Es importante establecer diferencias entre el síndrome de burnout y otras manifestaciones, ya que de esto derivan los diferentes formas de afrontamiento ¿Cuál es la diferencia con el estrés laboral crónico? ¿Con el tedio o hastío psíquico? ¿Y con la fatiga?
Se hace pertinente aclarar la distinción del burnout de
otros procesos psicosociales de origen laboral. En la práctica es difícil
establecer los límites, pues no tiene síntomas patognomónicos, sino, inespecíficos.
La búsqueda de signos e indicadores propios está aún por resolverse. Los
estudios sobre la efectividad de las estrategias de intervención para el
tratamiento del burnout, han mostrado resultados interesantes que lo distinguen
del estrés. Las acciones psicoterapéuticas centradas, por ejemplo en el uso de
la relajación y la meditación, tienen resultados contradictorios. Existen
evidencias de reducción de los niveles de estrés, pero no los de burnout, al
parecer por su impacto en la personalidad. Por el contrario, se plantea que
las técnicas de relajación actúan disminuyendo los niveles de activación y la
consecuente dificultad para relajarse, los cuales pueden amplificar los
sentimientos de agotamiento emocional y en este sentido disminuyen el burnout,
aunque su eficacia ante el agotamiento emocional se ha comprobado mejor, cuando
se combina en programas con diferentes técnicas cognitivas, conductuales.
Para algunos autores, el burnout era una forma de
operacionalizar el estrés laboral crónico en las profesiones de servicios, así
se originó el término de estrés laboral asistencial o estrés profesional, idea
que se ha abandonado paulatinamente, pues no siempre el estrés laboral, incluso
de evolución crónica, implica un burnout, además de no ser privativo de las
profesiones de servicio.
El estrés es un proceso más amplio, puede tener un impacto
negativo o positivo, puede implicar incluso ganancias, pues la tensión
resultante puede ser operacional, con una movilización que puede ser funcional
y reversible. El burnout es un proceso no reversible espontáneamente,
disfuncional siempre, implica un proceso crónico de estrés con impacto negativo
para la salud, la personalidad y el desempeño, pues el agotamiento implica
pérdida y frustración.
El tedio o hastío psíquico, ha tenido una historia de
identificación con el burnout. En los trabajos de Pines (1981) se diferencian
inicialmente solo por las profesiones en que se manifiestan: el burnout en
profesiones de ayuda y el tedio en las restantes, aunque posteriormente elimina
esta diferencia y amplía el concepto de burnout para cualquier ocupación.
Esta identificación es porque el tedio o hastío se
manifiesta como una aversión creciente frente a la actividad laboral aun antes
de comenzar a desempeñarla. Es un cambio actitudinal ante el trabajo, pero no
por un agotamiento, sino, más bien por aburrimiento y falta de motivación, por
pérdida de expectativas personales producto de actividades repetitivas, con
pobre estimulación. Es relativamente pasajero, puede presentarse en situaciones
concretas, la empatía y la comunicación interpersonal y afectiva se mantienen
conservadas. La evolución del concepto de burnout, aplicable a cualquier labor,
tanto por Pines, como por Maslach ha revelado, que entre los elementos esenciales
para establecer las diferencias, no está la ocupación, sea de servicios o no,
sino, las causas que lo originan y sus manifestaciones. El tedio o hastío
psíquico, se comprende entonces por algunos autores como un antecedente del
burnout.
El otro constructo del cual es necesario delimitar el
burnout es el de la fatiga, la cual es un efecto negativo del trabajo, que
tiene un carácter protector, pues el cansancio o agotamiento característico
solamente es reversible con el descanso. Puede ser física, mental o emocional,
está directamente relacionada con las exigencias del trabajo y se solapa con el
burnout solamente cuando su evolución es hacia la cronicidad.
Para los autores que comparten el modelo unidimensional,
esta distinción no es posible, ni pertinente, pues ambos son indicadores de un
fenómeno persistente y estable en el tiempo, de base similar, el agotamiento de
los recursos energéticos, posiblemente, porque tienen los mismos procesos
fisiológicos de origen. El conocimiento de ambos procesos se ha desarrollado
desde perspectivas diferentes, el burnout es estudiado con más énfasis en el
contexto laboral, desde la psicología y la conducta organizacional; mientras
que la fatiga ha sido más estudiada en la epidemiología, la psicología del
trabajo y la psiquiatría, en el contexto de la etiología y manifestaciones de
diferentes enfermedades. En otros intentos por distinguirlos se destaca que el
burnout está más asociado a factores externos, como la sobrecarga, estando la
fatiga vinculada con variables disposicionales y estilos de personalidad. La
distinción radica en los elementos actitudinales y valorativos presentes en el
burnout, según el modelo tridimensional, los cuales tienen un efecto de
retroalimentación en el agotamiento. Puede que se hayan invertido determinados
recursos energéticos, pero se han obtenido otros, por ejemplo, cumplimiento de
expectativas, gratificación, etc. No existe entonces un ciclo mantenido de
pérdida de recursos, al agotamiento de unos recursos le acompaña la
recuperación de otros.
Por último, los trastornos del estado de ánimo o depresión y
los trastornos de ansiedad son entidades nosológicas, que responden a diversas
etiologías y no implican necesariamente un proceso de burnout. La anamnesis
sobre el origen de los síntomas y su evolución permiten emitir un diagnóstico
diferencial. Sin embargo, empíricamente están relacionados, pues los síntomas
de ansiedad o depresión pueden acompañar el proceso de burnout. Shirom sugiere
que en los periodos iniciales del burnout los síntomas de ansiedad son los
predominantes, pues esto activa las conductas de afrontamiento y
posteriormente, en etapas progresivas, cuando se comprueba la ineficacia de
estas conductas, aparece la depresión, por eso se considera en ocasiones un
predictor de la depresión.
Extraído de:
“Estrés laboral y síndrome de burnout en docentes cubanos de
enseñanza primaria”
Tesis presentada en opción al Grado Científico de
Doctor en Ciencias de la Salud
Autora: M. Sc. Arlene Oramas Viera
Tutor: Dr. C. Nino del Castillo Martín
Asesor: Dr. C. Jesús Eladio Sánchez García
La Habana, Cuba 2013
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