miércoles, 23 de septiembre de 2020

ASÍ LE PASA FACTURA EL ESTRÉS A NUESTRO CEREBRO (Y MÁS EN PANDEMIA)

 Para nuestros antepasados, el estrés suponía una clara ventaja, dado que era necesario para conseguir alimentos, reproducirse, encontrar un sitio para cobijarse… En nuestra sociedad la mayoría de esas necesidades están cubiertas, y ahora las fuentes de estrés son sobre todo de tipo social: vivimos en un mundo con altas demandas laborales y familiares, lo que supone un desafío constante.

 

¿Es el estrés perjudicial? Aunque la contestación pudiera parece obvia, no es tan simple. De hecho, la respuesta más correcta sería «depende». Partamos de que el estrés es un componente normal de nuestra vida. La respuesta de estrés ha sido seleccionada evolutivamente para hacer frente a amenazas ambientales que ponen en peligro nuestra supervivencia. Para nuestros antepasados, el estrés suponía una clara ventaja, dado que era necesario para conseguir alimentos, reproducirse, encontrar un sitio para cobijarse…

 

Pero las cosas han cambiado. En nuestra sociedad la mayoría de esas necesidades están cubiertas, y ahora las fuentes de estrés son sobre todo de tipo social. Vivimos en un mundo con altas demandas laborales y familiares y con un ritmo de vida acelerado, lo que supone un desafío constante. Este estilo de vida frenético favorece la aparición de estrés.

 

A eso hay que añadirle que el momento que estamos viviendo actualmente, como consecuencia de la pandemia por la COVID-19, ha aumentado el estrés social. Una situación excepcional que genera incertidumbres sobre el futuro, la salud, la situación económica… Al duro aislamiento social por el confinamiento se suma que la carga de trabajo ha aumentado (teletrabajo, conciliación familiar, apoyo escolar de los hijos…). Sin olvidar que, para los jóvenes, la pandemia ha supuesto una amenaza de sus proyectos vitales y una alteración de su estilo de vida.

 

Estas circunstancias pueden generar respuestas negativas de estrés. Y si bien el ser humano dispone de mecanismos para hacerle frente, el impacto del estrés dependerá de la percepción individual. Ante una misma situación de estrés cada persona puede reaccionar de maneras muy diferentes en función de múltiples factores (personalidad, apoyos sociales, experiencias previas…). Cómo sea esta percepción determina cuál será la respuesta neurobiológica al estrés. Si nos sometemos a un estrés muy intenso o repetido, o si sencillamente se percibe como impredecible e incontrolable, puede tener consecuencias importantes para nuestra salud, especialmente para el cerebro.

 

¿Cómo puede dañarse nuestro cerebro por estrés?

Cuando el estrés nos hace sentir que la situación escapa a nuestro control, se produce un aumento de una de las hormonas del estrés, el cortisol. Como en todo en la vida, hormonalmente necesitamos un equilibrio. El cortisol es necesario para regular numerosas funciones. Pero cuando se rompe ese equilibrio, puede alterar numerosos genes que afectan al sistema inmune y a procesos tan importantes como a la neuroplasticidad.

 

¿Qué entendemos por neuroplasticidad? Podría definirse como la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a nuevas experiencias. Gracias a ella somos capaces de adaptarnos y aprender de las nuevas situaciones, además de hacer frente a circunstancias adversas. Lo malo es que el estrés actúa reduciendo la neuroplasticidad y, por tanto, afecta a cómo nos enfrentamos a los problemas.

 

Por otra parte, cuando nos estresamos nuestro organismo reacciona de la misma manera que si se tratara de un proceso infeccioso, es decir, movilizando a las células que combaten una infección, aunque no exista. Esto recibe el nombre de inflamación. El estrés es capaz de provocar reacciones en nuestro organismo similares a las producidas por una infección, y eso incluye también a nuestro cerebro.

 

Así sufre el cerebro estresado

Aunque el estrés puede producir problemas cardiacos, digestivos, inmunológicos…, sin duda nuestro cerebro suele ser el peor parado. Los cambios en el cerebro pueden ser responsables de la aparición de numerosos trastornos neuropsiquiátricos, como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y, sobre todo, la depresión.

 

La depresión será en los próximos años otra de las pandemias con las que tendremos que convivir. Se cree que será la enfermedad más diagnosticada en las próximas décadas. Posiblemente una de cada seis personas sufrirá al menos un episodio de depresión a lo largo de su vida. Si, como hemos explicado, su plasticidad nerviosa disminuye por el estrés, la persona tendría menos capacidad para hacer frente a los desafíos de la vida y menos recursos para enfrentarse a los problemas del día a día. Por ello podría llegar a caer en un estado que se conoce con el término de desesperanza.

 

Por otro lado, pensemos cómo nos sentimos cuando tenemos una infección. Estamos más cansados, sin energía, sin ganas de hacer nada… ¿Nos recuerda alguno de esos síntomas a la depresión? Es lógico pensar, por tanto, que el estrés puede provocar depresión.

Además, la exposición al estrés también modifica el comienzo y el curso de muchas enfermedades neurodegenerativas, entre ellas la enfermedad de Alzheimer, que entre otras cosas se relaciona con alteraciones inflamatorias y de la plasticidad nerviosa. Justo las mismas que induce el estrés.

 

En principio, este panorama no parece muy alentador. Pero no hay que caer en la desesperanza. Existen estrategias que podemos usar para reducir las consecuencias del estrés. El ejercicio físico, una alimentación equilibrada, los apoyos sociales y la meditación son algunos ejemplos de estrategias que reducen sus efectos. Estrategias a tener muy en cuenta para afrontar la situación generada por la actual pandemia.

 

 

 

 

Por

Carmen Pedraza Benítez, catedrática de Psicobiología, Universidad de Málaga y Margarita Pérez Martín, profesora de Fisiología y Neurocientífica, Universidad de Málaga. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

Fuente

https://ethic.es/2020/07/asi-le-pasa-factura-el-estres-a-nuestro-cerebro-y-mas-en-pandemia/

 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

La organización del trabajo y el estrés

 La organización del trabajo y el estrés. 

Este documento es el tercero de la serie sobre salud ocupacional titulada Protección de la salud de los trabajadores. Lo publica la Organización Mundial de la Salud.


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Los efectos que puede provocar el aislamiento en la salud física y emocional

 Cuarentena: ¿Qué cambios produce en el reloj interno?

 

El día y la noche, la luz y la oscuridad, se alternan constantemente produciendo un ciclo ambiental que modula nuestro comportamiento: la mayoría de las personas estamos activas de día y dormimos de noche.

La luz es el estímulo más importante, capaz de poner en hora a nuestro reloj biológico interno, localizado en el cerebro en los núcleos supraquiasmáticos. Esta estructura pone en hora y "dirige" nuestros ritmos circadianos: las fluctuaciones diarias que ocurren en nuestro funcionamiento y que incluyen niveles de hormonas, temperatura corporal, rendimiento cognitivo, número de células del sistema inmune, etc.

 

Pero además de la luz, nuestras actividades cotidianas también son capaces de poner en hora a nuestro reloj interno. ¿Por qué es importante que nuestro reloj interno esté "en hora"? Porque es necesario para que funcione adecuadamente. Cuando esto no ocurre, por ejemplo en trabajadores en turnos rotativos o nocturnos, o en personas con jetlag por viajes transmeridianos, aparecen trastornos en nuestra salud física y mental, incluyendo problemas en nuestro sueño. Y si no dormimos adecuadamente (y esto incluye no solo los horarios sino también la calidad y la duración del sueño), nuestra salud y nuestro rendimiento cognitivo se podrían afectar aún más.

¿Qué ocurre entonces con nuestros ritmos circadianos en la situación de confinamiento actual asociada a la pandemia de Covid-19?

El aislamiento se asocia con cambios en los patrones de exposición a la luz y en nuestras actividades cotidianas. Nos exponemos menos a la luz del sol (porque estamos en nuestras casas), más a la luz artificial y a pantallas de tipo led (en horarios inadecuados) y nuestras actividades tienen horarios más flexibles.

 

Si los estímulos que ponen en hora a nuestro reloj son más débiles (sobre todo menor exposición a la luz del sol), nuestros ritmos circadianos se hacen menos robustos y se desacoplan entre sí. Y esto se traducirá eventualmente en problemas para nuestra salud.

¿Cómo, cuándo y cuánto están siendo afectados nuestros ritmos circadianos por el confinamiento? Estamos llevando a cabo un proyecto de investigación denominado Mi Reloj Interno, que tiene como objetivo en primer lugar obtener información sobre nuestros ritmos circadianos durante el confinamiento.

 

Es importante que muchas personas participen de esta primera etapa, completando una encuesta relacionada con hábitos de sueño (puede participar cualquier persona que viva en Argentina y que tenga al menos 13 años, ingresando a www.mirelojinterno.org).

 

A partir de las evidencias que obtengamos podremos generar recomendaciones específicas y prácticas destinadas a mitigar los efectos del confinamiento sobre nuestro reloj biológico. A través de una aplicación de telefonía celular, cada usuario podrá volcar sus propios datos cronobiológicos para recibir automáticamente recomendaciones personalizadas, según su edad, sus hábitos y el lugar donde vive.

 

 

 

 

 

Por María Juliana Leone

Lic. en Biotecnología (UNQ) y Dra. en Ciencias Básicas y Aplicadas (UNQ). Investigadora asociada del CEPE. Investigadora del Conicet en la UNQ y la UTDT.

Fuente: Télam

En: https://www.pagina12.com.ar/284400-cuarentena-que-cambios-produce-en-el-reloj-interno

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Herramientas emocionales para la vuelta al cole de la ‘nueva normalidad’

 El próximo curso se presenta con numerosas dudas debido a la pandemia. Por ello, es muy importante que el cuerpo docente y los estudiantes se encuentren fuertes emocionalmente. María López de Silanes, docente y psicóloga, ofrece algunas pautas para ello aplicando los valores emocionales de la ‘CASA’ (Curiosidad, Admiración, Seguridad y Alegría) cuando vuelvan a las aulas.

 

Estos meses han sido muy duros para algunos maestros y docentes. La finalización del curso ha ido de la mano de la incertidumbre de no saber aún cómo empezará en septiembre. Las continuas instrucciones de las instituciones, incompletas y en ocasiones contradictorias, han dejado un mal sabor de boca que no sé si las vacaciones estivales podrán cambiar. El miedo y la ansiedad de ‘más de lo mismo’ acecha las mentes de algunos docentes y amenaza con no permitirles descansar y desconectar en condiciones. Y, esto, sería muy contraproducente.

 

La importancia del bienestar docente

Muy pocas personas son conscientes del desgaste psíquico y emocional al que están sometidos los docentes durante el curso escolar. Aunque unos pocos disfrutan de un alumnado implicado y su trabajo se desarrolla de manera fluida y armónica; una gran mayoría ha de enfrentarse de manera cotidiana al estrés de disciplinar su clase, resolver conflictos entre alumnos y, además, atender las quejas de familias que acuden a ellos, algunas veces de manera imprevista, y no siempre con los mejores modales. Todo ello teniendo en mente el currículo y atendiendo a las diferencias individuales. El cóctel no es muy apetecible. Quizás, por ello, cada vez menos jóvenes se decantan por esta profesión.

 

Desde las instituciones, el bienestar docente se pasa por alto. Podemos tener la sensación de que no importamos mucho, de que solo somos peones de ajedrez para mover en el tablero de la escuela o instituto. Ahora aquí; mañana allí. Al grupo A, impartes esta asignatura; al B, esta otra, diferente. Ahora no se puede asistir a clase: das las clases online. ¿No sabes? ¡Te apañas! El sentimiento de abandono se expande. La sensación de ahogo también. La frustración y el sentimiento de indefensión aprendida se generaliza. Comienza el desánimo, sigue la apatía y para algunos termina en depresión.

 

Entre las demandas de los profesores se sitúan unas instrucciones claras y más recursos humanos y técnicos. 

 

¿Qué información tenemos acerca del inicio del nuevo curso?

Parece ser que se nos recomienda bajar las ratios e incluso el desdoble de grupos, si es posible, y me pregunto: ¿supone también un desdoble de los docentes? ¿O llegarán refuerzos? ¿Y qué pasará en los comedores, en general llenos y actualmente con doble o triple turno para comer? Organizar los horarios, el uso de los espacios, los turnos… Los centros educativos tienen por delante grandes desafíos para completar el puzle ¡y que no les sobre ni falte ninguna pieza, porque tendrán mil ojos encima! 

 

«Muy pocas personas son conscientes del desgaste psíquico y emocional al que están sometidos los docentes durante el curso escolar.»

 

La complejidad es enorme. Cada centro tendrá que adaptar las soluciones a medida, implementando unas pautas comunes. Las autoridades deben dar esas pautas: si prima la educación presencial,habrá un número máximo de alumnos por grupo y una distancia mínima entre pupitres, pero luego el equipo docente tendrá que ver cómo aplicarlas a cada caso.

 

 

Con este panorama, cabe preguntarnos si es realmente necesario volver al colegio o instituto. Rotundamente, sí. Se han hecho estudios muy bien documentados (como este informe de Unicef) sobre las consecuencias negativas de la no asistencia a los centros educativos relacionadas con sentimientos de seguridad, bienestar y aprendizaje de niños y jóvenes. 

 

Además, el aprendizaje en casa es menos efectivo, y aumenta la desigualdad. Sin olvidar que la escuela, en muchos casos, es un ‘santuario’ donde los alumnos encuentran refugio y paz. Un lugar que debería ser seguro y donde pueden expresarse y desarrollarse, apartados de las condiciones desfavorables que pudieran estar sufriendo en casa. Los centros educativos y, en concreto, sus maestros y docentes pueden ser ese flotador que les ‘salve la vida’. 

 

Las herramientas emocionales para el nuevo curso

Si el docente dispone de las herramientas y estrategias emocionales necesarias, si sabe dónde colocarse, puede mejorar la vida al alumno. Hoy en día los niños y jóvenes aprenden más con los tutoriales que encuentran en YouTube que en el aula. No nos necesitan tanto como transmisores de conocimiento. En ese aspecto, somos fácilmente sustituibles. 

 

«Con este panorama, cabe preguntarnos si es realmente necesario volver al colegio o instituto. Rotundamente, sí.»

 

Sin embargo, si un niño tiene problemas personales y el profesor, como referente, se coloca delante con emociones que resuelven las situaciones de manera armoniosa, le puede salvar. La variable que interviene con más fuerza en el éxito escolar no es la capacidad intelectual, sino la capacidad emocional de situarnos, la mayor parte del tiempo, en las emociones correctas y que pueden hacer que nuestra vida fluya con sentido.

 

Los docentes que enseñan desde la curiosidad, admiración, seguridad y alegría son los que tienen más posibilidades de ser felices y tener éxito. Si estamos en ‘CASA’ (Curiosidad, Admiración, Seguridad y Alegría) hay una sintonía entre lo que se dice y lo que se hace. El bienestar docente depende de ser consciente de estas emociones y actuar para sentirlas cada día.

 

Las circunstancias que tendremos que afrontar a partir de septiembre no son sencillas, ni para los docentes ni para los alumnos, pero si estamos llenos de rabia, rechazo o tristeza, aunque aparentemos estar bien, se va a notar que no es así. “No somos lo que decimos ni lo que hacemos, somos lo que sentimos”, dice el psicólogo Roberto Aguado. Por otro lado, y resumiendo las palabras del político francés, Jean Jaurès: “No enseñamos lo que sabemos, no enseñamos lo que queremos, enseñamos lo que somos”. Por lo tanto, en este nuevo curso dentro de la ‘nueva normalidad’, los docentes han de procurar ser y estar sanos, no solo a salvo de la Covid-19, sino mentalmente sanos y fuertes, alejados del caos y la rigidez emocional.

 

El curso de la flexibilidad emocional

El curso 2020-21 será el curso de la flexibilidad emocional, ya que si los maestros y docentes se instalan en emociones como la tristeza, la rabia, el asco o el miedo acabarán enfermando. Si los docentes enferman, contagian al sistema y las instituciones educativas se pudrirán sin remedio.

 

«Los docentes que enseñan desde la curiosidad, admiración, seguridad y alegría son los que tienen más posibilidades de ser felices y tener éxito.»

 

Por ello, cuidar y atender a los docentes como se merecen es una asignatura pendiente de la sociedad española. ¿Hay alguien que no esté de acuerdo en que los profesores y maestros felices facilitan el éxito escolar? En este sentido, la ‘CASA’ (Curiosidad, Admiración, Seguridad y Alegría) ayuda a los docentes a enseñar a su alumnado a tomar conciencia de sus emociones, regularlas y desarrollar sus fortalezas personales. Para el profesorado supone un crecimiento personal mientras desarrollan su profesión. También, los estudiantes aprenden las herramientas que les permiten afrontar la vida con seguridad y optimismo, creyendo no sólo en sí mismos sino construyendo además relaciones positivas con sus iguales. 

 

 

 

 


EDUCACIÓN 3.0

Fuente

https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/herramientas-emocionales-vuelta-cole-nueva-normalidad/

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