sábado, 26 de mayo de 2012

Conducta profesional del docente afectado por el burnout

¿Qué sucede con el docente “quemado”? ¿Su conducta es única? ¿O podemos clasificarlos? La siguiente, si bien es una simplificación de un fenómeno complejo, nos puede ayudar a entender la problemática.



La conducta profesional del docente afectado por el síndrome de Burnout presenta las siguientes manifestaciones específicas:
•     Se muestran desmotivados y han perdido la paciencia, el optimismo y el interés por sus educandos.
•     Manifiestan actitudes autoritarias, intolerantes o rígidas. La pérdida de paciencia, anteriormente referida, puede conducir a estas actitudes y ser fuente de problemas de variada índole.
•     Buscan y necesitan vías y excusas para desmarcarse de la implicación en el trabajo y suelen adoptar actitudes contestatarias respecto a sus superiores.
•     Perciben a los estudiantes y a sus familias de una manera cínica, como si atentasen contra su propia supervivencia o sus necesidades.

Se ha sugerido la existencia de tres prototipos de profesores, aunque no deben tomarse como modelos exactos de la realidad, pueden ayudar a la comprensión de las manifestaciones más directamente observables en la conducta del educador afectado por el síndrome de Burnout:

1. Docentes agotados. Son los que reaccionan ante las excesivas demandas y los fracasos en la enseñanza trabajando cada vez menos, puesto que no esperan alcanzar ningún objetivo. Están desmotivados y, consecuentemente, trabajar más y mejor no tiene para ellos ningún tipo de compensación. Los profesores y profesoras agotados han cortado o eliminado su compromiso y su dedicación personal con la enseñanza.

2. Docentes frenéticos. Suelen ser docentes muy comprometidos con su trabajo, que reaccionan ante la adversidad y los fracasos sin reconocerlos y sin darse tregua. Incrementan más y más sus esfuerzos ante la adversidad, en lugar de racionalizar y dosificar sus fuerzas o modificar sus objetivos.
El Burnout suele aparecer en sus vidas bruscamente, repentinamente, ya sea ante un fracaso importante como en un momento de debilidad. Cuando su sentido de la eficacia desparece, la desilusión lo invade todo. El agotamiento total, que había sido obviado por la ilusión de unos éxitos ficticios, se hace dominante en sus vidas. Este prototipo está muy relacionado con el modelo sugerido por Freudenberger, cuando caracteriza a docentes extra-comprometidos y celosos de su trabajo, quienes incluso olvidan sus propias necesidades, se esfuerzan intensa y frenéticamente hasta que se agotan.
Lo cierto es que en este prototipo se distingue un subtipo de profesor y profesora caracterizado, además, por el rasgo de frenesí, por el narcisismo-autosuficiencia y la impaciencia con los demás. A este subtipo pertenecen aquellos docentes que se creen indispensables e insuperables. El perfil corresponde a un tipo de persona emprendedora que hace siempre las cosas porque está convencida que si no las hace él nadie las haría.
Con frecuencia sus educandos tienen una opinión positiva de él. Se destaca como aspecto positivo su hiperactividad. En cambio, puede resultar nocivo para sus compañeros y colegas, porque los juzgan intolerantemente por su propio entusiasmo y consideran que están poco dedicados o comprometidos. La diferencia fundamental, entre los profesionales agotados y los frenéticos, es que estos últimos se sienten tan absolutamente seguros de sí mismos que no se percatan de sus fracasos parciales hasta que llega el momento del gran derrumbe. Los agotados, por el contrario, son más conscientes de sus fracasos parciales y más comprensivos con la acomodación de sus colegas.

3. Profesores poco incentivados. Son aquellos que no encuentran en su trabajo ninguna motivación. No se sienten agotados ni estresados ni tienen afectada su autoestima. Estos docentes no perciben en su trabajo nada que consideren una buena recompensa y entienden que sus capacidades están infrautilizadas. La enseñanza, tal y como ellos la vivencian, no les aporta estímulos que recompensen el esfuerzo que hacen y se cuestionan las posibilidades de cambiar de trabajo. El origen de los poco incentivados es típico del Burnout, consideran que reciben mucho menos de lo que dan a la profesión, lo que genera una pérdida total de interés.


La anterior caracterización, puede cambiar en la realidad, por las características propias de cada individuo y por el estadio del síndrome.



Extraído de
Los profesionales de secundaria, como factores de riesgo en el síndrome de Burnout
Giselle León León
División de Educología Centro de Investigación y Docencia en Educación Universidad Nacional Heredia, Costa Rica
Revista Electrónica Educare Vol. XV, N° 1, [177-191], ISSN: 1409-42-58, Enero-Junio, 2011



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los docentes, de años de ejercicio tenemos otra mirada de la educación, nos gusta enseñar, no ser usados como cuidadores aúlicos, y menos meseros dando de comer a nuestros alumnos. Esto es el gran problema que padecemos, yo soy uno de ellos que desde 2009 lucho por dar clases con recaídas temporales, ocacinando inconvenientes el las aulas con licencias, esporádicas, la eseñanza es lo que elegí y lo hago con solida experiencia, pero me supera los conflictos internos, entre compañeros, y lamentablemente la decisiones políticas no encaminan a la enseñanza, ya esto no se soporta más. Las obras sociales no reconocen como enfermedad laboral, y de esta forma la calidad educativa disminuye. A esto los políticos le dan oídos sordos, es evidente que no les interesa la educación, las escuelas son contenedores de adolescentes, sin importar luego el resultado. TODOS A LA ESCUELA Y 182 DÍAS DE CLASES, ¿para que?.....

Anónimo dijo...

En este tipo de afecciones tienen mucho que ver el compromiso de los equipos directivos en el control y respuesta de los docentes acompañando al motivado y dedicado y apuntalado a los que no, pero pasa al revés el dedicado es dejado sólo cuando enseña o exige lo mínimo es el malo y el directivo no lo apoya por que es mas fácil, si hace comentarios, se lo castiga aislandolo o negandole una administración de sus movimientos adecuada repercutiendo en sus sueldo, es que la antigüedad y los cursos virtuales no dan la capacidad directiva todo eso mas sumado algún. Padre que se queje por que al hijo se lo educa es una bomba de tiempo para el docente responsable que hoy en la educación argentina no tiene cabida. ..para. controlar este síndrome miremos primero a loa directivos que sean eficientes abuertos al dialogo comprometidos y sin abuso de comisiones de servicio, que vele por la educación sin palbrerios vacios en la escuela se educa para el futuro. No se hace política. .después total el dedicado. Se enfermo y es mas fácil catalogar que preguntar el porque

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