domingo, 13 de diciembre de 2020

Por qué nos enganchamos al “doomscrolling” y cómo superar la adicción a las malas noticias.

 La pandemia mundial de Covid-19 ha sacado a pasear a uno de los instintos más difíciles de reprimir en la profesión periodística: el catastrofismo. Cualquier noticia relacionada con una amenaza captura la atención de las personas con mayor eficacia que una noticia normal, así que los medios de comunicación, que viven de capturar atenciones, las utilizan desde siempre.

 


Incluso se podría argumentar que esta misma noticia que estás leyendo cae en la misma trampa, porque te explica por qué si lees muchas noticias catastrofistas tu cerebro resulta perjudicado.


Lo que se ha podido comprobar durante la pandemia de Covid-19 es que hay un aumento de las personas que pasan horas leyendo noticias negativas. Esta práctica se ha denominado en inglés doomsurfing o doomscrolling, de la palabra ‘doom’, que se puede traducir como condenación o amargo destino. Las palabras han sido incorporadas al diccionario Merriam-Webster precisamente a causa de la pandemia.


Las noticias catastrofistas no son necesariamente falsas, aunque algunas también lo sean. Basta con que se enfoquen en las consecuencias negativas de algo. El año 2020 ha sido especialmente fecundo en esta negra cosecha: la pandemia de Covid-19, los muertos, el colapso de la sanidad, las protestas, los asesinatos racistas en EEUU, el desempleo, las revueltas en otros países, el inexorable cambio climático y, en términos generales, la política. Si quieres amargarte, hay un menú largo y variado esperándote en Twitter y Facebook.


Pero ¿por qué se produce la adicción a las malas noticias? En 2014 el diario ruso The City Reporter decidió publicar solo buenas noticias durante un día completo, con titulares como “No hay atascos en la autopista a pesar de la nieve” o “Las obras del túnel estarán terminadas a tiempo”. Su audiencia cayó a una tercera parte.


La culpa no es de los medios. Los seres humanos procesamos los datos negativos más rápido y más exhaustivamente que los positivos, y los recordamos durante más tiempo. Socialmente, invertimos más en evitar la mala reputación que en construir una buena. Emocionalmente, nos esforzamos más en evitar conflictos que en crear buen rollo.


El cerebro humano presenta una preferencia por lo negativo, que está asociada al instinto de supervivencia. La región del cerebro llamada amígdala, encargada de procesar el miedo y la respuesta de “lucha o huida”, tiene dos tercios de sus neuronas dedicadas a procesar emociones negativas, respondiendo inmediatamente y activando el almacenamiento en la memoria a largo plazo.


No es de extrañar. En un entorno natural, si no sabemos qué causa ese movimiento en los matorrales tenemos más probabilidades de sobrevivir asumiendo que es un tigre que pensando que se trata de uno de la tribu aliviándose. El precio de pensar en positivo y equivocarse es muy alto.
Al mismo tiempo, cuanto más conozcamos sobre lo que hay detrás del matorral, más probabilidades tendremos de reaccionar la próxima vez. La necesidad de averiguar más sobre las posibles amenazas es lo que nos lleva a pararnos a ver qué ha ocurrido cuando hay un accidente de tráfico, y también a leer noticias catastróficas en Facebook.


Esta tendencia al morbo está amplificada por la tecnología. La información que se nos sirve en Google o Facebook está seleccionada por algoritmos que refuerzan aquello en lo que más interés mostramos. Si buscamos o hacemos clic en noticias catastróficas, veremos más noticias catastróficas.


Los efectos psicológicos del uso compulsivo de las redes sociales ya se han estudiado, y se ha podido ver que se asocia a la ansiedad, provocada por la envidia hacia otras personas, y la depresión en general. Las redes sociales pueden tener un efecto positivo en la salud mental, pero solo cuando su uso está separado de una reacción emocional, y eso no es lo que ocurre con el doomscrolling, sino más bien lo contrario.

 

La pandemia de Covid-19 ha producido un aumento de los trastornos psicológicos en todo el mundo. En España, un estudio de la población durante el principio del confinamiento reveló cifras de entre el 15 y el 20 por ciento de incidencia de la depresión, ansiedad y estrés postraumático, agravándose en el caso de las mujeres y las personas con trastornos anteriores.


Lo último que necesitamos es aumentar nuestra ansiedad y depresión con una obsesión mórbida por las malas noticias. ¿Qué hacer? Estas son algunas posibles soluciones:


La amígdala y la experiencia del afecto
El afecto negativo, medido durante el procedimiento de muestreo de experiencias del año anterior, se correlacionó positivamente con la activación de la amígdala en respuesta a estas breves presentaciones de las representaciones del miedo.


El impacto de los mirones en el tráfico urbano de las autopistas
Los datos indicaron que alrededor del 10 por ciento de los accidentes fueron causados por los mirones, y que la demora media causada por la presencia de mirones en la dirección opuesta fue de 10,7%


Por qué los amigos que siguen pueden hacerte daño
Una investigación exploratoria de los efectos de la envidia en los sitios de redes sociales entre usuarios de edad universitaria


Al surgir en respuesta al consumo de información social, se ha demostrado que la envidia está asociada con un menor bienestar cognitivo y afectivo, así como con un aumento de la autoestima reactiva.


Asociación entre el uso de los medios sociales y la depresión entre los adultos jóvenes de los Estados Unidos
El uso de los medios sociales se asoció significativamente con el aumento de la depresión. Dada la proliferación de los medios sociales, la identificación de los mecanismos y la dirección de esta asociación es fundamental para informar las intervenciones que abordan el uso de los medios sociales y la depresión.


Los datos de una muestra representativa a nivel nacional (n = 1.027) de adultos estadounidenses mostraron que, si bien el uso rutinario se asocia con resultados de salud positivos, la conexión emocional con el uso de los medios sociales se asocia con resultados de salud negativos.
Consecuencias para la salud mental durante la etapa inicial de la pandemia de coronavirus de 2020 (Covid-19) en España


El 18,7por ciento de la muestra reveló síntomas depresivos, el 21,6 por ciento de ansiedad y el 15,8 por ciento de TEPT. [… ] el sexo femenino, los diagnósticos previos de problemas de salud mental o trastornos neurológicos, los síntomas asociados al virus, o aquellos con un pariente cercano infectado se asociaron a una mayor sintomatología en las tres variables.

 

 

 

 

Por: AIM Digital.

Fuente

https://insurgenciamagisterial.com/por-que-nos-enganchamos-al-doomscrolling-y-como-superar-la-adiccion-a-las-malas-noticias/

sábado, 28 de noviembre de 2020

LA APNEA DEL MÓVIL, Y CÓMO EVITARLA.

 Nuestra respiración se altera cuando leemos y contestamos mensajes de email o de texto delante de una pantalla, hasta el punto de privarnos de oxígeno temporalmente.



¿Te estresa el email? ¿Los mensajes constantes de WhatsApp? Si la respuesta es sí, no se trata de una sensación, sino de un fenómeno conocido que tiene consecuencias fisiológicas. En 2008 la divulgadora Linda Stone observó que cuando estamos procesando nuestra interminable lista de mensajes de email, o enviando mensajes de texto, nuestra respiración se vuelve más superficial e incluso llega a suspenderse durante unos instantes.

 

Stone bautizó este fenómeno como “apnea del email” o apnea de pantalla. Hizo una serie de medidas con un sensor de HRV (variabilidad de ritmo cardíaco) que mide la capacidad del organismo para recuperarse del estrés. Los valores son altos en los atletas y las personas que sufren poco estrés o tienen un buen día, y bajos en las personas estresadas o fuera de forma. De hecho, las personas que sufren el síndrome de estar “quemadas” por el estrés en el trabajo presentan los mismos síntomas.


Lo que Stone pudo comprobar, y que corroboraron más tarde en un estudio de la Universidad de California en Irvine, es que leer y responder emails o mensajes de texto hacía que bajaran los valores de HRV. Los que es lo mismo, el nivel de estrés era más alto mirando una pantalla, de forma similar a cuando nos sentíamos amenazados por un depredador.

 

En esta situación de amenaza nuestra respiración se altera. Las inspiraciones son menos profundas y más rápidas, e incluso se puede llegar a aguantar la respiración. ¿En qué otro momento dejamos de respirar? Durante la apnea del sueño, en la que la glotis desciende e interrumpe repetidamente el flujo de aire. La apnea del sueño está relacionada con la hipertensión, enfermedades coronarias, infartos y diabetes. Lo mismo nos está ocurriendo mientras leemos el email.


Cuando estamos estresados respiramos poco y mal. Se trata de una respiración rápida y superficial en la que solo se llena de aire la parte superior de los pulmones intentando aumentar la concentración de oxígeno. Es decir, estamos hiperventilando, algo útil si te persigue un oso, pero nada recomendable cuando estás en una silla delante de una pantalla.

 

La tensión en los músculos y la anticipación también dispara otra respuesta natural a las amenazas: aguantar la respiración, es decir, apnea. Esto aumenta la presión arterial, de nuevo algo conveniente para huir o pelear, y reduce la sensación de dolor, como pudieron comprobar en un experimento de la Universidad de Jaén.


Sin embargo ninguna de estas adaptaciones es saludable si se mantiene en el tiempo. La respiración superficial y la apnea, especialmente cuando se respira por la boca, hacen descender los niveles de óxido nítrico (NO), y pasa menos oxígeno a la sangre y al cerebro.

 

¿Hay solución? En el mismo estudio de Irving se proponía tomarse un descanso del email, y se pudieron medir los resultados en las personas que lo hicieron. Cuando las personas dejan de estar continuamente conectadas por correo electrónico se pudieron concentrar más tiempo en sus tareas, en consecuencia abandonaron la multitarea y tuvieron menos estrés.


Pero cuando tomarse vacaciones no es una opción, hay una solución inmediata. El estrés afecta a la respiración, pero usando la respiración también se puede controlar el estrés. Lo primero es darse cuenta de que estamos aguantando la respiración frente a la pantalla. Una vez identificado el problema, basta con respirar hondo siguiendo estos pasos:


Recuperar la postura erguida, a menudo estamos encogidos frente al ordenador o el móvil.

Tomar aire usando respiración diafragmática: en lugar de hinchar el pecho, distender el abdomen para que el aire llene la parte baja de los pulmones.


Exhalar completamente, vaciando los pulmones y metiendo el abdomen.

Repetir unas cuantas veces hasta alcanzar un ritmo de seis respiraciones por minuto, es decir, inspirar en cinco segundos, espirar en cinco segundos.

Estos ejercicios tan simples activan el sistema nervioso parasimpático, el encargado de “apagar” el fuego de la respuesta del estrés.

¿En qué se basa todo esto?
El síndrome de agotamiento en la fisiología humana y el rendimiento operativo
La fuerte relación entre la variabilidad de frecuencia cardíaca (HRV) y el agotamiento sugieren que uno podría evaluar objetivamente el agotamiento y el agotamiento en los soldados y mejorar toma de decisiones sobre qué individuos podría necesitar una intervención más que las personas con menos agotamiento.


“Un ritmo no dictado por los electrones”: Un estudio empírico del trabajo sin correo electrónico
Además, medimos directamente el estrés usando monitores de frecuencia cardíaca portátiles y encontramos que el estrés, medido por la variabilidad de la frecuencia cardíaca, era menor sin el correo electrónico. Los datos de las entrevistas fueron consistentes con nuestras medidas cuantitativas, ya que los participantes reportaron ser capaces de enfocarse más en sus tareas.


Apnea obstructiva del sueño, hipertensión y enfermedades cardiovasculares
La mayoría de las pruebas verifican la relación positiva entre la AOS y la hipertensión, la enfermedad de las arterias coronarias, la fibrilación auricular, el accidente cerebrovascular y la insuficiencia cardíaca.

La contención de la respiración durante la exhalación como una simple manipulación para reducir la percepción del dolor
La percepción del dolor se reduce cuando se aplica una estimulación dolorosa durante la retención de la respiración inmediatamente después de una inhalación profunda.

 

 

 

 

Por AIM DIGITAL

Fuente: https://www.aimdigital.com.ar/salud-y-bienestar/la-apnea-del-mvil-y-cmo-evitarla.htm

jueves, 19 de noviembre de 2020

El 54% de los docentes presentan ansiedad tras la vuelta a las aulas por culpa del Covid-19

 La pandemia del Covid-19 ha hecho que los riesgos psicosociales, dentro del sector educativo, aumente. El riesgo al contagio está afectando al estado psicológico de los profesionales, según se analiza en el Informe de Educación de la consultora Affor. Según podemos ver en este informe, más de la mitad de los encuestados presentan síntomas de ansiedad. Entre los principales indicios que manifiestan, destacan la alteración del sueño (90%), nerviosismo, irritabilidad o tensión (89,5%), dolor de cabeza (79,2%), retraso en el comienzo de las tareas (62,9%) o sensación de ahogo sin esfuerzo físico (52,1%).

 


“El impacto del COVID-19 ha provocado desajustes de carácter psicológico en muchas personas, sobre todo entre la población activa a la hora de compatibilizar vida profesional y familiar en un entorno novedoso para todos. Si además se une que el sector educativo es tradicionalmente uno de los más expuestos a la ansiedad y que más se ha visto afectado desde el inicio de la pandemia, con el inicio del curso escolar las consejerías de educación y los centros educativos deberían reforzar el seguimiento de los riesgos psicosociales entre los profesores para evitar que su incidencia aumente”, considera Carmen Rodríguez, directora del área de Intervención Psicológica de Affor.

 

El informe destaca también que el 64,6% de los docentes se siente agobiado y en tensión, un síntoma que identifican como más frecuente de lo habitual, el 55,2% presenta pérdida de sueño por preocupaciones, el 58,7% no se concentra y un 42,7% se siente poco feliz y deprimido. Atendiendo a la escala de Goldberg, el estudio refleja que el 71,33% de los profesores encuestados requeriría realizar una valoración detallada desde el área de salud ocupacional por posible ansiedad y depresión, siguiendo los criterios recogidos en el Protocolo PSICOVS2012 publicado por Osalan-Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales.

 

Anabel Fernández, CEO de Affor, considera que “la educación es fundamental para construir sociedades más prósperas. Por eso, es necesario que las administraciones públicas y los centros educativos implanten medidas para que puedan enseñar a los alumnos sin sufrir desgaste psicológico y se prevengan los riesgos psicosociales y posibles situaciones de ansiedad y estrés ante regreso a las aulas en un curso marcado por la incertidumbre”.

 

El estudio se ha realizado paralelamente en España y en siete países de Latinoamérica (Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, México, Panamá y Perú), y ha contado con la colaboración de los partners de Affor en destino, así como de la Cátedra de Prevención de la Universidad de Sevilla, PRL Innovación, Foro de Recursos Humanos y DCH – Organización Internacional de Directivos de Capital Humano. Para su ejecución se han empleado dos escalas psicológicas validadas: el Test de Salud Total (TST) y el GHQ Goldberg.

 

 

 

 

Fuente

https://educacion2.com/el-54-de-los-docentes-presentan-ansiedad-tras-la-vuelta-a-las-aulas-por-culpa-del-covid-19/

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Burnout y estrés

 Escuelas y familias al borde de un ataque de nervios

Familias y docentes sobrepasados. Y, en el medio, los chicos. La especialista en educación Laura Lewin reflexiona sobre las altas dosis de estrés y burnout de estos momentos de pandemia por coronavirus.

 


Si hay algo que hizo, entre muchas cosas, esta pandemia​, es poner a prueba nuestra empatía, nuestra habilidad de ser flexibles y de desarrollar la resiliencia emocional.

 

Para muchas familias, acompañar a sus hijos con las actividades académicas fue (y sigue siendo) un desafío épico. Para otras, una gran oportunidad de ver cómo los chicos aprenden, qué los motiva, qué los frustra y cómo piensan, y de acompañarlos en sus trayectorias académicas. Y del otro lado están los docentes. Muchísimos de ellos dando una respuesta formidable, y con mucho coraje, a una situación inusitada. Otros, desbordados. Y en el medio… Los chicos.

 

Educar implica mucho esfuerzo no sólo mental, sino también emocional y espiritual. Muchos docentes tuvieron que aprender, desaprender y reaprender, e inclusive estar disponibles por muchas horas más que las que estaban acostumbrados. Pasaron de enseñar a aprender….

 

Y no sólo eso, en las circunstancias actuales, las presiones son cada vez mayores y las condiciones de trabajo no siempre son las adecuadas; los docentes pasaron de tener una rutina y horarios, a casi no tener una agenda, en donde se desdibujan los horarios de trabajo. De trabajar en silencio, a planificar clases en el medio de living, con la familia alrededor y la complicadísima situación de tener que acompañar tanto a sus alumnos como a los propios hijos.

 

Pero una cosa es ajustarse y exigirse por un tiempo relativamente corto, y otra cosa es adaptarse a una nueva modalidad de trabajo, sabiendo que esta situación se va a extender en el tiempo.

Para los padres, tampoco fue fácil encontrar el lugar en dónde pararse: ¿enseño, acompaño, me corro?

 

Estos últimos meses han sido completamente diferentes a lo que veníamos acostumbrados, con mucho bombardeo de información –no sólo acerca del Coronavirus​, sino acerca de cómo hacer cosas que ya teníamos automatizadas e internalizadas- y todos hemos tenido que salir de nuestras zonas de confort, lo que genera, sin duda, un estado de agotamiento.

 

Es momento de desacelerar, de ordenarnos y de recalcular… y por sobre todas las cosas, de aplacarnos.

 

 

Familias y escuelas al borde de un ataque de nervios

El estrés es una reacción física y psicológica a ciertos estímulos. Cuando el estrés nos da un envión o un impulso para superar algunas situaciones, ese estrés es bueno.

 

Sin embargo, si sentís que se fue la magia y hacer cosas que siempre te gustaban ahora ya no te gustan tanto, te la pasás quejándote de todo y por todo o si sentís un estado de agotamiento no sólo físico, sino también mental y emocional... ¡¡¡Alerta!!! ¡Pueden ser síntomas de agotamiento!

 

¿Qué es el burnout, o síndrome del quemado?

El burnout es un estado de agotamiento emocional, mental, y físico causado por un excesivo y prolongado estrés. Mientras el estrés continúa, comenzás a perder el interés o la motivación por las cosas que estás haciendo.

 

Algunos síntomas del burnout:

- Todos los días son malos.

- Sentís que nada de lo que hacés sirve o es valorado.

- No tenés ganas de preocuparte por tu trabajo (o tu vida)

- Estás cansado todo el tiempo; cuando te vas a dormir, pero también cuando te levantás.

 

Diferencias entre estrés y burnout

En el estrés todo pareciera ser mucho. Mucha corrida, mucho esfuerzo, mucha presión. Mucho desgaste físico y emocional. Sin embargo, la gente que sufre de estrés siente que es una etapa, y una vez que se termine, volverán a estar como antes.

 

En el burnout, por el otro lado, es sentir que nada es suficiente. Las personas que sufren de burnout sienten que nada les alcanza, se sienten vacíos, sin un motivo para levantarse de la cama, sin objetivos. La gente que sufre de burnout no ve una salida.

 

Mientras que el estrés hace que una persona esté cansada físicamente, el burnout genera un agotamiento y embotamiento emocional.

 

Hay, además, una clara diferencia en relación a las emociones. Mientras que en el estrés las emociones son reactivas, en el burnout las emociones se tapan. A simple vista, pareciera que la persona está anestesiada. Un docente puede tener un caos en su clase de Zoom y simplemente decir “¿se pueden callar para que pueda hablar yo?”, pero sin realmente tener esperanza de que sus alumnos se callen.

 

La gente que sufre de estrés corre y se mueve y todo tiene que ser para “ayer”, mientras que la gente que sufre de burnout, no corre porque no tiene dónde ir. El burnout les produce un sentimiento de desesperanza.

 

Otra diferencia es que el daño principal en el estrés es físico. La gente estresada suele enfermarse con frecuencia, pero en la gente que sufre de burnout, lo que vemos es que sufren emocionalmente.

 

Aprender a preservarnos

Independientemente de qué rol cumplamos, debemos aprender a preservarnos y a cuidarnos.

Además de lo básico: descansar, dormir bien, alimentarte, reírte, conectarte con gente positiva, hacer ejercicio y tomar un poco de sol, debemos agregar algunos cuidados extra.

 

¡Cuidado con la computadora! Fijate que la computadora esté a 65 cm de tu cara, no más cerca, y chequeá el brillo y contraste, asegurándote que la pantalla no esté nunca más brillante que la luz de la habitación. Para descansar la vista de la pantalla, cada 20 minutos, mirá algo a 6 metros o más.

Tomate, además, recreos de 15 minutos cada dos horas. Movete, parate, caminá, hacé ejercicio. ¡No te la pases en una silla todo el día!

 

Preservarse es diferente para cada persona: para alguno será poder seguir con un hobby que le de placer, que lo ayude a relajarte; para otros, algo diferente como meditar o leer, pero no te olvides: “esto también pasará”. Cuando esta crisis se aleje, vamos a habernos fortalecido, y vamos a haber desarrollado nuestra resiliencia, la flexibilidad y nuestro poder de adaptación, todas habilidades que nos van a seguir acompañando en nuestra vida.

 

El aprender a preservarnos en situaciones de estrés, como es esta, no nos va a servir solo para la cuarentena; nos va a servir en la vida.

 

Y mientras tratamos de estar en eje y no desesperar, no nos olvidemos que nuestros hijos y nuestros alumnos nos están observando. Que vean nuestra mejor versión.

 

 

 

 

Por Laura Lewin

Fuente

https://www.clarin.com/entremujeres/hogar-y-familia/estres-coronavirus-cuarentena-crianza-educacion_0_5FIbymIL8.html

viernes, 6 de noviembre de 2020

En qué consiste la fatiga pandémica y cuáles son los consejos para evitarla

 Este tipo de fatiga afecta la salud emocional de millones de personas en el mundo, no solamente a quienes se contagiaron de coronavirus. Algunos consejos para evitarla, según los especialistas


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La fatiga pandémica se caracteriza por sentirse mentalmente agotado, indefenso, triste, preocupado, frustrado e irritable, cambios que pueden causar trastornos del sueño, del apetito y la concentración mental, además de nerviosismo, irritabilidad y falta de motivación (EFE)

 

La pandemia mundial de COVID-19 afecta y afectará nuestras vidas para siempre. El registro de lo traumático comenzó a manifestarse en los seres humanos como ansiedad, pánico y diferentes formas de congoja y tristeza. El temor y la ansiedad con respecto a una enfermedad pueden ser agobiantes y generar emociones fuertes, tanto en adultos como en niños.

 

Se conoce como fatiga pandémica la sensación de apatía, desmotivación y agotamiento mental que sufre una persona, y cuyo origen está en el impacto que ha causado el nuevo coronavirus en su vida. Su causa está en los cambios en el estilo de vida relacionados con las cuarentenas parciales o totales, la ansiedad producida por el miedo a contagiarse, las constantes noticias enfocadas en las desgracias causadas por la enfermedad, el temor a perder el trabajo, la soledad causada por la falta de contacto con amigos y familiares o la misma sensación de desesperanza que nos hace preguntarnos: ¿cuándo se va a acabar esta pesadilla?

 

En este contexto, el doctor Elmer Huerta, prestigioso oncólogo peruano, médico y comunicador radicado en Estados Unidos, explicó en un podcast especial de la CNN, Coronavirus: Realidad vs. ficción: “El punto es que cuando hablamos de la fatiga pandémica, no nos estamos refiriendo al tipo de fatiga o cansancio físico o del cuerpo, secuela de la enfermedad, sino a la fatiga mental que afecta la salud emocional de millones de personas en el mundo, más allá de quienes directamente se contagiaron con el virus”.

 

La fatiga pandémica se caracteriza por sentirse mentalmente agotado, indefenso, triste, preocupado, frustrado e irritable, cambios que pueden causar trastornos del sueño, del apetito y la concentración mental, además de nerviosismo, irritabilidad, falta de motivación para hacer las cosas que a uno le gustan, y querer apartarse de los demás.

Expertos y la OMS avisan: el hartazgo conduce al incumplimiento de las medidas. No se puede vivir permanentemente alerta, ni siempre recluido (Shutterstock)

 

Una epidemióloga en Estados Unidos inventó un nuevo tipo de contabilidad. Una de tipo social. Se trata de hacer cada semana un «presupuesto de contactos», que tenga en cuenta el «gasto» obligatorio, como el necesario por motivos laborales, pero también incluya una partida para mantener la salud mental. Todo ello distribuyendo el «crédito» de riesgo de contagio. Parece la última ocurrencia pandémica, pero la ha respaldado la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo que hay detrás es un intento de lograr un equilibrio entre la antigua vida y la nueva, y así paliar un fenómeno que, según las primeras estimaciones de la OMS, afecta al 60% de la población europea: la fatiga pandémica.

 

La apatía, la desesperanza y, sobre todo, una desmotivación creciente y general por protegerse o informarse sobre el COVID-19 son los principales efectos que genera. Los mensajes de las autoridades que antes eran efectivos, como insistir en el lavado de manos, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico, ya no calan igual. Y cuando la situación lleva a restricciones del todo o nada, “es más probable que las personas se rindan fácilmente y vuelvan a comportamientos muy peligrosos”, dice la OMS.

 

Algunos consejos para evitar la fatiga pandémica

Además de infectar a 43 millones de personas en el planeta y matar a más de un millón de almas, el coronavirus está causando problemas de salud mental en millones de personas en todo el mundo (Shutterstock)

 

Al respecto, un artículo de la Universidad de California en Los Ángeles, publicado el 7 de julio, nos da algunos consejos para ver el futuro con más optimismo y que esta dañina fatiga pandémica no afecte negativamente nuestra salud mental.

 

1. Cuidar el cuerpo practicando un estilo de vida saludable. Haz ejercicio diario, come saludablemente, trata de establecer una rutina de sueño saludable. Eso te dará energía, y fortalecerá tu sistema inmunológico.

 

2. Limitar el consumo de noticias a una hora o menos al día. Si bien es bueno estar bien informado, sumergirse todo el día en noticias te sobrecarga de emociones negativas y agota tu energía.

 

3. Reducir el estrés. Hacer actividades que te calmen o te den alegría pueden reducir tu nivel de estrés. Por ejemplo, aprender ejercicios de respiración, practicar yoga, dar paseos en el campo, leer o ver comedias.

 

4. Conectarse con los demás. Recuerda que los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza. Estar solo y sentirse aislado puede aumentar el estrés y la desesperanza. Teniendo cuidado de limitar tu contacto físico con personas extrañas a tu hogar, el hacer llamadas telefónicas, videoconferencias, chatear en las redes sociales, escribir cartas o asistir a servicios religiosos en línea pueden ayudar mucho.

 

5. Aceptar los sentimientos. Recuerda que tratar de reprimir o ignorar los sentimientos no los hace desaparecer. Si notas que tus sentimientos de tristeza o desesperanza interfieren con tus actividades diarias, no tengas miedo de buscar la ayuda de un profesional de salud mental.

 

6. Intentar el diálogo interno positivo. Trata de no pensar en lo que va a pasar. Recuerda lo que Mahatma Gandhi decía: en la vida hay dos días que no existen, ayer y mañana. La angustia de pensar en el mañana puede hacer que pierdas la belleza del hoy.

 

7. Crear nuevas rutinas de vida. Por ejemplo, reserva un momento del día para hacer algo que te guste y te haga sentir bien física, mental o emocionalmente. Es posible que esas nuevas rutinas o tradiciones continúen después que haya pasado la pandemia.

 

“El gran peligro de la fatiga pandémica es que una población fatigada es más propensa a relajarse y descuidarse cuando el punto máximo inicial de la epidemia disminuye en su región geográfica”, advirtió el experto. Y continuó: “Es posible que mucho del resurgimiento de la pandemia en Europa pueda ser explicada por una población fatigada que salió sin control en el verano boreal. En las Américas, aunque algunos ya hablen de una segunda ola, aún no hemos terminado de salir de la primera. No permitamos que la fatiga de la pandemia haga que bajemos la guardia, nos relajemos y por no cuidarnos, terminemos contagiados en una segunda ola”.

 

 

 

 

Fuente

https://www.infobae.com/salud/2020/10/31/en-que-consiste-la-fatiga-pandemica-y-cuales-son-los-consejos-para-evitarla/?utm_medium=Echobox&utm_source=Facebook&fbclid=IwAR2_fvlx0P2UFDuC3yoYlMQhKYExh8pHXwLMshww2Z_jLZY2ppyFvhRcXv4#Echobox=1604163523

viernes, 30 de octubre de 2020

Politizar el malestar docente.

 Es urgente y necesario politizar el malestar del profesorado y concienciarnos de que no estamos al servicio del poder, sino del pueblo. Esto no equivale a tomar una posición partidista, sino a reconocer el origen de ese malestar y comprometernos ética y activamente con el derecho de todas las personas a una educación digna.

 


Una de las repercusiones que ha tenido la pandemia es el padecimiento de un nuevo malestar entre los docentes de todos los niveles. A los malestares que teníamos por las políticas destructivas de lo público durante décadas, se han añadido los derivados del confinamiento y el improvisado

comienzo de curso. Este nuevo desasosiego tiene como ingredientes, entre otros, el miedo, el estrés y la incertidumbre cotidiana provocados por la inseguridad sanitaria.

 

Emocionalmente, muchos docentes estamos afectados: hemos tenido que dejar parte del alumnado que teníamos, actuar como individualidades aisladas y excesivamente inestables, soportar la presión de las familias que exigen una lógica y necesaria seguridad para sus hijos e hijas y, al mismo tiempo, garantizar una calidad de la enseñanza que dé respuesta a las necesidades de todos, cuando las necesidades, en muchos casos, se han multiplicado. Ello mientras la Administración y algunos medios de comunicación cargan sobre los centros educativos la responsabilidad de lo que pueda suceder. El resultado es un malestar individual que mezcla el sentimiento de abandono por parte de la Administración y la sensación de una menor valoración social.

 

Este proceso se une a otro de más largo recorrido por el que la educación se ha ido despolitizando de forma progresiva. Ello explica, en buena medida, la respuesta del colectivo docente a su malestar actual. Más allá de tomas de posición minoritarias de gran valor, hay una respuesta silenciosa y mayoritaria en forma de sumisión y obediencia. Esta reacción se enmarca frecuentemente en la cultura de la queja, en la que los demás tienen la culpa y nosotros no podemos hacer nada más que lamentarnos y tragar. Caemos así en la tentación de la inocencia, en la que eludimos nuestra responsabilidad, y nos instalamos en la desesperanza y la inacción.

 

La neutralidad es defender el statu quo, y una opción política a favor del desorden establecido

Hemos compartido docencia con compañeros con quienes no se podía hacer ninguna referencia crítica a situaciones problemáticas porque, decían, era hacer política y había que ser neutrales. No eran conscientes de que la apelación a la neutralidad es defender el statu quo, y esta es también una opción política a favor del desorden establecido. Por eso, el profesorado, en general, sigue asumiendo pasivamente su malestar; porque denunciar públicamente lo que lo provoca es hacer política, algo que se ha convertido en un tabú vergonzante en lugar de en un imperativo ético y profesional.

 

Para educar y educarnos necesitamos justo lo contrario: generar una cultura de positividad y compromiso en la que se analicen las causas de los problemas, para así afrontarlos y transformar la realidad injusta que se nos impone. Es urgente y necesario politizar el malestar del profesorado y concienciarnos de que no estamos al servicio del poder, sino del pueblo. Esto no equivale a tomar una posición partidista, sino a reconocer el origen de ese malestar y comprometernos ética y activamente con el derecho de todas las personas a una educación digna. Olvidar que la educación es política es ignorar que su función es construir ciudadanos capaces de convivir en una sociedad democrática, plural, diversa y superadora de las injusticias sociales y económicas.

 

No podemos permanecer ajenos a lo que sucede en la sociedad en general y en el sistema educativo en particular como si no tuviera que ver con nosotros. La despolitización nos lleva a apuntalar la manipulación, la alienación y la pedagogía del opresor, y a aceptar políticas que son un atentado contra el derecho a la educación de nuestro alumnado y de nosotros mismos. Es necesario aceptar que somos parte del problema y de la solución, salir de la falsa neutralidad, de la cultura de la queja y de la obediencia, superar la tentación de la inocencia y comprometernos en favor de la escuela pública que queremos.

 

Mientras la situación educativa no vaya en la dirección deseada será necesario cierto malestar. Una desazón que nos mantenga despiertos y actuando. Toca transformar el malestar destructivo que nos invade en una esperanza audaz y cargada de rebeldía que nos lleve a construir una educación de calidad para todo el alumnado sin excepción. Sin duda, este objetivo merece nuestro compromiso.

 

 

 

 

Por

Julio Rogero pertenece a los MRP y es miembro del Foro de Sevilla
Jesús Rogero es profesor de Sociología de la educación en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del grupo promotor de ILA por una escolarización inclusiva.

Fuente

EL DIARIO de la EDUCACIÓN.

 

 

viernes, 23 de octubre de 2020

Recomendaciones de Salud Mental ante la cuarentena

 Todos vivenciamos esta situación de tener que encontrarnos aislados, en cierto modo, ante la presencia de una emergencia sanitaria. Tuvimos que dejar nuestros lugares de trabajos para continuar con ellos mediante las nuevas tecnología —algo para la cual no todos estábamos preparados—, y nuestras familias pasan a convivir más tiempo del de costumbre, en situaciones que alteran ritmos cotidianos, hábitos y rutinas.

 


En el área de Salud Mental de las distintas dependencias de gobierno, están haciendo circular a los equipos de salud recomendaciones para la atención de la población y su situación ante esta eventualidad de cuarentena.

 

La comunidad ya ha atravesado una situación inesperada y disruptiva como lo fue la inundación. Esto ahora nos afecta a todos por igual.

▪ Se nos presenta con una interrupción brusca en nuestra vida y actividad cotidiana.
▪ Puede generar incertidumbres (¿Hasta cuándo va a durar esto?).
▪ Ansiedades (¿Nos quedaremos sin alimentos? ¿Podré ver al resto de mi familia/amigos?).
▪ Temores producto de no saber (No hay más alcohol en gel, ¿cómo me protejo?)
▪ Miedo al contagio (Me voy a contagiar de todos modos).
▪ Bronca (¿Por qué siguen saliendo a la calle?, ¿no entienden que se tienen que quedar adentro?).
▪ Sensación de encierro (Quiero salir a la calle, a correr al parque, a encontrarme con amigos).
▪ Indefensión (¿Quién me cuida? ¿No hay vacuna para esto?).
▪ Omnipotencia (No soy población en riesgo, hoy hago una juntada con amigos en casa).

 

Estas situaciones pueden generar sobrecarga emocional y estrés, lo cual nos lleva a sentimientos y actitudes por las cuales nos desconocemos y esto nos altera un poco más.

Usted puede experimentar:

° Irritabilidad
° Cambios bruscos en el humor
° Ansiedad
° Hiperactividad
° Dificultades para conciliar el sueño y descansar
° Angustia
° Enojo
° Necesidad de hacer algo y dificultades para detenerse
° Respuestas exacerbadas ante el entorno.

 

Cuidarse y cuidarnos…

● Evite la exposición excesiva a las noticias. Actualice su información solo para tomar medidas prácticas.
● Es conveniente actualizar su información una o dos veces al día en un mismo horario.
● Busque información precisa de fuentes confiables.
● Limítese a leer solo información oficial.
● Trate de mantener hábitos saludables en la medida de lo posible. Se recomienda ingerir 2 litros de agua diarios y realizar algún tipo de actividad física.
● Incremente las medidas de autocuidado si tiene alguna enfermedad crónica.
● Es importante durante el aislamiento promover el establecimiento de rutinas que organicen la cotidianeidad.
● Organice horarios de actividades, de descanso; no permanezca con la misma ropa ni descuide el arreglo personal.
● Vea de distribuir tiempos en las tareas, que no siempre sea “un domingo” o un “continuo día laboral”. Dar tiempo al ocio —leer un libro, escuchar música, mirar una película, etc.—, a la recreación y al descanso, está permitido.
● Recuerde que esta es una situación transitoria; vea la posibilidad de realizar otras actividades pendientes en el hogar o con su familia; es importante utilizar recreativa y productivamente el tiempo.

 

Familias con niñas/niños y adolescentes
● Recuperemos juegos en familia (juegos de mesa, de cartas, tuti fruti, búsqueda de tesoro en casa, etc.).
● Si cuentan con patio o balcón, pensar en actividades de acuerdo al espacio (construir una rayuela, saltar a la soga, hacer una pista de autos en el piso, cuidar las plantas, etc.)
● Manejar con ellos horarios vinculados a su rutina diaria, que no duerman hasta pasado el mediodía o se acuesten a altas horas de la madrugada.
● Poner horarios para las actividades escolares, que no sea un continuo de “como si estuviera en el colegio”.
● Leer cuentos, contar historias familiares.
● Que se contacten telefónicamente con sus abuelos y tíos, que conversen sobre lo que han hecho, cómo se sienten, que a ellos también les puedan consultar por las tareas escolares. Decirle al familiar que se lo extraña no está mal, y es importante rescatar que esto será temporal.
● Pero, sobre todo, transmitirle que están para cuidarlos y cuidarse entre todos, y lo temporario de esta situación.

 

Familias con adultos mayores
● Son los que se sienten más amenazados desde la difusión de información por los medios de comunicación.
● Si son convivientes, mantener las normativas de prevención (lavado de manos, distancias, higiene, etc.) y atención a posibles manifestaciones sintomáticas.
● Contenerlos que esta situación es pasajera, que cuidándose entre todos se saldrá adelante.
● Incluirlos en las actividades familiares, darles tiempo para su descanso y rutinas dentro de casa.
● Si no son convivientes, la llamada diaria, el diálogo con hijos y nietos los reconforta.
● Que mantenga su rutina dentro del hogar, que se cambie, que se arregle.
● Mantener los horarios de sueño habitual.

 

La distancia social no quiere decir romper lazos

Seamos conscientes de la potencia de lo vincular y de lo colectivo y de la fuerza de cuidado que los sistemas de solidaridad pueden desplegar.

 

La mejor vacuna ante esta pandemia es la responsabilidad y el compromiso de cuidarse, y cuidarse por el otro.

 

Podemos y debemos estar presentes (aún a distancia) con los demás, mediante llamadas, mensajes, correos electrónicos. No estamos solos.

 

Podemos construir una “comunidad de cuidados” también en la virtualidad.

¡Recuerde!

Consulte de forma inmediata ante la presencia de fiebre y síntomas respiratorios (tos, dolor de garganta o dificultad respiratoria)

No se automedique, no subestime ninguna manifestación clínica. Se recomienda que la primera consulta sea a través de la atención telefónica para disminuir el riesgo y organizar la consulta posterior.

Esté atento a usted y a sus seres queridos (los presentes y los que se encuentran a distancia): si manifiesta un cambio importante en el modo de actuar en relación con su forma de ser anterior a esta situación, si el malestar o estrés le impiden realizar tareas habituales, si pierde la capacidad de disfrutar o su estado de ánimo se altera notablemente, no dude en buscar el apoyo de un profesional de la salud mental.

 

Si entre todos respetamos las medidas de “quedarnos en casa”, será mejor controlado este escenario y volveremos a desarrollar nuestras actividades habituales cuando la situación de emergencia haya finalizado.

 

 

 

 

UCALP
FACULTAD DE HUMANIDADES
PSICOLOGÍA

 

Fuente

https://www.ucalp.edu.ar/recomendaciones-de-salud-mental-ante-la-situacion-de-cuarentena/

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