Uno de los aspectos más interesantes, en lo que se refiere a la problemática del Burnout, es el del reconocimiento de los factores de riesgo de caer en el ¿Qué elementos tenemos como predictores del burnout? ¿Cuáles de ellos son considerados individuales, o propios de cada sujeto? ¿Cuáles variables son sociales? Dentro de estas ¿Cuáles son las extralaborales? ¿Y las que son propias de las organizaciones educativas?
A) Variables
individuales
Según Edelwich y Brodsky, el Burnout aparece cuando el deseo
del sujeto de marcar una diferencia en la vida del otro se ve frustrado, ya que
las razones por la que poder. También señalan que el tener muy alto entusiasmo
inicial, baja remuneración económica independientemente del nivel jerárquico y
educación, no tener apoyo ni refuerzo en la institución, el uso inadecuado de
los recursos, y ser empleado joven son variables que aumentan la probabilidad
de desarrollar el síndrome de Burnout. Estas características se dan, por
ejemplo, en el personal de enfermería, que es donde se ha centrado la mayor
parte de las investigaciones, y en el que se encuentra que el desfase existente
entre el espíritu altruista, la formación recibida y la realidad laboral es más
alto. Además, un alto porcentaje del personal tiene pocos años de experiencia y
su situación laboral no es estable. Como ha demostrado Manzano, el ser fijo en
un trabajo aumenta el grado de satisfacción personal. La misma autora observa
que el nivel de educación se asocia con mayor frecuencia e intensidad al
cansancio emocional.
En el orden de la estructura familiar que engloba al
trabajador, las personas que tienen hijos parecen ser más resistentes al
Burnout debido a que la implicación del sujeto con la familia hace que tengan
mayor capacidad para afrontar los problemas y conflictos emocionales, pero
también a ser más realistas. Manzano, por el contrario, argumenta que
frecuentemente, a mayor número de hijos, mayor nivel de estrés ocupacional.
En relación al sexo se observa que las mujeres son más
vulnerables al desgaste profesional que los hombres, pero se debe advertir que
el análisis de la relación de estas variables se complica por varios factores
distorsionadores: por ejemplo, las mujeres pueden estar contratadas en trabajos
con baja libertad de decisión a diferencia de los hombres; influyen también las
demandas familiares, la educación y los ingresos.
También parece importante incluir el nivel de implicación
del sujeto. Específicamente, la implicación aparece como predictor
significativo de desgaste profesional junto con estrategias de afrontamiento y
balance de afectos. También influye la personalidad. Así,
se habla de "Personalidad resistente al estrés", ya que aunque el
origen del desgaste profesional se relaciona con el tipo de trabajo y sus
condiciones, las variables individuales ejercen una fuerte influencia en las
respuestas y, por lo tanto, en las consecuencias.
Así pues, la relevancia de las variables personales implican
que exista un “estilo de conducta ante
el estrés”, que ha dado lugar a dos explicaciones globales: la
“personalidad resistente” de Kobassa y
el "sentido de coherencia"
de Antonovsky. Entre estos dos modelos,
el modelo de personalidad de Kobassa denominado "hardy personality o
hardiness", que ha tenido mayor repercusión académica e investigadora,
plantea que las dimensiones que constituyen la personalidad resistente son formas
de acción y compromiso a partir de las situaciones reales. Las dimensiones que
constituyen la personalidad resistente son, pues: el compromiso, el control y
el reto.
El compromiso hace referencia a la implicación e
identificación personal con lo que se
hace, reconociendo los propios
valores, las metas
que guían a
la conducta y la confianza
interpersonal con los otros. El sujeto está convencido de que al intervenir
provocará un impacto
en el curso
de los acontecimientos para su
propio beneficio, aunque sea
parcialmente. El reto implica que el sujeto percibe el cambio como una
oportunidad para mejorar la situación actual y/o las propias competencias; es
decir que incluye flexibilidad cognitiva y tolerancia a la ambigüedad. Así
pues, este tipo de personalidad utiliza estrategias de afrontamiento eficaces
ante el estrés, como la modificación perceptiva de los estresores
concibiéndolos como oportunidades, la búsqueda de apoyo social, el desarrollo
de estilos de vida saludables, entre otros.
El otro modelo, el “sentido de coherencia”, se basa en los
aspectos activos de la conducta que llevan
al desarrollo de la
salud e implica
todos aquellos medios que facilitan la conducta activa y
llevan al sujeto a desarrollar acciones adaptativas y positivas frente a los
factores de estrés: apoyo social, formación, medios económicos, familia,
creencias, etc. Dichos componentes están compuestos por tres dimensiones:
comprensibilidad (componente cognitivo), manejabilidad (componente
instrumental) y significatividad (componente motivacional). Según Antonosvky,
el sentido de coherencia no es un rasgo de la personalidad ni un estilo de
afrontamiento, sino un conjunto de "competencias básicamente cognitivas
que proporcionan una orientación disposicional generalizada".
B) Variables sociales
En general, se considera que las relaciones sociales dentro
y fuera del lugar de trabajo pueden amortiguar el efecto de los estresores o
pueden ser fuentes potenciales de estrés. Los efectos positivos de las
relaciones sociales sobre el trabajador han sido clasificados en emocionales,
informativos y instrumentales. En cualquier caso, es básico que exista un apoyo
social, que redunda en la integración social, la percepción de la
disponibilidad de otros para informar o comprender y la prestación de ayuda y
asistencia material. House ha clasificado varias fuentes de apoyo social:
pareja, familiares, vecinos, amigos, compañeros, superiores o supervisores,
grupos de autoayuda, profesionales de servicio y cuidadores. En general, las
variables sociales aceptadas serían:
a) Variables sociales
extra- laborales. Relaciones familiares y/o amigos. Los estudios del
Burnout hacen hincapié en la importancia del apoyo de estas fuentes, ya que le
permiten al sujeto sentirse querido, valorado y cuidado. Según Repeti, el apoyo
familiar, en el hogar, mitiga los efectos estresores menores de la vida diaria.
En general se acepta que la falta de apoyo social puede ser un factor de estrés
e incluso puede acentuar otros estresores; ya que la presencia de éste rebaja o
elimina los estímulos estresantes, modifica la percepción de los estresores,
influye sobre las estrategias de afrontamiento y mejora el estado de ánimo, la
motivación y la autoestima de las personas.
b) Variables
organizacionales. Entre los factores de riesgo organizacionales se
distinguen estresores relacionados con la demanda laboral, el control laboral,
el entorno físico laboral, los contenidos del puesto, los aspectos temporales
de la organización, la inseguridad laboral, el desempeño del rol, las
relaciones interpersonales laborales, el desarrollo de la carrera, las
políticas y clima de la
organización. Las características de las demandas laborales y
el estrés laboral han sido muy estudiadas. Se distinguen dos tipos: las
cuantitativas y cualitativas. El primero se refiere a la carga laboral, y el
segundo al tipo y contenido de las tareas laborales (naturaleza y complejidad
de las demandas laborales). Tanto el exceso de trabajo como la carga laboral
excesivamente baja tienden a ser desfavorables a diferencia de los niveles
moderados. Los niveles altos de sobrecarga laboral objetiva y presión horaria
disminuyen el rendimiento cognitivo, aumentan el malestar afectivo y aumentan
la reactividad fisiológica.
De las demandas cualitativas se ha estudiado los efectos
estresantes de los trabajos de riesgo y peligros muy superiores a otros
(bomberos, policías, etc.) y los efectos adversos de la monotonía y simplicidad
del trabajo. El trabajo de tareas fragmentadas y repetitivas (operarios
industriales) se ha asociado con insatisfacción, ansiedad, y problemas
somáticos. También se ha concluido que el control industrial y las tareas de
control demandan continua atención y son potencialmente estresantes. Dicho
control se relaciona con los niveles de responsabilidad, es decir que los
excesos de responsabilidad son fuentes de estrés, por ejemplo, si los errores
de control incluyen la calidad o coste del producto, o incluso la muerte de los
trabajadores. En síntesis, el grado de peligro ambiental, la presión y la
excesiva responsabilidad son estresores potenciales.
La posibilidad de uso y desarrollo de habilidades y
capacidades en el trabajo, sin llegar al exceso, promueven la satisfacción
laboral. Por lo tanto, se concluye que en general un trabajo activo con alta
demanda y alto control promueve nuevas habilidades y conductas de afrontamiento.
Pero se recomienda analizar las preferencias personales y recursos personales
en relación con las demandas del puesto de trabajo cuando se trata de prevenir
el estrés laboral
Otro elemento importante como desencadenante de Burnout son
las condiciones horarias de trabajo: trabajos a turnos, altas rotaciones,
trabajo nocturno, largas jornadas de trabajo o gran cantidad de horas
extraordinarias, jornadas de horas indeterminadas. La duración de los turnos y
la rotación se relacionan positivamente con calidad de sueño, ajuste cardiaco,
quejas de salud, satisfacción laboral, atención, rendimiento cognitivo y
accidentes. A grandes rasgos, en la implantación de un sistema de horario y
rotaciones en particular es necesario considerar los factores sociales,
ambientales y características laborales
junto con factores
demográficos y características individuales
cuando se analizan las respuestas
al trabajo.
Extraído de:
Martínez Pérez, Anabella (2010). El síndrome de Burnout.
Evolución conceptual y estado actual de la cuestión. Vivat Academia. nº 112. Septiembre. 2010.
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