecuencias de muy diferente índole como son personales, sociales, económicas
y profesionales que en el caso del docente se traducen en evitación del
trabajo, absentismo, falta de compromiso en el trabajo e incluso al abandono de
la profesión, todo esto influyendo en el rendimiento académico del alumnado.
Pudiendo presentar también consecuencias psicosomáticas como alteraciones
cardiorrespiratorias, trastornos del sueño y vértigos, conductuales entre ellas
conductas adictivas y conflictos interpersonales, emocionales como
distanciamiento afectivo y también alteraciones mentales presentando
agotamiento, fracaso y pobre realización personal.
Extraído de:
La prevención y el afrontamiento del síndrome de burnout en
los docentes de Educación Primaria
Autor: Francisco Andrés Tudela Carrillo
Universidad Internacional de La Rioja Facultad de
Educación