Por variables predictoras entendemos aquellas variables que
anteceden a la ocurrencia del burnout y pueden ayudarnos a comprender mejor el
origen del mismo. Las formas de acceder a la identificación y análisis de las
mismas pueden ser diversas que van desde planteamientos eminentemente teóricos
hasta los estrictamente empíricos. En este sentido, lo más habitual es utilizar
un instrumento de medida del burnout, junto a otros instrumentos que evalúen
las posibles variables predictoras. Por esta razón las escalas, inventarios y
cuestionarios utilizados han sido variados y han medido locus de control,
ambigüedad y conflicto de rol, patrón de personalidad tipo A, características
de personalidad "clásicas", como la ansiedad, la extroversión, el
neuroticismo, etc..., distintas variables sociodemográficas, compromiso
organizacional, y estresores laborales diversos, entre otras.
El listado es amplio y nos permite entender que las
variables a analizar se han enfocado desde varias perspectivas: variables más
relacionadas con aspectos puramente personales del individuo, con
características propias del contexto laboral, o con aspectos relacionados con
circunstancias externas al trabajo. Lógicamente, situarse en una perspectiva u
otra es una cuestión simplemente teórica, en tanto que nosotros entenderemos
que las posibles causas del burnout se encuentran relacionadas con el
individuo, con el trabajo, con la familia, con los amigos, ... y esto,
obviamente, condiciona el plantemiento de esta investigación.
Para hacer más fácil la descripción de las mismas, dividimos
las variables en tres categorías que se relacionan con los tres planos desde
donde puede enfocarse su estudio, según se haya considerado más importante una
categoría u otra; en concreto, las tres categorías son:
·
Intrapersonales.
Son variables propias del individuo y hacen referencia a aspectos de su
personalidad, sus sentimientos y pensamientos, sus emociones, sus actitudes,
etc.
·
Profesionales
u organizacionales. Son variables intrínsecas a la organización que pueden
por sí mismas generar situaciones aversivas, o bien juegan un papel importante
en la interacción continua trabajador-puesto de trabajo.
·
Interpersonales
o ambientales. Son variables no relacionadas con el contexto laboral y sí
con otros ámbitos que pueden originar fricciones importantes: familia, amigos,
estilos de vida, etc.
De hecho, Helliwell, en su formulación del origen del
burnout, ya dejaba claro que era necesaria una perspectiva amplia, en cuanto a
contextos influyentes en la aparición del burnout, para comprender el síndrome
y planteaba la siguiente ecuación:
Génesis del burnout=susceptibilidad individual+Sobrecarga laboral y/o
crisis vital.
Los resultados apuntan a que el burnout es más consecuencia
de la situación laboral que de las variables de personalidad, que es un
planteamiento coincidente con el original de Maslach. Las características
situacionales y de personalidad están subyaciendo al estrés y al burnout.
Garden, que no rechaza la importancia de las variables organizacionales, hace
especial hincapié en las de personalidad, ya que es a través de éstas como se
filtran y valoran cognitivamente los diversos eventos y situaciones aversivas.
Existen diferentes causas de burnout según los diversos
"tipos" de personas, siguiendo la tipología jungiana, pues esto
podría permitir algún orden a las diversas variaciones que se pueden hallar en
los límites de la personalidad humana. Su planteamiento le hace considerar la
"enantiadromía" (emergencia de una oposición inconsciente en el curso
del tiempo) como parte de los procesos del burnout. Las características de este
fenómeno ocurrirían cuando la tendencia de un extremo se hace dominante sobre
el otro y domina la vida consciente. Esto implica que el burnout tiene un
propósito, que es lograr mantener el balance psíquico (aspecto este que también
señalaría Loehr, en el contexto deportivo, como veremos en un próximo
capítulo). Esta teoría está en consonancia con Freudenberger consideraba que el
burnout tiene una función homeostática.
Burke y Richardsen, sin restarle importancia a las variables
de personalidad y tras la revisión que realizan sobre diversos trabajos,
encuentran una gran disparidad en las características de personalidad que se
han ofrecido relacionadas con el burnout: unos han planteado empatía,
sensibilidad, delicadeza, idealismo y orientación hacia los demás; otros, sin
embargo, han señalado características tales como ansiedad, obsesión, entusiasmo
y susceptibilidad a identificarse con otros, lo que les hace concluir en el
sentido de la gran dificultad que conlleva entrar en el terreno de las
variables de personalidad para identificar un "patrón tipo" del
individuo con burnout.
En esta misma línea, Moreno y Oliver plantean que los factores
personales, aun jugando un papel importante en la aparición del síndrome, no
son tan importantes como los organizacionales que se muestran como causa
principal en la configuración del burnout. Otros plantean que el burnout no
puede explicarse exclusivamente a partir de los rasgos de personalidad
particulares. De igual forma, Huebner mantiene que el síndrome emerge como una
función compleja en la que se interrelacionan estresores ambientales y
diferencias individuales de personalidad.
Un planteamiento intermedio, que recoje la realidad de la
investigación acerca de las variables predictoras del burnout, que resaltan la
importancia tanto de las variables individuales como de las organizacionales.
Quizás sea esta la línea a retomar, ya que la mayoría de los estudios acerca
del síndrome se han planteado desde una perspectiva situacional, siendo
necesario reivindicar la incidencia que las variables de personalidad tienen,
sin lugar a dudas, en la aparición del síndrome. De hecho este autor concluye que
la correlación entre las dimensiones fundamentales de personalidad
(neuroticismo, extraversión, entre otras) y el síndrome es inequívoca.
Por último, como indican Maslach y Jackson, no todas las
variables asociadas al burnout tienen la misma capacidad predictora del síndrome,
sino que las variables estarán relacionadas, de manera diferente, con cada una
de sus dimensiones.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos y, a partir de la
revisión teórica realizada sobre algunos de los trabajos, describimos a
continuación aquellas variables que más se han analizado como descriptores del
burnout. Aparecen divididas en tres categorías, lo que no implica que unas
variables sean independientes de las otras, ya que a veces los autores ofrecen
correlaciones de diversas variables pertenecientes a diferentes categorías. La
categorización pretende dotar de mayor claridad a la exposición.
Variables
intrapersonales predictoras de burnout.
Locus de control
externo. Diversos autores encuentran correlaciones significativas entre
locus de control externo y aumento del burnout. Cuanto menos control de la
situación cree tener el individuo mayores posibilidades habría de que
apareciera el síndrome, sobre todo ante situaciones ambiguas, difíciles o
novedosas, en las que la persona cree tener poca o ninguna posibilidad de
controlar.
Indefensión aprendida.
Paradigma de la indefensión aprendida para explicar el burnout; dicho paradigma
estaría relacionado, entre otras cosas, con el nulo control de la persona sobre
la situación o evento aversivo.
Interés social. El
interés activo en fomentar el bienestar humano. Conforme decrece el interés
social en la persona aumenta la probabilidad de padecer burnout.
Personalidad
resistente. Este patrón de personalidad se caracteriza por un sentimiento
de compromiso hacia sí mismo y el trabajo, por una percepción de control del
ambiente, así como una tendencia a acercarse a los cambios de la vida con una
actitud de desafío antes que de amenaza, que suponen las tres dimensiones que
configuran este tipo de personalidad (compromiso, control y desafío). Las
personas con este tipo de personalidad previenen o reducen la incidencia del
burnout. Otros trabajos han redundado en esta relación, de tal forma que el
burnout correlacionaría negativamente con las tres dimensiones de la
personalidad resistente.
Sexo. Se
considera esta variable no tanto porque por sí misma determine la existencia o
no del síndrome, como por el hecho de que a la variable sexo van ligadas una
serie de características relacionadas con el trabajo, que le predisponen
especialmente; as í las mujeres presentan más conflicto de rol, sintomatología
depresiva, conflictos familia-trabajo, entre otras, por lo que serán más
propensas a presentar el síndrome. También Maslach y Jackson estarían de
acuerdo con esta variable, aunque precisan que la mujer presenta puntuaciones
más elevadas en la dimensión agotamiento emocional, pero más bajo en reducida
realización personal; anteriormente Maslach y Jackson habían comprobado que las
mujeres eran más propensas que los hombres a las dimensiones agotamiento
emocional y reducida realización personal, mientras que los hombres lo eran en
la dimensión despersonalización.
Edad. La edad
aparece como una variable que puede mediatizar en el proceso del síndrome en el
contexto laboral, de tal manera que a mayor o menor edad tambi én se debe
encontrar una correspondencia en experiencia y madurez y en la forma de
afrontar las diferentes presiones que afectan al individuo. Gould plantea que
cuanto más joven es el trabajador mayor incidencia de burnout hallaremos.
Demandas emocionales.
A mayores demandas mayor probabilidad de padecer el síndrome. Normalmente estas
exigencias estarían asociadas con peticiones laborales excesivas, sin embargo
no siempre ocurre así. Aquí el aspecto fundamental es el hecho de percibir el
individuo que se le hacen dichas demandas emocionales que él considera
abrumadoras.
Estrategias de
afrontamiento inadecuadas. Lo que supone que el individuo está empleando
unas estrategias de afrontamiento que no son acertadas para hacer frente a la
situación, que hace que aumente la posibilidad de padecer burnout. Algunos puntualizan
que las estrategias de tipo escapista aumenta la probabilidad de sufrir
burnout, mientras que las de control la disminuyen. En concreto,
Kushnir y Melamed manifiestan que es la disminución de los recursos de
afrontamiento la característica clara de los individuos que padecen el
síndrome.
Autoeficacia. La
autoeficacia es entendida como la percepción que tiene el individuo de sentirse
eficaz con las tareas que realiza, fundamentalmente con aquellos aspectos donde
se requiere "comprobar" la valía personal del individuo. Si existe
crisis de autoeficacia mayor probabilidad habrá de sufrir burnout.
Patrón de
personalidad tipo A. Este patrón caracteriza a los individuos con altos
componentes de competitividad, esfuerzo por conseguir el éxito, agresividad,
prisa, impaciencia, inquietud, hiperrresponsabilidad... . Este patrón de
personalidad predispone claramente al burnout.
Autoconcepto.
Planteado como el concepto personal general que la persona tiene de sí mismo;
aquí incluiríamos el concepto que el individuo tendría acerca de su actuación
profesional. Un autoconcepto negativo de sí mismo predispone al burnout, de ahí
que para encontrar conductas no asociadas con burnout el individuo tenga que
presentar un autoconcepto positivo.
Expectativas
personales. Se refiere a aquellas expectativas que el individuo tiene hacia
cualquier evento vital. Según Cordes y Dougherty (1993), conforme las expectativas
de la persona no se cumplan aumentará el riesgo de padecer burnout.
Variables predictoras
de burnout del contexto organizacional.
Negativa dinámica del
trabajo. Que es fruto de interacciones mal conducidas con compañeros o
supervisores, de planteamientos directivos descendentes poco claros, de un mal
establecimiento de los roles a desempañar, etc...). Este tipo de dinámica
predispone al burnout.
Inadecuación
profesional. Una de las posibles causas del burnout esta inadecuación (no
adaptarse el perfil profesional y personal del individuo al perfil del puesto
de trabajo que desempeña), no tanto por sí mismo como por el hecho de tener que
seguir trabajando en un puesto con el que objetivamente no está adecuado
profesionalmente. Esta variable estaría relacionada con la identidad
profesional.
Exigencias del
trabajo. Referidas a las exigencias del trabajo que sobrepasan las
racionalmente aceptables, y que suelen ir acompañadas de exceso de tareas que
no son agradables. A más exigencias y por tanto mayor responsabilidad en sus
actuaciones habituales, mayor probabilidad de aparición del síndrome, sobre
todo si estas exigencias van acompañadas de falta de tiempo.
Realización en el
trabajo. Conforme la realización en el trabajo es menor, Garden (1987) plantea
la existencia de mayor grado de burnout. En este contexto, la realización en el
trabajo se entiende como realización real que es valorada mediante m étodos
objetivos y percepción de la realización que entra dentro de la subjetividad
del trabajador.
Interacción
trabajador -cliente. En tanto que dicha interacción da lugar a fricciones y
conflictos cotidianos, aparece como una variable predictora del burnout.
Conflicto y
ambigüedad de rol. La ambigüedad de rol tiene más relación con la
incontrolabilidad de ese rol que el trabajador desempeña, y con la necesidad de
conocer mejor cuáles son sus funciones en el puesto de trabajo. El conflicto de
rol está relacionado con el conflicto existente entre lo que el trabajador
espera del desempeño de su puesto de trabajo y lo que los otros (compañeros y
supervisores) esperan que desempeñe. Lógicamente, a mayor ambigüedad y/o
conflicto de rol mayor probabilidad de aparecer burnout. Varios señalan que la
falta de claridad de rol provoca un impacto significativo en la dimensión
reducida realización personal.
Participación en la
toma de decisiones. Esta participación condiciona aspectos tales como
seguridad personal, responsabilidad, realización personal, ya que permite al
individuo tomar decisiones que van a tener una repercusión en el trabajo. A
menor posibilidad de tomar decisiones, mayor probabilidad de padecer burnout.
Recompensas. La
falta de recompensas (tanto las económicas como las sociales, consecuentes a un
trabajo bien realizado, o a una trayectoria profesional relevante) predicen la
aparición del burnout.
Apoyo organizacional.
Entendido como apoyo recibido en la dinámica propia del trabajo por parte de
los supervisores y/o compañeros. A menor apoyo mayor predicción de burnout,
también mantiene este planteamiento, pero señala que se da más en los hombres
que en las mujeres. La falta de empatía por parte de quienes pueden ofrecer
apoyo como una variable predictora del burnout.
Expectativas en el
trabajo. Tienen que ver con el hecho de que se cumplan en el trabajo
aquellas metas que la persona se forjó hacia él, que exista el éxito
constatable que el individuo persigue. Conforme disminuye la probabilidad de
que se cumplan las expectativas, mayor es la opción de que aparezca el
síndrome. Las expectativas están íntimamente relacionadas con la valoración que
el trabajador hace de los problemas que se presentan en su contexto laboral. En
este sentido aquellos individuos que valoran más negativamente las situaciones
problemáticas del trabajo, presentan una mayor predisposición al agotamiento
emocional.
Relaciones con los
compañeros. Dichas relaciones son decisivas en la dinámica que se genera y,
por tanto, en cuanto al clima laboral resultante. Cuanto más aversivo es este
clima, más probabilidad hay de que aparezca burnout. Esto ocurrirá, pero
principalmente con la dimensión despersonalización.
Rigidez
organizacional. Esta rigidez se da en aquellas organizaciones excesivamente
normativas en las que prácticamente todo está previamente definido, y las
posibilidades de improvisar o de tomar decisiones están muy restringidas. En
este tipo de organizaciones es más frecuente el burnout.
Estresores económicos.
Cuando existe inseguridad económica (contrato inestable, ausencia del mismo,
insuficiencia económica, previsiones negativas sobre el futuro del puesto de
trabajo, etc...) aumenta la vulnerabilidad al burnout.
Satisfacción laboral.
La satisfacción laboral está provocada por los diversos componentes del
trabajo, e influyen en el individuo que lo desempeña. Cuando esta satisfacción
no se encuentra en el trabajo aparece el síndrome.
Adicción al trabajo.
El término se ha aplicado a aquellos individuos que presentan un absoluta
dedicación al trabajo, por encima de otras actividades familiares o personales.
Nagy y Davis describieron a estas personas como m ás propensas a padecer
burnout.
Desafío en el trabajo.
Se refiere a la circunstancia que a veces se da en los trabajadores, dentro del
contexto laboral, de tener que estar continuamente demostrando su capacidad
para desarrollar adecuadamente el desempeño laboral. A más desafío más burnout,
en concreto, mayor despersonalización y menor realización personal.
Autonomía en el
trabajo. La autonomía en el trabajo es la libertad de acción, dentro de
unas normas establecidas por la organización, de que dispone el individuo para
desarrollar adecuadamente su trabajo. A menor autonomía más burnout,
especialmente la dimensión de agotamiento emocional.
Compromiso con el
trabajo. Cuando un trabajador puede comprometerse con su trabajo y con la
organización que lo representa, dedicando sus esfuerzos e ilusiones para lograr
un aumento de su realización laboral, existe menos posibilidades de que
aparezca el síndrome. Niveles altos de burnout podrían, por tanto, estar
asociados con un bajo compromiso en la ocupación.
Variables predictoras
de burnout del contexto ambiental.
Apoyo social.
Este factor está centrado fundamentalmente en el apoyo que la persona recibe de
familiares y amigos, en relación a su desempeño laboral y las circunstancias
que su trabajo le deparan. A menor apoyo social más posibilidades de padecer el
síndrome. Las relaciones familiares y/o de pareja positivas confieren a la
persona cierta inmunidad a padecer el burnout.
Relaciones
interpersonales. Son las relaciones mantenidas con familiares y amigos,
fundamentalmente, que condicionan que el ambiente habitual de la persona sea
agradable o no. Conforme aparecen ambientes más aversivos aumenta la frecuencia
de padecer burnout. Sarros, indica que es especialmente en la dimensión
despersonalización donde más se aprecia esta variable.
Comunicación. Cuando
los flujos comunicativos se deterioran más en el ambiente social del individuo,
la aparición de burnout aumenta. Donde más incidencia tiene es en la dimensión
reducida realización personal.
Actitudes de
familiares y amigos. Está muy condicionada por las relaciones
interpersonales pero, en este caso, se refiere al sentido positivo o negativo
de las actitudes que familiares y amigos tienen hacia la persona. Ante
actitudes más aversivas más burnout.
Satisfacción vital.
Esta variable describe la sensación de felicidad y agrado que el individuo
presenta con su estilo de vida y las interacciones que se producen como
consecuencia de él. A menor satisfacción vital más burnout, en concreto mayor
nivel de agotamiento emocional.
Exigencias vitales.
Las demandas intensas y los requerimientos de un compromiso completo en los
diversos aspectos de la vida (matrimonio, familia, amistades, etc...) pueden
derivar en burnout.
Problemas familiares.
El hecho de que ocurran problemas familiares que estén distorsionando el
funcionamiento normal de la dinámica del hogar, predispone a la persona a
sufrir burnout.
Recursos de
afrontamiento familiares. Cuando la familia facilita la puesta en marcha de
diversos recursos para afrontar las situaciones que pueden dar lugar a burnout,
la persona presenta menor vulnerabilidad a su padecimiento. Estos recursos de
afrontamiento son independientes de los que puede poseer el individuo en su
contexto laboral.
Cultura. El
burnout no afecta de la misma manera a individuos pertenecientes a una cultura
u otra, debido fundamentalmente a que ésta marca no sólo la forma de entender el
desempeño laboral, sino también la manera de entender las relaciones sociales y
los diferentes apoyos que la persona puede recibir. De ahí que estos autores
concluyan que la cultura puede ser un mediador relevante en la incidencia del
burnout.
Si bien el anterior listado no es exhaustivo sí nos permite
acercarnos a la realidad actual acerca de la situación de las investigaciones
que analizan las variables predictoras del burnout. Así, podemos acordar a modo
de conclusiones que:
-Las variables más analizadas son las que se encuadran en el
contexto laboral, teniendo en cuenta los diversos aspectos que pueden
condicionar el desarrollo habitual del desempeño del trabajo. En este sentido,
se asume la importancia de estas variables por encima del resto ya que no hay
que olvidar que el burnout se ha conceptualizado fundamentalmente en el contexto
laboral. Por otra parte, la mayoría de trabajos estudiados parten de la
presunción de que las diversas variables laborales condicionan, por sí mismas,
determinadas reacciones en los individuos que, en determinados casos, podrían
conducir al padecimiento del burnout.
-También las variables intrapersonales han sido objeto de
estudio, puesto que es indudable que a pesar de que los eventos
organizacionales pueden ser suficientemente estresantes, la valoración
cognitiva que hace el individuo de dichos eventos es imprescindible para que
ocasione en la persona sentimientos que pueden conducir a burnout. Lógicamente,
la valoración cognitiva está mediatizada por las características de
personalidad del individuo y, por tanto, la concepción predictora intrapersonal
del individuo adquiere un papel relevante. Un aspecto significativo es que los
estudios se han centrado en el análisis de características de personalidad
(locus de control, patr ón de conducta tipo A, autoconcepto, autoeficacia...),
habiendo sido muy escasamente estudiadas variables personales m ás clásicas
como neuroticismo, estabilidad emocional, extraversión, psicoticismo, etc.
-Las variables ambientales se han considerado en algunos
estudios, aunque el número de investigaciones ha sido menor. Parece claro que
la relación que un individuo mantiene con los miembros relevantes de su entorno
(familiares y amigos, básicamente), el apoyo afectivo y social que reciben de
estas personas, las actitudes que el individuo percibe de los demás, entre
otras circunstancias, son variables que pueden ocasionar situaciones
suficientemente aversivas y, por tanto, potencialmente generadoras de burnout.
-Un último aspecto a resaltar es el que hace referencia a la
mutua influencia que las tres categorías de variables mantienen en el origen
del fenómeno burnout. Prácticamente ningún trabajo cuestiona que, para
comprender la complejidad del síndrome, hay que pensar con una perspectiva
amplia de posibles predictores. En este sentido, la conjunción de una
confluencia de variables organizacionales, ambientales y personales parece una
premisa aceptada por la mayoría de autores.
Texto basado en una investigación de:
Enrique J. Garcés de Los Fayos Ruiz
- Profesor de la Universidad de Murcia (Facultad de
Psicología), desde 1994
- Doctor en Psicología por la Universidad de Murcia en 1999
- Autor de diferentes libros, artículos y participaciones en
Congresos nacionales e internacionales.
1 comentario:
Un análisis muy completo sobre el burnout y el estrés en las organizaciones en el entorno laboral.
Muy interesante esta aclaración: "los factores personales, aun jugando un papel importante en la aparición del síndrome, no son tan importantes como los organizacionales que se muestran como causa principal en la configuración del burnout."
Esto significa que hay mucho por hacer dentro de las empresas para evitar el síndrome del "burnout" y el estrés perjudicial, tanto para el trabajador como para la productividad de la compañía.
Publicar un comentario