Uno mismo puede convertirse en su mayor enemigo. En ocasiones, la propia forma de ser o experiencias vividas anteriormente, que nos han ido sensibilizando, nos llevan a reaccionar ante una situación de forma que solo conseguimos pasarlo realmente mal y complicar aun
más las cosas. Desde la lógica emocional es bastante sencillo meterse en una "espiral de malestar", por la que progresivamente contribuimos nosotros mismos a ir complicando las situaciones de conflicto y a incrementar el malestar personal. Las principales acciones que tienen como único resultado la ineficacia y el malestar son las siguientes:
1. "Dar excesivas vueltas a las preocupaciones", dudas, temores sin intención de buscar soluciones. Mucho esfuerzo para no dar un paso.
Es como meterse con el coche en una "rotonda" y darle vueltas y vueltas sin más. De esta forma, uno no camina en dirección alguna, consume mucha gasolina (energía), genera gran malestar, y provoca que los demás, si se percatan, no entiendan nada. Igual de absurdo es llevar continuamente las preocupaciones, dudas o temores en nuestra mente sin ánimo de hacer algo que cambie la situación que lo provoca. Al análisis de las situaciones problemáticas hay que dedicarles el tiempo justo y necesario para tomar una decisión y hacer algo que las resuelva.
2. Generarse expectativas muy elevadas. ¡Cuidado con el perfeccionismo!
Es apuntarse a vivir decepcionado, en conflicto consigo mismo y con los demás. Hay que ser realista en el análisis de las situaciones y plantearse metas accesibles a corto y medio plazo. Lo contrario es "pedir peras al olmo". Ser excesivamente exigente consigo mismo o con los demás conlleva un costo personal y social muy grande. Ayuda a vivir en estado permanente de frustración.
3. Tener la actitud de "pasar". El peligro de la inactividad.
Hay quien piensa que lo más inteligente es "pasar", es decir no tomarse las cosas demasiado en serio, no hacer mucho caso, renunciar a cualquier meta u objetivo, abandonar, tirar por el camino más fácil, cumplir con el horario sin más, hacer lo mínimo posible para sobrevivir profesionalmente, renunciar a la posibilidad de disfrutar de la profesión. Esta es una actitud errónea, fuente de muchos conflictos y de un gran malestar.
Una actitud bastante normal cuando las personas se sienten profesionalmente "quemadas" o agotadas es reaccionar "pasando" del trabajo. Ello es un error ya que ellas mismas van reforzando aun más la espiral de malestar. Egoístamente, pensando más en uno mismo que en la empresa, es una actitud nociva desde el punto de vista emocional ya que multiplica los conflictos de todo tipo y la insatisfacción personal.
Vivir con un pobre programa de actividades tiene un coste personal muy grande. Las personas amantes de la rutina tranquila, aunque de forma inmediata se sienten bien dado que viven una situación cómoda y exenta de riesgos, acaban teniendo problemas graves a nivel anímico. La inactividad favorece la aparición de estados depresivos.
4. Dejarse llevar por impresiones, valoraciones, juicios de valor, de forma que no se perciben los hechos en sí sino las emociones que éstos provocan. ¿Las cosas son solo como a mí me parece que son?
Cuando los hechos se revisten de opiniones o juicios de valor éstos se distorsionan, se genera una especie de niebla que hace que la realidad aparezca de forma confusa y difícilmente se encuentran pistas para resolver la situación problemática.
Algunos de los autodiálogos que pueden ilustrar este mecanismo son los siguientes: "dar clase se ha convertido en una guerra diaria", "los alumnos vienen al instituto a pasárselo bien", "pocos alumnos quieren realmente aprender", "hace un día triste", "me fastidia cada vez más que no quieran dejar trabajar", ….
Percibir las situaciones de esta forma ofrece pocas alternativas sobre qué se puede hacer para cambiar lo que está ocurriendo. ¿Cuáles son los hechos que hay que cambiar?. ¿Cómo cambiarlos?. Se percibe no lo que ocurre sino lo que uno siente o piensa a partir de lo que ocurre.
5. Personalizar el conflicto, vivirlo como si uno fuese el centro de referencia de la situación conflictiva. Ser el centro de la diana.
Las situaciones de conflicto se producen por diferentes circunstancias y aunque uno las sufre no suelen ir dirigidas contra él. Es recomendable hacer el ejercicio de salirse e intentar ver el conflicto desde fuera, como si no fuera consigo mismo.
Algunos de los autodiálogos que pueden ilustrar este mecanismo son los siguientes: "los alumnos disfrutan sacándome de mis casillas", "fulano siempre intenta dejarme en ridículo delante de mis compañeros o del claustro", "no tolero ese punto de vista o esa forma de pensar", "no conecto con estos alumnos o con estos compañeros", "soy gafe, tengo mala suerte", …
6. Exagerar las situaciones. Hacer afirmaciones rotundas.
A partir de uno o varios elementos se suele generalizar, con lo que procesar la información así desarma totalmente de cara a la posibilidad de hacer algo para intentar cambiar la situación. Lógicamente se trata de una distorsión de la realidad.
Algunos de los autodiálogos que pueden ilustrar este mecanismo son los siguientes: "la docencia está absolutamente desprestigiada", "nunca voy a saber manejar a los alumnos más conflictivos", "para mí dar clase ha perdido todo su encanto", "todo el mundo va a la suya", "no conecto nada con la juventud de ahora", ",me da la impresión de que dar clase no es lo mío", "nadie se cree lo de la calidad de la enseñanza", "los alumnos no saben nada", "en este centro he caído en desgracia", …
7. Anticipar dificultades o problemas. La autoprofecía cumplida.
En la medida en que uno anticipa un problema está abriendo la puerta para que éste se dé. Las personas cuando temen que ocurra algo, sin darse cuenta, organizan su comportamiento de forma que contribuyen a que ellos ocurra. Se trata de lo que en psicología se conoce como la "autoprofecía cumplida". Es una manera de ir generándose uno mismo sus propios obstáculos.
Algunos de los autodiálogos que pueden ilustrar este mecanismo son los siguientes: "este curso que comienza va a ser duro para mí", "no creo que me pueda hacer con estos alumnos", "con este compañero me da la impresión de que voy a chocar", "creo que acabaré pidiéndome una baja", "si les dejas un poco los alumnos acaban tomándote el pelo", "con los padres hay que tener la menor relación posible porque con ellos van las quejas y los problemas",...
8. Valorar todo de forma bipolar. No todo es blanco o negro.
Tender a valorar todo como ubicado en dos extremos, bueno o malo, próximo u opuesto, correcto o incorrecto, bonito o feo, es una distorsión de la realidad. Es la propia mente la que tiende a clasificar a las personas o las situaciones de esta forma.
Algunos de los autodiálogos que pueden ilustrar este mecanismo son los siguientes: "conecto o no tengo nada que ver con los propios compañeros", "los alumnos que no quieren trabajar impiden hacerlo a los que sí quieren", "hay pocos padres que colaboran realmente con los tutores, la mayoría pasan de ello"...
Autor
José Carrascosa Oltra
Fuente
http://www.edu.gva.es/per/docs/rlestres_2.pdf
Edita:
GENERALITAT VALENCIANA
CONSELLERIA DE CULTURA Y EDUCACIÓN.
Dirección General de Ordenación, Innovación Educativa y Política Lingüística.
Servicio de Formación del Profesorado.