Tenemos ante nosotros la imagen del profesor aguantador ¿Qué significa “el docente que aguanta”? ¿En qué consiste enseñar y aprender en comunidades? ¿Cuál es el valor de las estrategias metacognitivas? ¿Por qué las comunidades de aprendizajes pueden prevenir el burnout?
En general, las instituciones educativas se caracterizan por
brindar poco espacio al diálogo, a los vínculos sociales y a la contención de
los problemas que afectan a los docentes en el aula. De esta manera, los
docentes trabajan en forma exigida, competitiva, saturados, presionados,
generando impotencia, indiferencia y reacciones violentas. El malestar
institucional se pone en juego, articulándose con las relaciones de poder. Es
aquí donde nos topamos con los distintos contextos institucionales que, desde
sus espacios, tanto físicos como simbólicos, van condicionando esta posibilidad
de trabajo. Consideramos que la Comunidad de Aprendizaje es una de las alternativas
para prevenir y elaborar el Síndrome de burnout y el malestar docente.
Entre malestares y
desencantos
El ámbito educativo y los docentes que allí circulan
sostienen una queja inacabable y eterna, que solo conduce a otra queja sin
poder albergar una nueva mirada, una nueva propuesta, algo del orden del
placer. Se perfila la figura de un profesor/a “aguantador”, es el docente que
“aguanta”, aguanta las presiones de la dirección, de la burocracia, del poco
reconocimiento social y económico. No se queja con quien corresponde o para
lograr algo, porque sabe que el cambio implica esfuerzo, y el cansancio de la
rutina diaria, gana. No construyen nada nuevo, repiten modelos de manera
estereotipada sin proponerse una alternativa colectiva distinta. Aguanta y no se
forma, sino que se conforma, el camino fácil es callarse porque así las
excesivas horas de clase que tiene quedarán aseguradas para el próximo año, en
el largo camino hacia la jubilación.
Estas características llevan a que el malestar docente
desarrolle un conjunto de signos patológicos. El Síndrome de burnout es “una
respuesta a un estrés emocional crónico cuyo rasgo principal son agotamiento
físico y psicológico, actitud fría y despersonalizada en relación con los demás
y un sentimiento de inadecuación a las tareas a realizar”.El síndrome de “estar
quemado” es “el resultante de un prolongado estrés laboral que afecta a
personas cuya profesión implica una relación con otros, en la cual la ayuda y
el apoyo ante los problemas del otro es el eje central del trabajo”. Genera
síntomas a nivel psicológico y a la vez se asocia con elementos laborales como
tensión e insatisfacción. Este síndrome se puede visualizar en los/as docentes
insertos en ámbitos educativos, en su trabajo solitario e individual, sin lograr
reconocer que estos síntomas provienen del propio ámbito laboral.
Al tener en cuenta que cada docente pasó por muchos años en
el sistema educativo, en situaciones poco salugénicas, con relaciones
autoritarias, con poco espacio al diálogo, sin lugar a espacios democráticos,
con docentes saturados e instituciones estalladas, no será llamativo que en sus
propias prácticas tiendan a reproducir estas mismas formas patogénicas.
El abordaje desde Comunidades de Aprendizaje permite
identificar aspectos repetitivos y patrones adquiridos en el proceso de la
propia formación y trabajar entonces colectivamente en la modificación de
prácticas poco saludables.
Aprender y enseñar en
comunidades
En la época de las individualidades, pensar un trabajo en
comunidad parece algo disparatado y hasta imposible. En el sistema educativo
los docentes no trabajan en equipos ni se vinculan en redes institucionales,
por lo que tampoco será esperable que los estudiantes aprehendan modelos
individualistas con poco énfasis en los beneficios de pertenecer a una
comunidad y de formar equipos de trabajo.
La Comunidad de aprendizaje es un dispositivo pedagógico en
el cual todos, docentes y estudiantes, son protagonistas y el centro no es el
docente sino la propia comunidad. Este dispositivo promueve el lazo social, la
participación en redes, el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia,
preservando la salud mental de todos sus integrantes. Es una construcción
compartida de los saberes, donde la responsabilidad también es compartida. El profesor
es un facilitador del aprendizaje, todas las experiencias y conocimientos son
socializados. Esto no significa un pensamiento homogéneo, todo lo contrario, es
importante que todos preserven su singularidad, para ganar objetividad y
enriquecer lo adquirido. Luego de identificar los recursos de cada miembro, sea
docente o estudiante, estos se ponen en juego para la construcción de un
proyecto educativo, alentando a un pensamiento crítico permanente.
Tomar la perspectiva de Comunidad de Aprendizaje implica
facilitar el conocimiento entre los miembros promoviendo altos niveles de
diálogo, de interacción y comunicación entre los participantes; promover las
respuestas y toma de decisiones desde la comunidad misma, generar espacios de
participación, respetando la riqueza de la diversidad de aportes; tener una
actitud de apertura al cambio; que el docente pueda correrse del lugar de
supuesto saber, asumir roles distintos a los acostumbrados; enfatizar el
aprendizaje autónomo y autorregulado en la adquisición de habilidades y
estrategias metacognitivas y en aprender a aprender. Asimismo implica utilizar
recursos externos para el aprendizaje y establecimientos de vínculos con otras
aulas y con la comunidad, y utilizar sistemáticamente estrategias y procedimientos
diseñados con el fin de que todos los participantes puedan compartir los
aprendizajes.
Dentro de una Comunidad de Aprendizaje, al compartir las
experiencias docentes, se promueve también una revisión de las construcciones
de la función docente, promoviendo una revisión sobre la autobiografía escolar.
Generar espacios de reflexión e intercambio permanente sobre la práctica,
compartiendo las experiencias con otros docentes, hace que no nos sintamos
solos, que podamos buscar salidas colectivas y que podamos nutrirnos de las
reflexiones de los demás, retroalimentando luego nuestra propia práctica.
Pensar abordajes educativos desde la perspectiva que otorga la Comunidad de
aprendizaje permite restaurar el lazo social de contención y preservar la salud
mental, instalando al sujeto en lugar de la potencia, la creación, la
innovación, el fortalecimiento.
Multiplicando
experiencias
Como estudiantes del Profesorado en enseñanza Media y
Superior en Psicología, nos formamos bajo un dispositivo de Comunidad de Aprendizaje,
conformando una comunidad donde nuestras docentes prevenían el malestar y donde
nosotros como estudiantes dejamos de reproducir lo incorporado en tantos años
de pertenecer al sistema educativo. A su vez, quienes trabajábamos como
docentes intentamos pensar en comunidades, luego extendiendo el dispositivo a
los distintos ámbitos en los que nos desempeñamos al egresar del profesorado.
Esto ha propiciado muy valiosas experiencias de encuentro y
aprendizaje con distintos grupos tanto para los estudiantes como para los
docentes, mayormente construyendo comunidad con grupos de estudiantes. En este
marco también se hace fundamental el contenido que trabajamos, las distintas
posibilidades de despliegue de contenidos vinculados a la Psicología que
permite el desarrollo de competencias y un intercambio enriquecedor en la
medida en que impulsamos esta estrategia de Comunidad de Aprendizaje.
Esto no es sin obstáculos, implica un tiempo, una
dedicación, proyectos compartidos, aceptar los tiempos de las otras personas y
estar con la mente abierta a las propuestas y formas de trabajar de los otros.
No diremos que es fácil sostener una comunidad, cada uno tenemos nuestros
tiempos y ánimos. Muchas complicaciones surgen, pero ya no estamos solos, si
alguien cae, otro esta ahí para sostenerlo, y si alguien llega “hasta ahí”,
otro toma la posta. Se
logra la tramitación de la incertidumbre, la queja, el malestar, propio de la
caída de las instituciones, abriendo la posibilidad de dar lugar a una nueva
mirada y por lo tanto la consideración de nuevas estrategias de abordaje.
También, debemos reconocer, que en algunos casos esto no fue
viable. Es aquí donde nos topamos con los distintos contextos institucionales
que, desde sus espacios, tanto físicos como simbólicos, han determinado esta
posibilidad. El malestar institucional se pone en juego, articulándose con las
relaciones de poder. Muchos docentes optan por estancarse en la queja y repetir
estilos ineficaces, antes que arriesgarse con algo nuevo, porque en la
comunidad todos somos interpelados en nuestro deseo, en nuestras carencias. Sin
embargo, la propuesta de comunidad de aprendizaje no aspira a la crítica vacía,
sino a que todos, a través del ensayo y error, podamos aprender.
En los espacios en donde este modelo no pudo darse, se
vieron trabas no solo institucionales sino también de los propios estudiantes.
Muchos se sienten extrañados cuando se les adjudica un rol protagónico, hay
mucha inercia, mucho conformismo. Incluso los cuerpos parecen estarlo,
sometidos, amoldados con la forma pasiva de simplemente “atestiguar” una clase.
Ya lo dijo Foucault, el cuerpo es el lugar en donde se vinculan las prácticas
sociales más significativas y locales con la organización en gran escala del
poder. Por eso si se les pide que se muevan, que participen, que se escuche, no
entienden, se preocupan, se asustan. Los discursos determinan las distintas
realidades y si reflexionamos en la biografía escolar de todos los que estamos
en las aulas (docentes-estudiantes) se verán estos estereotipos que se han
repetido de generación en generación y han moldeado nuestras conductas. A
través del discurso se le ha adjudicado un lugar mínimo a la participación del
alumno, debiendo ser pasivos y obedientes. Todos sentados mirando al frente, la
hoja con fecha y titulo, las mayúsculas con rojo y los puntos con verde…
Sin embargo hemos insistido, y en muchos espacios el modelo
dio sus frutos. Y en los espacios en donde las hegemonías no nos dejaron
aprender y enseñar en comunidades, los docentes pudimos de a poco generar
confianza con los estudiantes, mostrarles que pueden ser protagonistas, que
entre todos se logran cosas mas valiosas y duraderas, y así, en pequeños
detalles, provocando mínimos cambios, logramos instalarnos en las grietas y
continuar por el camino de la utopía, creyendo en la posibilidad de que buscar
mejores realidades es posible.
Compartiendo
reflexiones para seguir multiplicando
Cada experiencia nos modifica en nuestra función, cada vez
somos otros. Compartimos y no estamos solos. Pero todavía cuesta mucho sostener
las comunidades creadas y aún más generar nuevas. Las trabas institucionales
pesan y se hacen sentir, generando temores, miedos a expresarse libremente, a
confiar en los demás, a incluir a los estudiantes, a tomarlos como pares, a
darles protagonismo y a educarlos en espacios autónomos, que promulguen pensar
en diversidades, en alternativas, en formas críticas, problematizadoras y
superadoras.
Aquí estamos compartiendo nuestras experiencias, nuestra
propuesta de trabajar en Comunidad de Aprendizaje, de prevenir el malestar
docente, de evitar desarrollar el Síndrome de burnout, dejando la queja, las
angustias, frustraciones y desencantos. Todos y cada uno de nosotros en tanto
docentes –y de los demás integrantes de la comunidad- podrá empezar a buscar
salidas colectivas, apoyándonos en el resto, armando y rearmando grupos que
incorporen la voz de los estudiantes, que propicien los encuentros, que nos
enriquezcan en las diferencias, en los intercambios, en los obstáculos que podemos
superar y aprender y seguir adelante, y volver a problematizar y volver a
encontrarnos con nuevas realidades y a seguir buscando opciones en el diálogo y
en las relaciones entabladas porque cada uno –docente o estudiante- cuenta con
la Comunidad de Aprendizaje.
Autoras: Petit, Lucrecia; Selva Sena; Brusoni, Julia;
Maccarone, Alejandra; Marciano, María Natividad; García, María Inés; Díaz
Fernández, Patricia
Reflexiones sobre el malestar docente: una propuesta de
prevención centrada en la Comunidad de Aprendizaje
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