Si bien se trata de
un Síndrome reconocido recientemente, no existe unanimidad al definirlo, lo que
habla de la riqueza de las investigaciones y la importancia del tema. Conocer
las distintas versiones nos ayudará a conocer más. Si bien existe esta gran
diversidad, no es lo mismo a la hora de medirlo.
Uno de los temas fundamentales tratados en el estudio del
burnout ha sido su definición, as como diferentes aportaciones conceptuales a
la comprensión del burnout que, como ya vimos anteriormente, se ha presentado y
se sigue presentando con diferentes obstáculos por la dificultad de
conceptualizar un proceso complejo como es este síndrome, así como porque su
similitud, cuando no igualdad, con el concepto estrés aplicado a las organizaciones
(estrés laboral) ha supuesto cuestionar continuamente el constructo. Starrin,
Larsson y Styrborn señalan que un aspecto importante del burnout es que
instintivamente todos saben lo que es, aunque la mayor ía puedan ignorar su
definición; así el discernimiento en la literatura sobre el síndrome acerca de
su definición tiene que ver con la discusión sobre el papel que tiene la
sociedad y las condiciones sociales que producen este fenómeno. Estos autores
parten de que el burnout afecta de forma individual a una sociedad abstracta.
Con un planteamiento más radical Grebert entiende el burnout "como una construcción cultural que permite a
los profesionales de la relación de ayuda manifestar cuáles son sus
sufrimientos y dificultades", llegando a conceptualizarlo como un
planteamiento defensivo de la profesión.
En el inicio Freudenberger describe el burnout como una
"sensación de fracaso y una
existencia agotada o gastada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de
energías recursos personales o fuerza espiritual del trabajador", que
situaban las emociones y sentimientos negativos producidos por el burnout en el
contexto laboral, ya que es éste el que puede provocar dichas reacciones. El
autor afirmaba que el burnout era el síndrome que ocasionaba la "adicción
al trabajo" (entendiéndola, según Machlowitz (1980), como "un estado de total devoción a su ocupación,
por lo que su tiempo es dedicado a servir a este propósito"), que
provocaba un desequilibrio productivo y, como consecuencia, las reacciones emocionales
propias de la estimulación laboral aversiva.
Pines y Kafry definen el burnout "como una experiencia general de agotamiento físico, emocional y
actitudinal" que posteriormente tendría un desarrollo más completo y
que influiría en los planteamientos teóricos de diversos autores, como veremos.
Posteriormente, Dale es uno de los que inician la concepción teórica del
burnout entendiéndolo como consecuencia del estrés laboral y con la que
mantiene que el síndrome podría variar en relaci ón a la intensidad y duración
del mismo. Freudenberger aporta otros
términos a la definición, así ya habla de un "vaciamiento de sí
mismo" que viene provocado por el agotamiento de los recursos físicos y
mentales tras el esfuerzo excesivo por alcanzar una determinada expectativa no
realista que, o bien ha sido impuesta por él, o bien por los valores propios de
la sociedad. El
trabajo como detonante fundamental del burnout va a ser básico en todas las
definiciones posteriores. Cherniss es uno de los primeros autores que enfatiza
la importancia del trabajo, como antecedente, en la aparición del burnout y lo
define como "cambios personales
negativos que ocurren a lo largo del tiempo en trabajadores con trabajos
frustrantes o con excesivas demandas". El mismo autor precisa que es
un proceso transaccional de estrés y tensión en el trabajo, tensión en el
trabajo y acomodamiento psicológico, destacando tres momentos:
·
Desequilibrio entre demandas en el trabajo y
recursos individuales (estrés).
·
Respuesta emocional a corto plazo, ante el
anterior desequilibrio, caracterizada por ansiedad, tensión, fatiga y
agotamiento (tensión)
·
Cambios en actitudes y conductas (afrontamiento
defensivo).
Con esta conceptualización, el autor ser á uno de los
defensores iniciales de la importancia de las estrategias de afrontamiento como
mediadoras en el proceso que conduce al trastorno.
Otros autores que aportan una definición de burnout en esta
misma línea son Edelwich y Brodsky (1980), que lo definen "como una pérdida progresiva del idealismo,
energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de ayuda, como
resultado de las condiciones del trabajo" Proponen cuatro fases por
las cuales pasa todo individuo con burnout:
1.-Entusiasmo, caracterizado por elevadas aspiraciones,
energía desbordante y carencia de la noción de peligro.
2.-Estancamiento, que surge tras no cumplirse las
expectativas originales, empezando a aparecer la frustración.
3.-Frustración, en la que comienzan a surgir problemas
emocionales, físicos y conductuales. Esta fase sería el núcleo central del
síndrome.
4.-Apatía, que sufre el individuo y que constituye el
mecanismo de defensa ante la frustración.
En esta misma época, Gillespie intentando resolver la
ambigüedad definicional, que según el autor existe, clasifica al burnout según
dos tipos claramente diferenciados: burnout
activo, que se caracterizaría por el mantenimiento de una conducta
asertiva, y burnout pasivo en el que
predominarían los sentimientos de retirada y apatía. El activo tendría que ver,
fundamentalmente, con factores organizacionales o elementos externos a la
profesión, mientras que el pasivo se relacionar ía con factores internos
psicosociales. El autor abre, de esta forma, la posibilidad de la existencia de
varias manifestaciones del burnout que, posteriormente, otros autores
retomarían para intentar explicar la complejidad del síndrome.
En 1981, Maslach y Jackson entienden que el burnout se
configura como "un síndrome
tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y
reducida realización personal". Siguiendo a Sarros, podemos entender
las tres dimensiones citadas de la siguiente manera
* Agotamiento
emocional: haría referencia a las sensaciones de sobreesfuerzo físico y hastío
emocional que se produce como consecuencia de las continuas interacciones que
los trabajadores deben mantener entre ellos, así como con los clientes
* Despersonalización:
supondría el desarrollo de actitudes y respuestas cínicas hacia las personas a
quienes los trabajadores prestan sus servicios
* Reducida
realización personal: conllevaría la pérdida de confianza en la realización
personal y la presencia de un negativo autoconcepto como resultado, muchas
veces inadvertido, de las situaciones ingratas
Esta definición, que no se aparta de la asunción de las
variables del trabajo como condicionantes últimos de la aparición del burnout,
tiene la importancia de no ser teórica, sino la consecuencia empírica del
estudio que las autoras habían ido desarrollando (Maslach y Jackson).
En el mismo periodo de tiempo, Pines, Aronson y Kafry (1981)
definen el burnout como "un estado
de agotamiento físico, emocional y mental causado por estar implicada la
persona durante largos periodos de tiempo en situaciones que le afectan
emocionalmente". Esta definición, que también tiene un soporte
empírico dará lugar, al igual que en el caso de Maslach y Jackson (1981), a un
inventario para la evaluación del síndrome, aunque presenta la ventaja de no
circunscribir exclusivamente el burnout en el contexto organizacional.
Introducen el término "tedium" para diferenciar dos estados
psicológicos de presión diferentes. Para ellos burnout sería resultado de la
repetición de la presión emocional, mientras que tedium sería consecuencia de
una presión crónica a nivel físico, emocional y mental. El constructo tedium,
por tanto, sería más amplio que el de burnout. En concreto, Pines y Kafry
(1978) habían planteado que el tedium "se caracteriza por sentimientos de
depresión, vaciamiento emocional y físico y una actitud negativa hacia la vida,
el ambiente y hacia sí mismo, y ocurriría como resultado de un evento vital
traumático súbito y abrupto, o como resultado de un proceso lento y gradual
diario de "machaque". Como puede comprobarse el tedium no sólo es un
constructo más amplio, sino que además trasciende al ámbito organizacional y
permite la posibilidad de aparición del síndrome ante cualquier evento o
proceso suficientemente aversivo que cumpla la anterior caracterización.
De otra parte, burnout, según estos mismos autores, sería el
síndrome que padecerían los profesionales de los trabajos relacionados con
servicios humanos, mientras que tedium quedaría para describir a las demás
profesiones (si nos centramos en el contexto organizacional). La relevancia de
esta diferenciación radica en que es la primera vez que el burnout no se
circunscribe a unos determinados trabajos, sino que se amplía aunque, como
indican Maslach y Jackson (1984), las profesiones de "ayuda humana"
han sido el origen del estudio acerca del burnout y, por tanto, las que más
investigaciones han generado y donde m ás resultados se han ofrecido para la
explicación del síndrome. A pesar de todo el desarrollo teórico, Pines et al
(1981), Burke y Richardsen (1991) no aprecian la diferenciación entre burnout y
tedium, ya que para estos autores ambos conceptos son idénticos en términos de
definición y sintomatología.
A partir de estas dos definiciones no surgen ya
prácticamente conceptualizaciones teóricas originales del burnout, pasándose a
un intento de comprensión del síndrome mediante los resultados obtenidos en
diversas investigaciones, que posteriormente describiremos. Parece que se
admite fundamentalmente la definición de Maslach y Jackson (1981), no habiendo
tenido tanta repercusión la
de Pines et al (1981). Por tanto, las siguientes definiciones
que se aportan suelen girar en torno a la ofrecida por las autoras, y la
asunción de la relación estrecha entre estrés ocupacional y burnout es aceptada
casi un ánimemente. Emener, Luck y Gohs (1982) indican que todas las
definiciones que se habían aportado de burnout hasta ese momento lo que hacían
era describir el "síndrome del carbonizado", como ellos denominan a
los individuos que padecen este problema. De ahí, que en la actualidad una
traducción libre de burnout sea la de "quemado", cuando realmente lo
que se está reflejando es una situación cualitativamente más grave
("carbonizado"). Estos mismos autores plantean que burnout tal vez
pueda ser descrito como el estado mental y físico resultante de los efectos de
debilitamiento experimentados por sensaciones negativas prolongadas,
relacionadas con el trabajo y el valor que le merece al empleado el "cara
a cara" del trabajo y de los compañeros.
Posteriormente, Martin (1982) sugiere que "el burnout
refleja una respuesta al estrés y secundariamente a la depresión como síndrome
específico", abriendo la reflexión sobre la íntima relación que puede
existir entre burnout y depresión, lo que supone un nuevo problema conceptual
puesto que ya no es sólo la similitud entre los constructos burnout y estrés,
sino también con depresión.
Perlman y Hartman (1982), compilando las diversas
conceptualizaciones utilizadas hasta ese año para definir burnout, encuentra
los siguientes tópicos: fracasar y estar agotado, respuesta a un estrés
crónico, y síndrome con actitudes inapropiadas hacia los clientes y hacia sí
mismo, asociado con síntomas físicos y emocionales, todo ello provocado por una
estimulación negativa del trabajo y la organización hacia la persona que
desempeña su labor profesional. Este planteamiento se va a acentuar
posteriormente. Cunningham (1983) reitera la misma definición que Pines et al
(1981), encabezando una serie de autores que se inclinarían más hacia esta
acepción del burnout, frente a los que se decantan por la definición de Maslach
y Jackson (1981). A pesar de que hasta ese momento parecen existir líneas de
definición aceptables, Smith y Nelson (1983b) concluyen que "obviamente no es posible ofrecer una
definición concisa del fenómeno", en clara referencia a la complejidad
del constructo que se intenta conceptualizar. Elliot y Smith (1984), partiendo
de que el burnout podría ser un rasgo de personalidad, entienden que en el
proceso del síndrome hay que buscar el equilibrio que se ha perdido, planteando
que puesto que la recognición del cambio es la fórmula para afrontar el
burnout, habrá que partir de la siguiente ecuación:
Susceptibilidad Individual + Sobrecarga = Burnout.
Se puede apreciar que no se alejan de las proposiciones de
otros autores sino que pero intentan operativizarlas. Farber (1984) define el
burnout como "manifestaciones
conductuales de agotamiento emocional y físico derivadas de eventos
situacionales estresantes por no encontrar las estrategias de afrontamiento
efectivas", continuando con los planteamientos establecidos hasta ese
momento, pero añadiendo un aspecto importante para la comprensión del síndrome:
las estrategias de afrontamiento inadecuadas actuar ían como mediadoras entre
los eventos estresantes y las manifestaciones de agotamiento emocional y físico
Haciendo especial hincapié en los trabajos de
"servicios humanos", Shinn, Rosario, March y Chestnust (1984)
entienden el burnout como "tensión
psicológica resultante del estrés en el trabajo de servicios humanos",
asentándose cada vez más el estrés laboral como antecedente necesario para la
aparición del síndrome. Desde este mismo planteamiento, Nagy señala que el
burnout "describe un gran número de
manifestaciones psicológicas y físicas evidenciadas en trabajadores empleados
en profesiones consideradas de interacción humana", añadiendo que
burnout y estrés podrían ser conceptos similares y que burnout sería un tipo
específico de estrés. Grantham (1985), desde una perspectiva puramente
psiquiátrica, entiende que los factores estresantes del burnout no son siempre
claramente identificables; sí, en cambio, los relacionados con problemas de
personalidad, depresión y ansiedad. Partiendo de estas premisas, plantea la
siguiente categoría diagnóstica del burnout:
-Eliminar la presencia de una identidad biológica.
-Eliminar la posible existencia de otro síndrome
psicopatológico.
-Reconceptualizar el síndrome como una entidad englobada en
"problemas de adaptación".
Para el autor, por tanto, el burnout es un síndrome de
adaptación que tendría unas características que lo diferenciaría de otros síndromes.
Walker (1986), que había señalado que el burnout "se caracteriza por la existencia de
determinadas respuestas a un prolongado, inevitable y excesivo estrés en
situaciones de trabajo", dejaba abierta la posibilidad de que el síndrome
pueda ser experimentado por cualquier trabajador, independientemente de su
contexto laboral específico. Por último, Kyriacou (1987) retoma la definición
de Pines et al y defiende que es la mejor concepción de síndrome para su
aceptable comprensión.
Cuando parece que la definición de burnout se va perfilando,
Garden (1987) expone la idea de que una definición de burnout es prematura pues
existe ambigüedad en la realidad del síndrome que la investigación conocida
hasta el momento no ha permitido aclarar. Un año antes, Smith, Watstein y
Wuehler, concluían que el burnout describía un sutil patrón de síntomas
conductas y actitudes que es único para cada persona, haciendo muy difícil que
se pueda aceptar una definición global del síndrome.
Poco después Shirom (1989), que es más optimista que los
autores anteriores ante e constructo, plantea que "el burnout es consecuencia de la disfunción de los esfuerzos de
afrontamiento, con lo que al descender los recursos personales aumenta el
síndrome" retomando la variable afrontamiento como determinante en la
comprensión del burnout.
Hiscott y Connop vuelven a la línea clásica en cuanto a la
definición del burnout y lo entienden como "un indicador de problemas de estrés relacionados con el trabajo".
De hecho, a partir de finales de la década de los ochenta es cuando la
definición de Maslach y Jackson reaparece con mucha más fuerza. Por otra parte,
el estrés ocupacional adquiere el papel fundamental que en los años ochenta ya
se había manifestado. Así, Greenglass, Burke y Ondrack, tras diferenciar estrés
vital (concepto general que se refiere al estrés acumulado por los cambios
vitales en el hogar y/o en el trabajo) y estrés laboral (que se refiere al
estrés específico generado en el trabajo o por los factores relacionados con el
mismo), encuadra el burnout en este último.
Sin embargo, Starrin, Larsson y Styrborn matizan que
mientras el estrés puede ser experimentado positiva o negativamente por el
individuo, el burnout es un fenómeno exclusivamente negativo. De ah í que
algunos autores planteen la relación entre ambos constructos en el sentido de
que el burnout podr ía ser similar a un estrés negativo. Oliver, Pastor,
Aragoneses y Moreno igualan burnout a estrés laboral asistencial, volviendo
estos autores a circunscribirse en profesiones con determinadas interacciones
humanas. También García Izquierdo señala el burnout como característico de
profesiones de "servicios humanos", y lo entiende como consecuencia
de un prolongado y creciente estrés laboral y, por tanto, sería equiparable a
la tensión que un individuo siente como consecuencia de las demandas físicas y
psicológicas que el propio puesto de trabajo genera, o como resultado de un
desajuste entre el trabajador y su entorno laboral. Moreno, Oliver y Aragoneses
lo definen como "un tipo de estrés
laboral que se da principalmente en aquellas profesiones que suponen una
relación interpersonal intensa con los beneficiarios del propio trabajo".
Muy similar a esta definición encontramos la de Ganster y
Schanbroeck (1991): "el burnout es
de hecho un tipo de estrés, una respuesta afectiva crónica como consecuencia de
condiciones estresantes del trabajo que se dan en profesiones con altos niveles
de contacto personal" Esta respuesta podría estar relacionada con las
estrategias de afrontamiento de la persona, según Leiter (1991b). El autor
considera el burnout como una función del patrón de afrontamiento del
individuo, que está condicionado por las demandas organizacionales y los
recursos exigidos. El síndrome incluiría una interacción compleja de factores
cognitivos con respecto a las atribuciones causales concernientes al trabajo y
a las aspiraciones de progreso profesional. En esta misma línea, Kushnir y
Melamed lo definen como "el
vaciamiento crónico de los recursos de afrontamiento, como consecuencia de la
prolongada exposición a las demandas de cargas emocionales", con lo
que se va asentando una corriente de estudios que enlazan burnout y estrategias
de afrontamiento que, como vimos, ya había presentado antecedentes investigadores.
De hecho, Wallace y Brinkerhoff señalan que paradójicamente la
despersonalización, como dimensión del burnout, sería propiamente una
estrategia de afrontamiento conducente a combatir el síndrome, abriendo aún más
la necesidad de una línea de investigación en este sentido.
Tras la anterior unanimidad en la concepción del burnout, la
mayoría de autores utilizan el Maslach Burnout Inventory como instrumento de
medida del burnout para sustentar sus diversos resultados, y donde la
definición de estas autoras está implícita, cuando no es claramente explícita,
en los diversos trabajos de investigación que se están desarrollando. Sin
embargo Burke y Richardsen, como ya hiciera Garden, plantean que no existe
acuerdo en la definición de burnout a la que llegan los distintos autores que
están investigando el síndrome y que, por tanto, se necesitan más trabajos de
investigación que ayuden a una mejor comprensión de este fenómeno.
García Izquierdo y Velandrino, que un año antes había dado
su propia definición, plantean ahora que "tras casi 20 años desde la aparición del término burnout no hay una
definición unánimemente aceptada". De hecho, Grebert incide en que la
descripción sintomática del síndrome varía según los autores que lo estudian.
Leiter distancia el burnout del estrés laboral y lo define "como una crisis de autoeficacia".
Nagy y Nagy señalan, por otra parte, que el concepto burnout se ha convertido
en un "llamativo descriptor del
estrés laboral", señalando que se ha popularizado tanto que quizás se
ha perdido el origen del mismo. Moreno y Oliver retoman la relevancia del
afrontamiento e indican que el burnout "sería la consecuencia de un afrontamiento incorrecto de trabajo de
asistencia y de las preocupaciones ligadas a él".
Castellón, Albadalejo y García Izquierdo plantean la
concepción del burnout centrada exclusivamente en el agotamiento emocional. Por
último, Ayuso y López, siguiendo la definición de Pines et al, definen el
burnout como "un estado de
debilitamiento psicológico causado por circunstancias relativas a las
actividades profesionales que ocasionan síntomas físicos, afectivos y cognitivo
-afectivos", precisando que "e síndrome de desgaste sería una
adaptación a la pérdida progresiva del idealismo, objetivos y energías de las
personas que trabajan en servicios de ayuda humana, debido a la difícil
realidad del trabajo", concepción que deducen de la definición de Edelwich
y Brodsky.
En suma, del recorrido realizado hasta aquí podemos
consensuar varios aspectos que nos ayudan a delimitar el concepto de burnout y,
por tanto, a comprenderlo mejor
-Parece claro que el burnout será consecuencia de eventos
estresantes que disponen al individuo a padecerlo. Estos eventos serán de
carácter laboral, fundamentalmente, ya que la interacción que el individuo
mantiene con los diversos condicionantes del trabajo son la clave para la
aparición del burnout
-Es necesaria la presencia de unas "interacciones
humanas" trabajador-cliente, intensas y/o duraderas para que el síndrome
aparezca. En este sentido, se conceptualiza el burnout como un proceso continuo
que va surgiendo de una manera paulatina y que se va "instaurando" en
el individuo hasta provocar en éste los sentimientos propios del síndrome.
-No hay acuerdo un ánime en igualar los términos burnout y estrés
laboral, pero sí cierto consenso en asumir la similitud de ambos conceptos; sin
embargo, definiciones como la de Freudenberger, Maslach y Jackson o Pines,
Aronson y Kafry parecen indicar que existen matices que les hace difícilmente
iguales. De hecho, recientemente Singh, Goolsby y Rhoads concluían que burnout
y estrés laborales son constructor claramente diferentes.
-Tras la definición de Freudenberger, en la que planteaba
una "existencia gastada", y tras las aportaciones de Maslach y
Jackson con la tridimensionalidad del síndrome: agotamiento emocional,
despersonalización y reducida realización personal, o las que hacen Pines et al
con el triple agotamiento: emocional, mental y físico, pocas han sido las
aportaciones originales a la definición del burnout, girando todas las
aportadas sobre estas tres, incluyendo matices propios del contexto en el que
se iban desarrollando las investigaciones y no alterando sustancialmente las
originales.
-Por último, aunque algunos autores han señalado la falta de
consenso a la hora de dar una definición de burnout, el hecho de que el Maslach
Burnout Inventory, planteamiento empírico que justifica la definición de
Maslach y Jackson, haya sido utilizado de forma casi unánime por los distintos
autores para la realización de sus investigaciones, como veremos en un capítulo
posterior, nos hace pensar que sí existe cierto consenso en afirmar que la
conceptualización más aceptada de burnout es la que ofrecen estas autoras.
Extraído de:
TESIS SOBRE EL BURNOUT
Por: Enrique J. Garcés de Los Fayos Ruiz