La autora de los párrafos que publicamos afirma: “Marrau señala que actualmente resulta necesario considerar los aspectos de bienestar y salud laboral a la hora de evaluar la eficacia de una determinada organización, pues la calidad de vida laboral y el estado de salud física y mental que conlleva, tiene repercusiones sobre la institución” En esta publicación prestaremos especial atención al Síndrome del docente quemado.
En la sociedad contemporánea, donde el conocimiento se
valora cada vez más como un recurso estratégico para su propio bienestar, la
relevancia de la educación superior es evidente dado que es el ámbito por
tradición en donde el conocimiento se genera, se aplica, se transmite y se transforma.
El responsable de llevar a cabo lo anterior a través de la ejecución de las
funciones de docencia, investigación y difusión, es el personal académico,
actor clave de la educación superior. Los académicos tienden a enfrentar retos
que hacen que la naturaleza de su trabajo se vuelva cada vez más compleja,
propiciando su reconfiguración. Estos retos demandan del docente su
cumplimiento en las tareas, el uso de tecnologías para el desarrollo de su
quehacer educativo, adaptarse a los cambios que exige la época actual, entre
otras respuestas, situación que puede generarle una sensación de presión y
estrés y en consecuencia, afectar su desempeño como educador.
Aspectos como el tipo de institución (federal o
descentralizada), la categoría laboral del docente (titular o interino), la
edad y el sexo, son variables que, de acuerdo con la bibliografía revisada,
podrían incidir en el surgimiento de estos riesgos psicosociales. Determinar el
nivel en que éstos se manifiestan en los docentes permitirá contar con información
que coadyuve al planteamiento de propuestas de intervención que puedan ser de
utilidad al gestor educativo para prevenir y controlar el surgimiento del SDE
y, paralelamente, incrementar la satisfacción de los docentes.
Sobre la actuación del docente en su ámbito de trabajo,
Marrau señala que actualmente resulta necesario considerar los aspectos de
bienestar y salud laboral a la hora de evaluar la eficacia de una determinada
organización, pues la calidad de vida laboral y el estado de salud física y
mental que conlleva, tiene repercusiones sobre la institución (por ejemplo: ausentismo,
rotación del personal, disminución de la productividad, disminución de la
calidad, etcétera).
Ante esto, los docentes pueden padecer diversos tipos de
riesgos que van desde el estrés, hasta riesgos menos violentos ligados al
trabajo en ambientes insalubres como la hipoacusia y las afecciones de la voz,
entre otros.
Con relación a estos riesgos, años atrás Blase documentó lo
que denominó ‘ciclo de ineficaz (degenerativo) rendimiento’ del maestro. Dicho
ciclo, metafóricamente representado como proceso de ‘combustión’, lo describe
como un conjunto de condiciones en las que el esfuerzo y la competencia del
docente son insuficientes para alcanzar las metas de su actividad educativa;
ese conjunto aparece como productor de tensión, de ‘estrés’, resultado de
sentimientos negativos, de insatisfacción y decremento de la motivación por el
trabajo; tales consecuencias negativas, a su vez, aumentan la posibilidad de
una posterior actividad ineficaz, fracasada, que conducirá a agravar la tensión
y el sentimiento de inutilidad completa. De este proceso cíclico y degenerativo
sale como producto final el maestro ‘quemado’.
Ese estado en el docente es el que en el idioma inglés se
conoce como Burnout, del que en la literatura castellana se ofrecen alrededor
de diecisiete denominaciones, siendo algunas de ellas: ‘quemarse por el
trabajo’, ‘quemazón profesional’, ‘síndrome del estrés laboral asistencial’,
‘síndrome de desgaste emocional’, ‘síndrome del desgaste profesional’, ‘estar
quemado profesionalmente’ y ‘desgaste psíquico’, entre otras.
Sobre el Burnout, o mejor nominado en el idioma español el
Síndrome de Desgaste Emocional (SDE), Marrau manifiesta que existe un grupo de
individuos que sintomáticamente puede padecer esta enfermedad; éstos son los
profesionales con contacto con personas, como el personal sanitario, de la
enseñanza, asistentes sociales, etc. A éstos, Maslach los define como
profesionales de ayuda.
Se considera que el profesional dedicado a la enseñanza, en
el ejercicio cotidiano de su labor, puede llegar a desarrollar el SDE en
detrimento de su calidad de vida, lo que se refleja en una tendencia a estar
insatisfecho con su trabajo. En la actualidad, se han realizado estudios que
señalan el hecho de que los docentes conforman un grupo con alto riesgo de
manifestar el SDE, situación que fue reportada años atrás, en otros estudios
realizados.
Ante esta posibilidad, Murillo, Calderón y Torres consideran
que la gestión de toda organización requiere, por parte de sus líderes,
comprender tanto elementos técnicos como socioculturales; uno de éstos lo
constituyen el bienestar y la satisfacción de los trabajadores, por cuanto está
relacionado con resultados económicos, manejo de conflictos, satisfacción de
los clientes y logro de eficiencia organizacional. Diego, Diego y Olivar
señalan al respecto, que el interés por la satisfacción laboral reside
posiblemente en su capacidad para predecir la permanencia de la persona en el
trabajo así como su productividad laboral.
Sobre este constructo, Kalleberg expuso desde 1977 que la
justificación para estudiarla puede plantearse desde tres posiciones: porque
está asociada al desarrollo y dignidad de los trabajadores como personas,
porque es un componente de la calidad de vida y por último, porque un
trabajador satisfecho tiende a presentar un comportamiento más
pro-organizacional que uno menos satisfecho.
Por lo antes expuesto, y de acuerdo con Albanesi, De Bortoli
y Tifner, se estima que el estudio de trastornos en profesionales de la
enseñanza como el SDE y la baja satisfacción laboral son factores importantes a
considerar, pues constituyen un riesgo al que están permanentemente expuestos.
Extraído de
BASES EMPÍRICAS EN PRO DEL CONSTRUCTOR DE BIENESTAR COMO
PERSPECTIVA DE INVESTIGACIÓN EN EL AGENTE EDUCATIVO
Verónica Isabel Ac Avila
Universidad Anahuac
Mayab Pedro Sánchez Escobedo
Universidad Autónoma de Yucatán
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