Enfermeras mexicanas conmemoraron el Día Nacional de la Enfermería expuestas a riesgos de contagio por COVID-19, sobrecarga laboral, afectaciones emocionales, distanciamiento con su familia e incertidumbre con respecto a su estabilidad en el empleo.
Cada 6 de enero, México conmemora el Día Nacional
de la Enfermería. Este 2021, sin embargo, la efeméride llegó en medio de una
pandemia que ya cobró la vida en nuestro país de al menos 130 mil personas.
La enfermería, constituida casi totalmente por
mujeres, es la principal actividad al frente de la atención de todas las
personas que han sido contagiadas con el nuevo virus, lo que las expone a mayor
riesgo de contagio porque son quienes mantienen todo su turno laboral en
contacto directo con las y los pacientes, su entorno, sus fluidos y sus
secreciones.
De acuerdo con el reporte del 4 de enero del 2021
que da a conocer semanalmente la Secretaría de Salud, seis de cada 10 profesionales
de salud que han padecido la enfermedad por COVID-19 son mujeres; 40 por ciento
del total de este personal contagiado son enfermeras.
Cimacnoticias platicó con cuatro enfermeras que
laboran en distintas instituciones públicas de salud en la Ciudad de México que
atienden pacientes COVID, para conocer cómo han cambiado sus condiciones
laborales y de vida tras la pandemia.
Sandra, enfermera que labora desde abril pasado en
una unidad temporal para la atención de pacientes COVID. Este enero cumplió ocho
meses de no ver a su familia. También tuvo que cambiar de residencia y, en
algunos casos, ha tenido que hacer uso de los cuartos de hoteles que en la CDMX
se pusieron a disposición del personal sanitario que atiende la pandemia.
Antes de la COVID-19, en una jornada laboral
promedio, Sandra atendía un máximo de seis pacientes al día y en estado de
salud no tan grave. Actualmente, en una área de hospitalización atiende
cotidianamente entre 8 a 11 pacientes en estado de salud de moderado a
delicado. En el caso de pacientes en terapia intensiva, antes atendía a 1
persona y ahora 2 en estado de gravedad.
Aunque Sandra trabaja las mismas horas que antes de
la pandemia y su sueldo aumentó de 16 a 24 mil pesos al mes, las jornadas son
más extenuantes toda vez que han tenido que prepararse para la aplicación de
nuevos procedimientos y conocer cerca una enfermedad nueva para todas las
personas, incluyendo para el personal sanitario.
En esto coincide Rosario, enfermera obstetra en un
hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social, que atiende a mujeres
embarazadas con COVID. De acuerdo con Rosario, al inicio de la pandemia
el personal directivo y altos mandos del hospital para el que labora no
supieron cómo lidiar con las necesidades del personal de enfermería y no les
proporcionaron material de calidad, lo que derivó en contagios y hasta muerte
de sus compañeras y compañeros.
Fue varios meses después de la pandemia que se tuvo
un mejor manejo de las condiciones de trabajo de las enfermeras, de acuerdo con
Rosario, quien aseguró que la atención de pacientes COVID es más cansada porque
–y en esto coincidieron todas las entrevistadas– el uso del Equipo de
Protección Personal es pesado y deshidrata.
Amalia, que atiende a niñas y niños con COVID en el
Hospital Infantil de México desde abril de 2019, relató que cuando empezaron a
escuchar de los primeros casos de contagio imperó entre el personal un “miedo
ante lo desconocido”, que poco a poco fue convirtiéndose en respeto.
La enfermera detalló que, como en el caso de muchas
otras compañeras, la COVID le abrió las puertas para laborar en las
instituciones públicas, para aumentar su sueldo, que en su caso –al venir de
una institución privada– se duplicó, y de crecer profesionalmente.
Sin embargo, por la contingencia sanitaria, tuvo
que modificar sus hábitos de vida. Por ejemplo, dejó de visitar por varios
meses a su mamá y su papá, a quienes veía una vez por semana. Además de vivir
con el constante miedo de ser portadora del virus y contagiar a alguien más.
Laura, una enfermera con 26 años de trayectoria,
dijo que tras la pandemia se tuvieron que modificar no sólo los espacios de
trabajo dentro del hospital sino también en su casa, con la instalación de
tapetes sanitizantes o hacer un cambio de ropa al llegar del trabajo; no
obstante, el mayor reto de su trabajo en esta época ha sido presenciar la
pérdida de los pacientes.
“El riesgo ha aumentado y el trabajo también. Es
muy estresante porque tienes paciente grave y de repente se ponen mal dos o
tres pacientes al mismo tiempo. Algunas veces no te das a basto para atender la
situación tan eficientemente como quisieras.
Tuve la experiencia de trabajar en un hospital de
Tijuana por quince días, y fue una experiencia muy fuerte pues la demanda de la
atención médica era muy grande. Gran parte del personal adscrito al hospital
estaba con incapacidad por COVID y tuvimos que entrar nosotros (que laboran en
la CDMX) y después de nosotros llegaron otros grupos. Ahí sí vi mucha gente
morir en cuestión de minutos, a pesar de ayudarlos de manera muy profesional y
expedita, era inútil, morían. Nunca jamás antes había llorado tanto por la
muerte de mis pacientes, esa sensación de impotencia, coraje mezclados con
desesperación ha sido una experiencia que me ha marcado mi vida profesional”, detalló
la enfermera.
Antes de la pandemia, en julio de 2019, el
Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) contabilizó que en el país había
472 mil 781 personas se dedicaban a la enfermería con un grado técnico o
especializado de las cuales el 79.1 por ciento mujeres; no obstante, la
Secretaría de Salud estimaba que México tenía un déficit de 730 mil enfermeras
y enfermeros para cubrir las necesidades sanitarias del país.
Además del déficit del personal, desde 2016 y
durante los años recientesmiles de enfermeras han protestado en
manifestaciones públicas para exigir una mejora salarial de acuerdo a su nivel
de estudios, que en muchos casos es de maestría o más de una especialización; y
el reconocimiento social de su labor.
Tras los primeros tres meses de la pandemia, el
gobierno federal contrató un total de mil 502 enfermeras especialistas y 18 mil
664 enfermeras generales, de acuerdo con la SS, y el IMSS ofreció a 161 mil 807
personas un bono salarial del 20 por ciento.
No obstante, las enfermeras consultadas
coincidieron en que lo prioritario para ellas es que se atienda su salud
mental, toda vez que enfrentan desgaste físico y emocional por la pandemia,
además de que desconocen qué pasará con sus empleos una vez que las
hospitalizaciones disminuyan y se requiera en menor medida de sus servicios, ya
que nadie les puede garantizar que su sueldo actual se mantenga o, mejor aún,
gocen de una plaza fija.
Texto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa/ Foto: César
Martínez López
Fuente. CIMAC Noticias