lunes, 28 de abril de 2014

Concepto de estrés


Muchas veces nos referimos al “estrés”, aunque tal vez no hacemos referencia al mismo objeto ¿Qué significa “estrés”? y siguiendo con la línea del tema ¿Qué significa el “afrontamiento del estrés”?


Diversas posturas psicológicas se han ocupado de definir el concepto de estrés, mencionándolo como un proceso complejo de activación psicofisiológica, que prepara al individuo para emitir reacciones que resultan adaptativas y desadaptativas según sea su forma de afrontamiento ante un hecho establecido.

Lazarus y Folkman definen el estrés como una relación particular entre el individuo y el entorno, el cual es evaluado por el primero como amenazante o desbordante de sus recursos y por lo tanto peligroso para su bienestar. Dentro de su definición enfatizan en dos procesos básicos relacionados con las manifestaciones de estrés: La evaluación cognitiva y el proceso de afrontamiento.

La evaluación cognitiva tiene dos momentos específicos: La evaluación primaria y la evaluación secundaria. En la primera evaluación, el sujeto valora la magnitud del evento que se le presenta. Para que se genere una reacción de estrés, se debe percibir amenaza, daño/pérdida o riesgo, de tal modo que se haga una valoración negativa del evento en términos de perjuicio.

En la percepción amenaza, hay una posibilidad (real o imaginaria) de peligro, ante la cual el sujeto debe anticiparse para no sufrir el eventual daño. En el daño/pérdida se halla la presencia de prejuicios causados, que el sujeto debe reponer, para reestablecer su estado de bienestar. En el riesgo, el sujeto se enfrenta a una situación que le genera una doble posibilidad: éxito o peligro, lo que representa un desafío de superación para el individuo.

En cualquiera de las situaciones, el sujeto debe generar acciones de afrontamiento que le permitan anticipar, reponer o enfrentar la situación percibida como peligrosa.

La valoración de las estrategias de afrontamiento con que cuenta la persona para hacer frente a la situación, se relaciona con la evaluación secundaria. En esta, el sujeto establece con qué herramientas cuenta para sortear la situación y genera una acción determinada.

Cuando la percepción de la situación es de perjuicio o peligro y se da una pobre valoración de las estrategias de afrontamiento del sujeto, se genera una reacción de estrés, que conlleva a una sobre activación que puede resultar desadaptativa si afecta el desempeño y bienestar de la persona ante el hecho específico que afronta.

En este sentido, cobra importancia el concepto de “vulnerabilidad psicológica”, tomada no solo como la insuficiencia de recursos de afrontamiento, sino como una fragilidad determinada por la relación entre la importancia que las consecuencias tengan para el individuo y los recursos con que disponga para evitar la amenaza de tales consecuencias. De esta forma, la susceptibilidad a reacciones con manifestaciones de estrés está asociada con un conjunto de factores personales entre los que incluyen los intereses, las creencias, los afectos y los recursos.

Los intereses se refieren al compromiso que tiene el sujeto con la situación. Entre más comprometida esté la persona con la situación, más significativa resultará la valoración que haga de ésta, y más vulnerable será el individuo a generar reacciones de estrés ante la eventualidad de posibles perjuicios.

Las creencias son configuraciones cognitivas o nociones preexistentes de la realidad, formadas por el individuo de acuerdo con sus marcos referenciales, y cuya función, en relación con los eventos estresantes, es determinar la percepción y el sentido atribuido a las situaciones del entorno.

Los efectos están relacionados con el vínculo emocional que tiene el sujeto con la situación que derivan en formas de vínculo con la misma. Los afectos tienen su base en los intereses y las creencias, que interactúan de manera paralela para generar estilos vinculares con el entorno.

Los recursos se remiten a las herramientas de afrontamiento percibidas por el sujeto en su repertorio conductual. Se relacionan con la autoeficacia, y definen en gran medida la reacción emocional, cognitiva, fisiológica y conductual que se suscita.

Afrontamiento y adaptación.
El afrontamiento como concepto está relacionado directamente con el éxito o fracaso adaptativo del sujeto al enfrentar una situación particular. El sujeto debe determinar sus posibilidades ante la situación y actuar de acuerdo con sus recursos y las condiciones del evento. El afrontamiento eficaz incluye todo aquello que permita al individuo tolerar, minimizar, modificar, aceptar o incluso ignorar la situación en cuestión.

Lazarus y Folkman definen el afrontamiento como “aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes, que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo”. Las conductas de afrontamiento son de dos tipos:
• Acciones conductuales directas. Atacar, evitar, escapar o subyugarse ante la amenaza, que buscan cambiar la relación estresante que el sujeto establece con la situación.
• Formas intrapsíquicas de afrontamiento. Mecanismos de defensa, cognitivos y afectivos, que buscan reducir la respuesta emocional y racional, más que cambiar la situación.

En esta doble relación en la comprensión del fenómeno del estrés, se entiende que éste debe comprenderse como una manifestación compleja del sujeto ante situaciones diversas con una valoración negativa. La diferencia con la ansiedad es que mientras el estrés se refiere a la activación global del individuo, la ansiedad se relaciona con la anticipación cognitivo afectiva de amenaza. Lo normal es que las reacciones de ansiedad estén correlacionadas con manifestaciones de estrés.


Extraído de
Estrés y angustia social: base real o imaginaria
Revista Poiesis
NÚMERO 4 • JUNIO 2002
Rodrigo Mazo Zea
Psicólogo especialista en terapia cognitiva

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