A
continuación transcribo las conclusiones de un trabajo de investigación sobre
el “estrés malo” en los docentes. Allí se describen los hallazgos referidos a
las causas principales que lo originan, y a la principal forma de afrontarlos.
Por el contrario, la ausencia de trastornos psicoafectivos o la presencia
de niveles moderados -positivos- de estrés, facilitan el mantenimiento de altas
creencias de eficacia y por lo tanto la implicación y el compromiso con metas aunque
sean de un elevado nivel de dificultad. El profesor persiste e invierte esfuerzo
en el logro de sus objetivos porque se cree capaz de alcanzarlos. El fracaso es
considerado como una oportunidad para la mejora. El éxito proporciona el refuerzo y la satisfacción
por el trabajo bien hecho. Aumenta así la motivación docente y se favorece la creación
de expectativas de éxito futuras: “el éxito genera éxito”.
Ahora bien, como también afirma Hall la formación de esa “mentalidad de
éxito”, de unas altas creencias de eficacia y competencia profesionales, depende
también del impacto de determinadas condiciones ambientales tales como:
■ provisión de oportunidades de desafío y mejora profesional;
■ apoyo a la autonomía;
■ procesos de feedback;
■ sistemas equitativos de reconocimiento y recompensas.
Es decir, depende del apoyo al desarrollo
y a la demostración de la competencia, de la participación activa en las decisiones
que atañen a la actividad profesional, y de un hacer autónomo, así como del apoyo
afectivo que proporcionen las instancias implicadas en el entorno profesional. En
terminología herzbergiana, con el profesor hay que llevar a cabo un job enrichment,
que pasa por mejorar la propia actividad profesional haciéndola más atractiva para
quien la realiza, a través de una mayor provisión de actividades que impliquen desafío,
confiando y delegando responsabilidades en el docente, proporcionándole unidad a
su trabajo y facilitando que pueda ver los resultados de su propia actividad.
En definitiva, como ya se ha señalado
anteriormente, existe una relación inversamente proporcional entre la satisfacción
de las tres necesidades psicológicas básicas -competencia, autonomía y conexión
afectiva- y la experiencia de estrés. No se entiende el fomentar un entorno de apoyo
al profesor si no es para beneficiar su percepción de competencia y aumentar así
su satisfacción en el trabajo. De igual modo, ¿de qué sirve que un profesor se
sienta competente si percibe falta de apoyo y de comprensión en el entorno en el
que trabaja? No somos sistemas autosuficientes; necesitamos de los otros para desarrollar
nuestra identidad, personal y profesional. Somos seres sociales y como tales no
podemos vivir al margen de aquello que nos rodea.
Por tanto, “Los factores tanto intrínsecos
como propios del entorno en el que se desarrolla la actividad profesional, que fomentan
los sentimientos de éxito y competencia, reducen la probabilidad de manifestación
de burnout; mientras que los factores que promueven sentimientos de incapacidad
y fracaso, facilitan la manifestación de los síntomas propios del burnout”.
En síntesis, las estrategias de afrontamiento
del estrés en las que se ha entrenar al docente, han de atender a tres frentes principales:
■ la percepción de competencia;
■ el sentimiento de autonomía en el trabajo;
■ la percepción de conexión afectiva con el entorno
de trabajo.
Extraído de
Estrés
y desmotivación docente: el síndrome del “profesor quemado” en educación secundariaMarta Silvero Miramón
Directora de Formación.
Fundación Laboral de la
Construcción Navarra
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