El liderazgo es la competencia que más contribuye al
bienestar docente. Se puede definir el liderazgo como la función de
dinamización de un grupo o de una organización para generar su propio
crecimiento en función de una misión o proyecto compartido (Pareja). El
liderazgo es la competencia por excelencia del profesorado. Maestros y
profesores son líderes de sus alumnos y esto se consigue a través de la autoridad. Hoy, en
nuestras aulas se habla de falta de autoridad e incluso, algunas Comunidades
Autónomas han promulgado leyes sobre la autoridad del profesorado. Ahora bien,
es preciso que distingamos entre autoridad y poder, entre auctoritas y
potestas. La potestas, es el poder del profesorado emana de su nombramiento y
se expresa mayoritariamente a través de las notas, mientras que la auctoritas,
la autoridad, la ascendencia sobre los alumnos se consigue a partir de la
confianza que podamos darles y esta confianza nace de un conjunto de
competencias emocionales, nos dice el método de pensamiento emocional y para
ello, nos propone un conjunto de ejercicios que nos ayuden a desarrollarlas.
a) La capacidad para mantener relaciones. Los profesores
debemos ser sociables, tenemos que saber cómo entablar relaciones, pero sobre
todo, tendremos que saber mantenerlas. Muchas veces encontramos fácil hacer
nuevas relaciones, sin embargo, ya no es tan fácil mantenerlas.
b) La capacidad para conocer y organizar grupos. Tanto
dentro del aula, veremos, pero también fuera de ella (Hernández). El liderazgo
no es algo exclusivo del ámbito docente. Es más, veremos cómo los docentes que
seamos capaces de organizar grupos fuera del aula tenemos una mejor competencia
dentro de ella. Para desarrollar esta competencia el método de pensamiento
emocional nos propone una técnica original derivada del sociograma de Moreno.
Se trata del sociograma emocional que se basa en la intuición, en la mera
observación por parte del profesor que traslada las relaciones apreciadas a un
dibujo igual que aquél que utiliza el sociograma clásico.
c) La capacidad para resolver conflictos. Los líderes
docentes tenemos que formarnos también en desarrollar nuestra capacidad para
resolver conflictos. En tal sentido, este método propone una serie de
ejercicios que nos ayudan a analizar qué es un conflicto, por qué surgen los
conflictos, cuáles son sus consecuencias, cuáles sus agentes, cuáles sus
implicaciones ambientales, cómo presentar alternativas de resolución y cómo
conseguir que las personas enfrentadas puedan resolver sus diferencias con las consiguientes
compensaciones y reparaciones.
d) La capacidad para establecer una adecuada convivencia en
clase. La convivencia es fruto del hecho de compartir objetivos, objetos,
valores, normas en el justo medio que consiga el máximo beneficio para aquellos
que conviven. En tal sentido cabe hablar de la capacidad del profesorado para
fomentar una disciplina democrática (Mc. Court), surgida de la razón y no de
una emoción partidista, fruto en la mayor parte de los casos del convenio de
normas establecido entre el profesor y los alumnos. Una fórmula que propone el
método de pensamiento emocional es el denominado tutor afectivo (Cabrera y
otros) que puede coincidir con el tutor de clase de Primaria o Secundaria, pero
preferiblemente será aquel profesor o profesora que a lo largo de la
permanencia de alumno en el centro actúe sobre él como un coach. Esta fórmula
es especialmente útil con alumnos con conductas disruptivas (Uruñuela).
e) La capacidad para la mediación. Cada
día más en el ámbito judicial y el educativo se utiliza la mediación como
sistema de resolución de conflictos en los centros y en la mejora de la convivencia. Los
docentes debemos formarnos en técnicas de mediación a sabiendas de que la
mediación más que una técnica es una cualidad otorgada por las personas en
conflicto desde la
confianza. Esto es que no sólo es importante nuestra
formación en técnicas de mediación, sino en conseguir el liderazgo en el centro
para que las partes en conflicto acudan a nosotros como mediadores en sus
litigios.
Pero el método de pensamiento emocional, además, nos indica
dos tipos de liderazgo en los centros educativos, el liderazgo afectivo que
tiene que ver con la capacidad para que consigamos desarrollar la madurez
emocional del alumnado y el liderazgo pedagógico que nos hace capaces de
conseguir que nuestro alumnado consiga el mejor aprendizaje de competencias con
el menor esfuerzo.
El liderazgo afectivo viene caracterizado por cualidades
como el entusiasmo, la creatividad, la proactividad, la capacidad para fomentar
el diálogo, la capacidad para fomentar el trabajo en equipo, la capacidad para
fomentar el espíritu crítico, la capacidad para fomentar en el alumnado la toma
de decisiones, y por encima de todas, la capacidad para inspirar confianza
entre alumnos y alumnas.
El liderazgo pedagógico es aquel que consigue los mejores
aprendizajes por parte de los alumnos y requiere otro conjunto de competencias
como puedan ser: capacidad para motivar a los alumnos desde una motivación
intrínseca, clarificar las funciones de los alumnos, es decir, que siempre
tengan claro qué se les pide, capacidad para utilizar el método socrático, esto
es, conseguir implicar a alumno en su aprendizaje desde los conocimiento
previos que ellos tienen, capacidad para individualizar la enseñanza, el uso de
metodologías activas, y el uso frecuente, adecuado y democrático de la
evaluación con sus muchas formas y posibilidades.
Dentro del liderazgo pedagógico encontramos también el
liderazgo en la organización escolar que requiere de competencias como: la
capacidad de ayudar al centro a que encuentre su identidad (Bardisa), la
capacidad para implicar en nuevas metodologías de centro como puedan ser las
comunidades de aprendizaje y la habilidad para manejar la micropolítica, las
líneas de influencia y de poder ejercido por los diferentes integrantes de la
comunidad escolar.
Pero, sobre todas estas capacidades, competencias o
habilidades la cualidad fundamental para alcanzar el liderazgo es sin duda la
integridad.
Extraído de:
Hué, C. (2012). Bienestar
docente y pensamiento emocional. Revista Fuentes, 12, 47-68.
Sobre el autor:
Licenciado en
Psicología y Pedagogía por la Universidad Complutense
de Madrid en 1974 y 1975 respectivamente, y Doctor en Ciencias de la Educación
por la Universidad de Barcelona en 1994.