Las condiciones de trabajo del docente son motivo de preocupación ¿Cuáles son las fuentes del malestar docente? Los siguientes párrafos analizan los factores que pueden ocasionar complicaciones en la tarea docente.
Salud mental del
profesorado
Las condiciones laborales de los profesores centran, en la
actualidad, la atención de la comunidad educativa y de los profesionales de la
salud mental. Incluso en la sociedad hay cierta inquietud por el estado
psicológico de los docentes, acaso provocada por algunos lamentables sucesos
recogidos por los medios de comunicación.
En el ámbito escolar se han extendido los problemas de
estrés, ansiedad y depresión que se traducen frecuentemente en bajas laborales.
Estos trastornos no son exclusivos de los profesores. La prisa, la
competitividad y los cambios vertiginosos amenazan el equilibrio de muchos
trabajadores. Etimológicamente el término ‘trabajo’ se deriva del latín
tripallum (tres palos), un instrumento de tortura constituido por tres maderos
cruzados a los que era atado el reo para azotarlo. La raíz de la palabra nos
recuerda la presencia en el trabajo de un componente de esfuerzo y dolor, que
necesariamente nos lleva a reflexionar si el sufrimiento es la vertiente
dominante en la labor educadora actual.

Los profesores que padecen este problema pueden experimentar
cambios a nivel cognitivo (dificultad para mantener la atención, ideas de que
son atacados por compañeros o alumnos, etc.), en el plano emocional (tristeza
profunda, irritabilidad) y en la conducta (consumo de tóxicos, abandono del
trabajo, etc).
Fuentes de malestar
docente
A veces en los profesores se da malestar, aunque no
desemboque en agotamiento profesional propiamente dicho. Algunas de las fuentes
más comunes de esta insatisfacción son:
- Inquietud e incertidumbre ante el futuro legislativo.- El
cambiante marco normativo que en materia educativa se ha producido en los
últimos años genera desasosiego en un considerable sector del profesorado, al
tiempo que supone un sobreesfuerzo por la adopción de nuevas estrategias de
adaptación. En este punto invocamos los principios de libertad y
responsabilidad que han de guiar la labor educadora. Es menester que el
profesor asuma sus propias decisiones. El respeto a la ley debe armonizarse con
propuestas e iniciativas autónomas basadas en fundamentos psicopedagógicos
sólidos.
- Merma del prestigio social.- De un tiempo a esta parte la
imagen del profesorado se ha ido devaluando. Por un lado, algunas informaciones
periodísticas han ofrecido un enfoque conflictivo de los educadores. Por otro,
se han debilitado las relaciones entre padres y profesores, hasta el punto de que
a veces parece que están enfrentados. Quizá se han depositado demasiadas
expectativas en la escuela olvidando la responsabilidad y el impacto formativo
de otras instituciones y se culpa del “fracaso educativo” al profesorado.
- Las conductas antisociales de algunos alumnos.- Hay casos
en los que la situación se vuelve insostenible y algunos profesores que son
objeto de desafíos, amenazas y aun agresiones temen ir al centro.
- El sistema de promoción y la remuneración no son del
agrado de todos. A esto hay que añadir que algunos docentes trabajan con
contratos precarios y carecen de la mínima estabilidad laboral.
- Formación psicopedagógica insuficiente.- La preparación
del profesorado ha de trascender la mera instrucción para convertirse en un
proceso humanizado integral, en el que se armonice la ciencia con la ética, el
dominio técnico con la capacidad de relación interpersonal.
Los factores mencionados no agotan la relación de causas de
problemas que presentan los profesores. Tampoco hay que olvidar que el impacto
de las situaciones y condiciones laborales depende en amplia cuantía de la
personalidad de cada docente. Los profesionales más propensos a padecer
trastornos psíquicos son los que presentan inclinación a competir, alto nivel
de aspiraciones, inseguridad, sentimientos de culpa y baja autoestima. Los
profesores que sufren estrés o depresión pueden ignorar su problema, incluso
puede ocurrir que una exploración demasiado centrada en el plano corporal no
descubra la verdadera dolencia.
La actividad educativa se realiza a través de la relación
humana, que comporta a un tiempo enriquecimiento personal y compromiso
emocional. Es innegable que el trato con el educando puede reportar muchas
alegrías, pero igualmente cierto es que la comunicación con el alumno conduce a
veces a la frustración y la
ansiedad. Hay profesores que se ponen un escudo para
protegerse y que se suele traducir en rigidez e inhibición, otros enferman ante
los conflictos interpersonales y las múltiples responsabilidades. Los más afortunados,
acaso porque en ellos se combina competencia social y condiciones laborales
adecuadas, encuentran en la profesión un cauce óptimo para la autorrealización.
Aunque no se llegue a la quiebra de la salud mental, lo que
sí se observa en un significativo número de profesores es una acumulación de
malestar que lleva a vivir la actividad educativa como una tarea de tonalidad
gris, despojada de sus radicales placenteros. La vida profesional, convertida
en mera vía de subsistencia, pierde su sentido y, en consecuencia, disminuye la
calidad de la educación.
“Por todo lo anterior, es importante que los indicadores de
salud mental se analicen en relación con otros factores del contexto social, de
la comunidad que atiende el colegio, del ambiente laboral dentro del
establecimiento, etc., y que se observe la estrecha relación que hay entre la
motivación hacia el trabajo y éstos. Bajo esta perspectiva, los indicadores de
salud mental pueden ser un reflejo del contexto, a la vez que contribuyen a la
mantención de la situación”.
Extraído de:
“EL SÍNDROME DE BURNOUT EN LOS PROFESORES DE EDUCACIÓN
FÍSICA DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS URBANAS DEL CANTÓN CAYAMBE”.
Trabajo de grado, previo a la obtención del Título de
Licenciatura en la Especialidad de Educación Física.
AUTORES:
Cárdenas Delgado Alex Oswaldo
Colcha Robalino Wilson Hernán
DIRECTOR:
Msc: Dr. Manuel Chiriboga.
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