Finalmente, las implicaciones del burnout para la salud
pública pueden agruparse en dos grandes ítems. El primero consiste en la
relevancia de su estudio, que entraña preguntas por la enfermedad en sí misma,
por las consecuencias que ésta tiene para el individuo, o por aquellas
condiciones de trabajo o de entorno que lo afectan. El segundo, el cómo debe
ser tipificado e investigado, no sólo respecto a las posibles preguntas que
puede generar, sino a los métodos que pueden ser utilizados para tal fin.
La importancia del estudio del agotamiento profesional en
salud pública Presentados estos puntos de análisis y, pese a ser denominado
síndrome en cuanto conjunto de signos y síntomas, el burnout debe ser asumido
como una enfermedad ya que:
a) existen
condiciones del entorno, del trabajo o condiciones del mismo sujeto (v.g. edad,
género) que inciden sobre él mismo, afectándolo negativamente;
b) es posible
caracterizarlo a partir de las percepciones del individuo y las observaciones
metódicas de los profesionales de salud, particularmente los médicos, e incluso
intentar determinar niveles de gravedad o seriedad;
c) sus
manifestaciones pueden detectarse con instrumentos especialmente diseñados,
clasificarse y separarse de otras condiciones parecidas o propuestas, tales
como “sufrimiento mental”, “estrés”, “fatiga por compasión” o los síndromes “de
cansancio a toda hora” y “fatiga crónica” que no estén relacionados con cáncer
o sarcopenia;
d) afecta uno o más
sistemas orgánicos del ser humano -con el agravante de comprometer no sólo la
salud mental;
e) puede tener
curación con medios no-farmacológicos o con medicamentos –lo que no previene su
recaída;
f) su presencia y sus condiciones predisponentes puede
ayudar a un médico a ofrecer un pronóstico, aunque sea basado en la frecuencia
de ocurrencia y de recaída de burnout;
g) ha sido estudiado
en un entorno multidisciplinar o transdisciplinar que incluye disciplinas
médicas como psiquiatría o epidemiología clínica, ciencias sociales como
psicología o ciencias matemáticas y bioestadística;
h) genera
desequilibrio e impotencia en los sujetos en busca de su mejor ideal o
perfeccionamiento;
i) profesionales y técnicos de salud afectados trabajan por
debajo de su mejor nivel y comodidad, con lo cual puede aumentar la frecuencia
de errores de juicio o de procedimiento, que pueden tener consecuencias
negativas para sus pacientes y sus familias, para otros usuarios y para sus
sitios de trabajo.
Dado que el burnout se ha observado también en actividades
profesionales relacionadas con la prestación de servicios de diverso tipo, como
salud, transporte o educación, o en profesiones y técnicos de salud, como
médicos, enfermeras y odontólogos, es factible considerarlo como un problema de
Salud Pública que puede y debe ser investigado.
Líneas de
investigación posibles.
Varios autores consultados han sugerido realizar
investigaciones en dos sentidos: a) estudios poblacionales de la distribución
del burnout por profesiones o estratos; b) estudios de procesos biológicos, morbilidad
y mortalidad asociables a burnout.
Estas propuestas corresponden a la noción tradicional de
riesgo, que conlleva la de daño (harm) y magnitud del daño, usualmente
abordadas por la epidemiología “multicausal”; no obstante, el agotamiento
profesional suscita interrogantes que van más allá de la priorización
tradicional por magnitud, gravedad o relevancia –pensada originalmente para
lidiar con enfermedades infecciosas-, y obliga a superar problemas tales como
reducción (sólo un tipo de conocimiento), rigidez secuencial (de lo básico a lo
aplicado) o la visión meramente utilitarista (sólo sirve lo aplicable y a la
vez rentable). Una alternativa puede estar en los planteamientos que hacen
otras corrientes, tales como la epidemiología social, la cual aborda los
problemas de salud en función de los denominados “sistemas sociales”, más que
los factores de riesgo. Puntualmente, no sólo deben considerarse los efectos de
la organización del trabajo sobre las esferas física, mental y social del
sujeto como individuo y como parte de un colectivo –usualmente, profesional-
sino también cómo está diseñado el ambiente donde pasa la mayor parte del
tiempo –lo que incluye procedimientos, equipo, herramientas y sistemas que
utiliza y áreas donde labora- y, más importante aún, cómo identificar y
prevenir nuevos problemas que emerjan con el tiempo, nociones que se encuentran
en diversos planes gubernamentales de salud pública, situación que valida una
constante indagación sobre el tema, una línea de investigación y un desarrollo
expresado en formas novedosas de prevenir, entender y manejar el burnout como
enfermedad.
Una segunda línea de investigación reside en los métodos
estadísticos. La mayoría de las investigaciones sobre burnout publicadas en el
sector salud se han basado en la descripción, que no en el análisis, lo que
implica realizar estudios con carácter multidisciplinar, de mayor alcance en el
tiempo y usar otras herramientas, tales como los análisis de tipo multinivel,
con el objetivo en mente de delinear mejor lo que el burnout es en realidad, y
separarlo mejor de otras entidades nosológicas.
Una tercera línea de investigación podría formarse tanto
para estudiar las consecuencias del burnout sobre la fuerza laboral en salud
como para estudiar, evaluar e implementar medidas para su prevención: la
mayoría del trabajo sobre el tema ha sido descriptiva de la frecuencia, pero no
de las acciones o intervenciones asumidas para su prevención y manejo. Tampoco
se han estudiado asuntos posiblemente asociables como los costos derivados de
un pobre desempeño profesional, del ausentismo, de la rotación de profesionales
y técnicos de salud, o los desenlaces en salud de aquellos pacientes atendidos
por personal de salud afectado por agotamiento profesional.
Finalmente, una cuarta línea de investigación sobre burnout
puede abordar aspectos misceláneos; por ejemplo: a) el carácter independiente o
no de cada dimensión del agotamiento profesional (física, emocional, laboral),
su tiempo de desarrollo o su secuencia; b) cuáles características emocionales
pueden relacionarse con el agotamiento profesional –v.g., frecuencia de
contacto interpersonal, severidad de problemas personales, o c) qué
características de empleo, del espacio de trabajo y del entorno influyen en su
génesis y persistencia. En suma, el agotamiento profesional todavía tiene
muchos asuntos por debatir, sus implicaciones en salud pública pueden tener
largo alcance, y constituye una oportunidad para desarrollar investigación y
reflexión en el ramo, especialmente si un salubrista se preguntase, en términos
de aseguramiento o de la garantía de la prestación de servicios en salud o de
la investigación y desarrollo, ¿quién cuida a los que cuidan?
Autor
Agotamiento profesional (burnout): concepciones e
implicaciones para la salud pública
Burnout para la salud pública
Omar Segura
Doctorado Interfacultades en Salud Pública, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia
Grupo de Estudios Sociohistóricos de la Salud y la Protección Social,
Centro de Historia de la Medicina “Andrés Soriano Lleras”, Universidad Nacional
de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia
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